TEHERÁN (IRÁN).- En Aradan, un pequeño pueblo en medio del desierto a 90 kilómetros de Teherán, tiene su pequeña patria la familia Saborjhian. Mahmud, el cuarto de siete hermanos, apenas deambuló por sus calles. Cuando apenas tenía un año, su padre decidió mudarse a la capital y, aprovechando el traslado, cambió también de apellido. De Saborjhian, que significa "pintor de hebra" —uno de los oficios más bajos de la industria manufacturera de alfombras— al más elegante Ahmadineyad, "de la raza de Mohamed" o "de raza virtuosa".
El destino de la recién estrenada familia Ahmadineyad fue Namark, un barrio de clase trabajadora del este de Teherán. De esto han pasado más de cincuenta años y, sin embargo, el actual presidente de Irán sigue manteniendo su vivienda en el barrio, ahora reconvertido en una zona de clase media baja con edificios grises y chatos. Desde que accedió al cargo ya no vive aquí pero, según explica uno de los militares que custodia el acceso, aún sigue recibiendo en este domicilio miles de cartas semanales en las que los iraníes le cuentan sus problemas y le piden solución.
"La mayoría son por asuntos de dinero y préstamos", interviene un anciano sentado en un banco de la plaza que hay ante la casa. "Y las contesta todas en diez días", añade. Lo que no sabe explicarnos es qué respuestas da el mandatario en sus misivas. Vecino del barrio de toda la vida, el hombre, de 78 años, asegura conocer bien a la familia del presidente y a él mismo. "Es muy buena persona, muy amable y ha hecho mucho por Narmak, ahora es más seguro", dice. Por todo ello, hoy en las urnas votará para que Ahmadineyad repita mandato.
También Mohamed, de 45 años y comercial de zapatos, afirma que dará su voto al actual presidente. Porque es "sincero, serio y trabaja para el pueblo", dice. Y en un alarde de rumorología popular, añade que "Ahmadineyad se trae su desayuno al trabajo para no gastar dinero público, es muy humilde".
Esta humildad en lo material, que Ahmadineyad forjó a la fuerza durante su infancia, no impidió que lograra matricularse en la universidad para estudiar Ingeniería Civil. Es precisamente durante su época estudiantil, cuando comenzó a militar en las organizaciones islámicas que poco tiempo después cuajarían en la revolución que llevó a su admirado ayatolá Jomeini al poder. La biografía del presidente durante estos años esta marcada por episodios oscuros, como su posible participación en el secuestro de la embajada de EEUU a principios de los 80 o en actividades terroristas mientras formó parte de los Guardianes de la Revolución o Pasdarán.
Con medidas como las cartas y un discurso populista y de exaltación nacional, Ahmadineyad logró auparse en el poder en 2005 pese que hasta entonces había sido un político de segunda fila. El cargo más importante que había ocupado era la Alcaldía de Teherán, y sólo durante dos años. Pero ante el fracaso de los Gobiernos reformistas anteriores, su palabra directa sonó a bálsamo entre las clases más populares y arrasó en la segunda vuelta de las elecciones con más de veintiocho millones de votos.
Ahora muchos se sienten decepcionados con el mandatario tras cuatro años en los cuales la economía ha ido a peor, las libertades se han restringido y las tensiones internacionales han aumentado. Pese a ello, son también muchos los que siguen apoyando al presidente. En el mismo parque de Narmak, un grupo de madres discute con pasión sobre los candidatos, mientras esperan que sus hijos salgan de la escuela. "Hay que votar a Ahmadineyad porque ha conseguido que el mundo respete a Irán y no nos ataque nadie", asegura una mujer que viste el tradicional chador negro. Otra de las madres, esta con manto blanco y rusarí colorido, le replica: "durante estos cuatro años el precio del petróleo se ha multiplicado, pero en cambio ahora la gente tiene más problemas. ¿Dónde ha ido este dinero?", se pregunta.
Así las cosas, en un país donde los sondeos son prácticamente nulos y los que hay son poco fiables, las previsiones dan ganador a Ahmadineyad, seguido de cerca por el aperturista Mir Hussein Mousavi. Sin embargo, si ninguno de ellos alcanza hoy más del 50% de los votos, se celebrará una segunda vuelta el próximo viernes, cuyo resultado es totalmente imprevisible. Para muestra un botón. En las pasadas elecciones, en las que se impuso Ahmadineyad, éste sólo logró un 19% de los votos en la primera ronda.
Así pues, el domingo sabremos si después de cuatro años de Gobierno, el estilo Ahmadineyad sigue vigente. Si no, el mandatario sumaría un nuevo récord a su historia: el de ser el primer presidente de Irán al que los electores impiden llegar a un segundo mandato.
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