"El gobierno de Irán debe saber, especialmente en la era de las comunicaciones, que haremos todo lo que esté en nuestra mano para derribarlo". Es sólo una de las frases que se puede encontrar en Twitter y que anima a los iraníes a seguir denunciando lo que ocurre en el país. Hace justo tres semanas que tuvieron lugar las elecciones en Irán, en las que los ciudadanos participaron de manera masiva. Y después vino todo lo demás: los resultados inesperados, las protestas, la marea verde, los gritos de 'muerte al dictador'... Se habló de una nueva revolución iraní pero la dureza con la que se disolvieron las manifestaciones empezó a apagar el movimiento que durante días denunció el fraude electoral. Ahora que el Consejo de Guardianes ha decidido cerrar el expediente de la votación y ratificar la victoria de Ahmadineyad, queda preguntarse si lo ocurrido estos días conseguirá sobrevivir a otro mandato del ultraconservador.
Las autoridades iraníes han sido claras: el vencedor de las elecciones ha sido Mahmud Ahmadineyad. Ni las miles de personas que se manifestaron ni las denuncias presentadas por los otros candidatos ni las protestas internacionales han conseguido que se repitan las elecciones o que se cuenten de nuevo las papeletas (tan sólo un 10%). ¿Entonces? A los iraníes que vencieron el miedo y se echaron en las calles indignados por los resultados no les queda otra que resignarse, al menos por la vía legal.
"Creo que hay cierta impaciencia, sobre todo desde el exterior, por ver cómo se resuelve todo esto. Lo que está claro es que este tema no está resuelto y que saldrá por algún lado pero habrá que esperar a ver cómo se desarrollan los acontecimientos. La revolución de 1979 tampoco se gestó en dos días", afirma convencida la profesora iraní Nadereh Farzam Nia. A pesar de que los momentos más 'calientes' ya han pasado y de que la resolución del Consejo de Guardianes es firme, quedan cosas por resolver: la mayoría de los países de la comunidad internacional —entre ellos EEUU y los de la UE— no se han pronunciado sobre los resultados electorales y su postura podría influir mucho en los acontecimientos. Además, se espera que el día de la toma de posesión de Ahmadineyad pueda haber conflictos.
Musavi nunca quiso encabezar una revolución. Es un hombre del régimen, que se presentaba como alternativa a una gestión que consideraba pésima, pero siempre jugó dentro de las reglas de la República Islámica. Sin embargo, acabó convirtiéndose en el líder de millones de personas que gritaban su nombre y que creyeron que él podría cambiar las cosas.
Los días siguientes a la votación, Musavi apareció en varias ocasiones pero, poco a poco, sus intervenciones fueron siendo menos y el movimiento parecía descabezado. "La gente sabe que no es la persona que va a cambiar todo, habrá que esperar a que aparezca otro líder", cuenta Zaccara. El miércoles fue la última vez que se tuvo noticias del reformista cuando hizo público un comunicado en internet en el que aseguraba que no reconocía la legitimidad de la reelección de Ahmadineyad y pedía a los iraníes que no perdieran la esperanza. También anunciaba la creación de una plataforma para seguir con las protestas, eso sí, dentro de la legalidad.
"Musavi no acaba de convencer a todo el mundo porque no es contundente, pero ha sido muy importante para empezar esto, que no se va a acabar porque no aceptamos a Ahmadineyad", nos dice desde Irán el joven Samed. Ha sufrido en sus propios huesos la represión de unas autoridades, que lo detuvieron en una manifestación. "El gobierno sabe que el movimiento no ha muerto y por eso hay militares cada 50 metros en Teherán. Lo que ocurre es que ahora ya no hay grandes manifestaciones porque la gente no se quiere jugar la vida y se organizan de otras maneras, tienen otras tácticas: se reúnen por las noches, gritan proclamas por los balcones, se concentran y se disuelven rápidamente", explica Nadereh Farzam Nia.
La frase con la que comienza este artículo es toda una declaración de intenciones. "Lo más importante es que los jóvenes se han dado cuenta de que tienen una voz propia que se puede escuchar y la tecnología ha sido y será imprescindible en todo esto", explica la profesora iraní. Lo cierto es que los servicios de internet y sms continúan controlados por las autoridades, aunque los más jóvenes siguen consiguiendo saltarse las restricciones.
Las facilidades de comunicación que ofrece la red son clave para mantener a los iraníes en contacto pero también para evitar que la marea verde caiga en el olvido. Las redes sociales y los blogs siguen denunciando al minuto la situación iraní cuando el tema cada vez tiene menos cabida en los medios de comunicación tradicionales. Como —de nuevo— se puede leer en Twitter: "Did Michael Jackson kill the Iranian revolution? Maybe not. But he didn't help".
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