WASHINGTON, D.C.- Si ayer el New York Times sorprendió dentro y fuera del mundo del periodismo por aliarse con Amazon y su nuevo Kindle DX, con una pantalla más grande y apropiada para leer el periódico, el Senado estadounidense fue testigo por la tarde de un momento histórico para la prensa. El subcomité para Comunicación, Tecnologías e Internet preguntó durante tres horas y media a responsables de rotativos como el Washington Post o el Dallas Morning News sobre posibles soluciones a una prensa "en peligro de extinción", tal y como calificó la situación el senador John Kerry.
La sorpresa de la tarde, para algunos, estaba en el resto de comparecientes. Sentados en la mesa de los expertos estaban Arianna Huffington, directora de Huffington Post, la vicepresidenta de Google, Marissa Mayer, y el creador de la serie de éxito 'The Wire', en la que se habla del declive de un periódico [quinta temporada].
La prensa, como reconoció Kerry, está en horas bajas. En Estados Unidos son muchos los diarios que han tenido que prescindir de reporteros y fotógrafos ganadores de premios Pulitzer por los recortes, han sufrido grandes pérdidas por la caída de la publicidad, han cerrado alguna sección o incluso dejado de publicar el rotativo entero.
"Puede que ya haya desaparecido la figura de un periódico que valga lo suficiente como para pagar por su contenido en la red", lamentó David Simon, antiguo reportero del Baltimore Sun.
La audiencia celebrada ayer fue impulsada por Kerry para hallar un modelo que permita que dentro de cinco años los ciudadanos norteamericanos puedan seguir manchándose las manos con las páginas de un periódico. Sin embargo, la conversación fue un ejemplo de la falta de entendimiento entre los políticos que quieren rescatar a la prensa, los editores de papel que siguen mirando por encima del hombro a las publicaciones digitales, y los sistemas de agregadores como Google o el mismo Huffington Post. Estos últimos han lanzado y consagrado su modelo antes de que averigüemos dónde queda la propiedad intelectual de una noticia publicable en cualquier página sin que el autor original vea multiplicarse sus beneficios de forma proporcional.
"¿Existe un papel del Gobierno en todo esto?", preguntó de forma retórica Kerry. El Senado de Estados Unidos, a diferencia de lo ocurrido en países como Francia, que han otorgado ayudas económicas para reforzar a la prensa, es el primero que ha planteado dónde queda la responsabilidad del Ejecutivo de mantener la libertad de expresión y el respeto a la propiedad intelectual si se acaba la prensa.
Para tranquilizarle, tenía sentadas enfrente a Arianna Huffington y Marissa Mayer, quienes le recordaron en varias ocasiones que, aunque desaparezcan los periódicos, seguirá existiendo el periodismo. Ése es el argumento de las publicaciones online y también un punto de ruptura importante con cómo ven la situación tanto los editores de prensa como los políticos sentados ayer en el comité: la demócrata Claire McCaskill, a pesar de ser líder de los legisladores norteamericanos en Twitter, manifestó su preocupación por el hecho de que, en su opinión, un medio online no cuente con la capacidad económica y de recursos humanos para desafiar al poder a nivel tanto local como nacional.
Paradójicamente, uno de los escándalos más sonados de la última campaña electoral y que más daño hizo a los republicanos fue la revelación de los costes de vestuario de Sarah Palin. Fue obra del periodismo de investigación de Politico, una publicación online con edición impresa cuatro días a la semana que se distribuye en exclusiva en los alrededores del Capitolio. McCaskill no lo leyó, o no se acuerda.
El Congreso de Estados Unidos mostró ayer mediante esta reunión su preocupación por la protección del derecho de los ciudadanos a estar informados, algo que sienten amenazado por la desaparición de los periódicos. En una demostración de buenos reflejos, cada vez que un senador o alguno de los comparecientes ponía cara de impotencia ante el futuro, Huffington les recordaba que hay muchas webs cubriendo la crisis económica mejor que muchos medios y sin formar parte de un gran grupo. Mayers también les recordaba que mapas de Google creados de forma colectiva pueden proporcionar más información y más rápido en casos de emergencia, como los incendios de California el verano pasado.
Pero el resentimiento de los representantes de la prensa con estas dos 'avanzadas' del periodismo moderno no radica exactamente en qué información se puede producir en internet, sino en cómo los agregadores y Google se benefician de trabajos en los que ha invertido tiempo y dinero la redacción de un diario. Para David Simon, ahora productor de televisión, se trata de una "locura". Aunque tampoco tuvo buenas palabras para sus antiguos colegas: "No creo ni en el complejo de mártir de la prensa ni en el futuro brillante que nos prometen los triunfalistas de la web. Ambas casas están infectadas".
Entonces Kerry asumió el papel de árbitro y pidió a Mayer que explicara cómo se beneficia, por ejemplo, Google News del contenido creado por los medios de comunicación. Según Mayer, el medio publica el contenido y Google ayuda al internauta a encontrarlo, ya sea un texto, un vídeo o una fotografía. Después, si el lector acaba pinchando en un anuncio dentro de una página de Google News, el gigante web se lleva el dinero, pero no el medio que produjo el contenido original. Éste sólo sale beneficiado si el lector llega al medio que produjo el contenido o termina por pinchar en un anuncio de su página.
Aquí es donde se rompe el modelo actual que trae de cabeza a los medios de comunicación de medio mundo, un rompecabezas que, sin embargo, a Arianna Huffington no le resulta tan complicado. Huffington Post basa su contenido en links que agregan de otros medios y en innumerables blogs que proporcionan el contenido original. En poco más de dos años han consagrado un modelo que no sólo produce más de un millón de comentarios al mes, como argumentó ayer Huffington, sino que puede no hacer tanto daño como parece a otros medios. "Entonces, ¿por qué tenemos cientos de peticiones al día desde diferentes medios para que pongamos un link a su material?", dijo poniendo el dedo en la llaga.
La respuesta a esta pregunta nos la dio el año pasado el editor de Politico. Un link en la portada de huffingtonpost.com puede multiplicar el tráfico de una página en cuestión de minutos. Y todo el mundo quiere aprovechar una oportunidad así. "Lo que no va a funcionar es hacer como si los últimos diez años nunca hubieran ocurrido", argumentó Huffington, criticando al sector de la prensa que ha convivido con Internet desde hace más de una década y no ha sabido adaptarse.
Mientras la prensa, los periodistas y los políticos intentan encontrar la solución mágica a este problema, el senador de Maryland Benjamin Cardin ofrecía una idea. Acaba de introducir una propuesta de ley para convertir a los rotativos estadounidenses en organizaciones no gubernamentales. Esto tendría las siguientes consecuencias: los diarios no tendrían que pagar impuestos por los beneficios de la publicidad, pero tampoco podrían recibir préstamos del Estado en forma de subvenciones económicas como el plan de estímulo, ni apoyar a un candidato político, aunque sí podrían cubrir unas elecciones como hasta ahora.
Pero los magnates de la prensa quieren más.
Como reclamó James Moroney, director ejecutivo del Dallas Morning News, también quieren que los "operadores web" —en alusión a sus vecinas de mesa— les compensen de forma razonable por su contenido. Moroney eligió el famoso Kindle de Amazon para explicar su frustración. "Llevamos en negociaciones para encontrar un acuerdo con Amazon, igual que ha hecho el New York Times, desde hace dos semanas. Pero Amazon nos exige el 70% de la suscripción. Nosotros nos quedamos sólo con el 30% y perdemos la licencia para publicar ese contenido en ningún otro soporte. ¿De qué forma se trata de un pago justo? ¿Dónde queda la protección de la propiedad intelectual si hacemos esto?", preguntó Moroney antes de recostarse en la silla con cara de desesperación.
En consonancia con este reclamo, Rupert Murdoch afirmaba ayer en un evento aparte que no firmará ningún acuerdo con Amazon. La compañía News Corp. quiere su propio lector electrónico: "No cederemos nuestros derechos sobre el contenido a los creadores del Kindle. Controlaremos los precios de nuestro contenido y la relación que tengamos con nuestros clientes".
Para Mayers, sin embargo, el nuevo modelo debe basarse en las suscripciones, como las acordadas entre el New York Times y Amazon y a las que pueden aferrarse los periódicos como a un clavo ardiendo. Mayers imagina un futuro en el que las noticias en la red estén basadas en suscripciones temporales al contenido, igual que las revistas, la televisión digital o incluso los diarios.
Además de insistir en la necesidad de encontrar un modelo que proteja valores como la propiedad intelectual de la labor periodística, comparecientes como Alberto Ibargüen, presidente de la Fundación Kinght y ex editor del Miami Herald, recordaron que hay que asegurar el acceso a la información. La llamada 'brecha digital' impide llegar a Internet a millones de personas en Estados Unidos, por lo que el nuevo modelo debe proteger el derecho a la información también para quienes no pueden recibir las noticias a través de la red.
El Congreso estadounidense dio ayer el primero de los pasos para analizar el presente del periodismo, no sólo el impreso, y hacer un poco más fácil su futuro. La solución no será sencilla: "Todos queremos lo mismo, el problema es que lo vemos de distinta forma", dijo la vicepresidenta de Google. Ya veremos si Kerry pone a todos de acuerdo.
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