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Ruidoso silencio en Teherán, en medio de la violencia

  • Miles de iraníes se han manifestado para protestar por los resultados electorales del viernes
  • Al menos siete muertos durante la marcha que ha recorrido las calles de Teherán
Por ORIOL ANDRÉS | CARLOS CASTRO (SOITU.ES)
Actualizado 15-06-2009 21:59 CET

TEHERÁN (IRÁN).-  "Estamos en silencio pero no es que estemos callados. Estamos gritando con nuestro silencio". Con estas palabras, explicaba un hombre la multitudinaria manifestación silenciosa que hace pocas horas ha recorrido el centro de Teherán en protesta por los resultados electorales de los comicios presidenciales del pasado viernes, que consideran fraudulentos. Una marcha ejemplar que tuvo su cruz con el asesinato, al final de la manifestación, de al menos siete personas en los enfrentamientos entre basij, una milicia islámica protegida por el Gobierno, y opositores.

A diferencia de las protestas de los días anteriores, en las que sólo participaron unos pocos miles de personas, en esta ocasión fueron cientos de miles las que desafiaron la prohibición del Ministerio del Interior, que había declarado ilegal la marcha. Era tanta la afluencia de gente, que la multitud necesitó más de cuatro horas para recorrer los nueve kilómetros que separan las plazas de Enghelab (que significa Revolución) y Azadi (Libertad).

Había manifestantes de todas condiciones y edades. A los miles de jóvenes que estos días han sostenido la protesta, se les unieron familias enteras, trabajadores con americana y maletín, mujeres cubiertas de pies a cabeza por el tradicional mantp negro e incluso algún militar con mascareta para no ser reconocido. Todos marcharon en estricto silencio para no dar pretexto a la actuación de las fuerzas de seguridad. Cuando alguien iniciaba un cántico, las personas a su alrededor lo hacían callar.

Como única consigna, la mano alzada con el símbolo de la victoria, una de las señas de campaña del candidato aperturista a la presidencia Mir Hussein Musaví, cuyo nombre fue el único coreado. Musaví, quien tras las elecciones se negó a reconocer los resultados, ha reaparecido en la manifestación tras dos días sin dejarse ver en público, lo que había levantado los rumores sobre su posible arresto domiciliario. Desde el techo de su coche, el candidato se dirigió a la multitud, a la que instó a seguir protestando hasta lograr la repetición de los comicios.

"Respetamos las leyes, pero no respetamos la injusticia", apuntaba un joven treintañero visiblemente afectado. "Queremos que se vuelvan a contar los votos. Y si al Gobierno no le importa nuestra voluntad, deberemos hacer algo para que se den cuenta. Si no, romperemos este Gobierno", concluía.

Esta determinación ha sido quizás la que ha permitido que Teherán volviera a vivir una manifestación como no veía desde la época del Sha. Así lo señala Mohamed, de 53 años, que asegura que "el nivel de concienciación de la sociedad es ahora más alto" que en la lucha contra el emperador. Y pese a reconocer que sus objetivos personales "están más a la izquierda" de lo que defiende Musaví —un presidenciable del sistema— asegura que lo "positivo de la marcha es que la gente está dejando de soportar las cosas intolerables y está demostrando al régimen que no puede hacer todo lo que quiere".

Desde las ventanas y pisos adyacentes a la avenida, los vecinos jaleaban a los manifestantes, que hacían la marcha en ambas direcciones. Unos llegaban mientras otros ya se iban. Desde una ventana, una joven pareja saludaba, ella sin el velo en la cabeza. En otro balcón, un hombre besaba el Corán a la vez que gritaba a favor de Musaví. Una bandera iraní, símbolo de Ahmadineyad esta campaña, despertaba los abucheos del público. A ambos lados de la marcha, parejas de policías observaban su transcurrir sin intervenir. Sin la pistola ni la porra en el cinto.

No fueron ellos los que encarnaron la brutalidad durante la marcha, sino los basij, una milicia islamista formada por estudiantes de religión que goza del apoyo y la protección del Gobierno. Si ayer se encargaron de la protección en la fiesta de reelección de Ahmadineyad, hoy se han encargado de reventar la protesta opositora. Lo han hecho, con disparos contra los manifestantes en la plaza Azadi, según el testimonio de un fotógrafo iraní que presenció los hechos. Al menos siete personas murieron y varias resultaron heridas. Los basij también estaban presentes en las calles adyacentes a la marcha, cazando a manifestantes con cámara de vídeo o fotos y avasallando a los que dejaban la protesta. Además, varias personas aseguraron que la noche del domingo, la milicia había entrado en la residencia de estudiante de la Universidad de Teherán asesinando a varios residentes, un extremo aún por confirmar. La violencia no cesa estos días en Teherán.

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