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Nacidos bajo la Revolución Islámica

  • El 70% de la población iraní no presenció la Revolución que derrocó al Sha
  • Los dos candidatos a la presidencia aprovechan el tirón de los jóvenes
Por ORIOL ANDRÉS | CARLOS CASTRO (SOITU.ES)
Actualizado 10-06-2009 09:09 CET

TEHERÁN (IRÁN).-  De los 71,2 millones de habitantes que tiene Irán, el 70% no presenció la Revolución contra la dictadura del Sha. Tienen menos de treinta años. Es la generación que dirigirá el devenir del país en las próximas décadas pero su peso demográfico ha convertido ya a estos jóvenes en un preciado tesoro para los dos candidatos favoritos a la presidencia. Lo saben, y por ello dejan oír su voz cada atardecer en las calles de Teherán.

En la avenida Vali Asr de la capital, el color verde del Islam que ha adoptado para su campaña el reformista Mir Hussein Mousavi es el predominante. Pasea arriba y abajo en las camisetas, las frentes, las muñecas y en cualquier otro lugar donde puedan colgarse las cintas que reparten los miles de seguidores del ex primer ministro. Masoud no va identificado pero un gesto suyo le delata. Un retrato del presidente Ahmadineyad pegado en la delantera de una de las desvencijadas motos que circulan por la ciudad acaba de recibir una sonora patada suya.

Estudiante de dieciocho años, Masoud es uno de los tantos que critican la situación económica —altos índices de paro e inflación— y social del país. "¿Libre? No del todo", dice con aire indignado. El Gobierno de Mahmud Ahmadineyad ha estrechado el estricto corsé que rige en el régimen islámico. La policía de la moral patrulla las calles de Irán en busca de actitudes indecentes que pueden comportar duras reprimendas. Y en medio de la reflexión, entre la marea verde y ante la mirada de propios y extraños, una pareja agarrada de la mano. ¿Un desafío?. No. Hussein, fotógrafo veinteañero, largo y de espesa barba, aclara: "En Teherán ya es más normal, no así en otros lugares del país".

En este contexto, la juventud hace frente a la situación a su manera. En privado, organizan fiestas clandestinas, escuchan rock y miran películas prohibidas. En público, les gustaría hacerlo —"somos jóvenes", interpela indulgente Masoud­—, pero la reinterpretación occidental de la vestimenta es su desafío. Las chicas echan hacía atrás el rusarí (pañuelo con el que cubren el pelo) y, arropados por la muchedumbre que corea a Mousavi, Masoud y su amigo visten camisetas de manga corta y ajustadas. Hoy no tienen miedo que el calzoncillo se asome por encima del pantalón en un gesto claramente obsceno para las autoridades. Son éstos días de cierta libertad, palabra también dada a la interpretación por parte de quienes la anhelan. Hussein la eleva a la esfera política. "Piden libertad pero no saben lo que quiere decir", dice ante el discurso de su compatriota. "La libertad importante es la de expresión, la de pensamiento", añade.

A modo de vía de escape del oficialismo de los medios, internet se ha convertido en la ventana al patio interior de los jóvenes iraníes. El país cuenta con 20 millones de internautas y con páginas dedicadas a todo tipo de arte, deporte, temática social y, cómo no, política. Las autoridades, conocedoras del poder de la Red, se esfuerzan en aplacar cualquier indicio de revuelta electrónica. Hace poco más de una semana los más de 150.000 miembros de Facebook se quedaron unos días sin poder acceder a la red social y las páginas disidentes son bloqueadas habitualmente. Pero los programas proxy para evitar la censura corren de mano en mano.

Los Basijs, herederos de Jomeini

Los jóvenes 'verdes' de Mousavi son en estos días preelectorales los más vistosos, pero en los barrios del sur de Teherán —los más desfavorecidos— y en otras ciudades del país, la indumentaria también delata la existencia de una parcela de la juventud más adscrita al sistema teocrático. Chador negro de pies a cabeza, las mujeres, y atuendo verde oliva, los chicos. Son los llamados Basijs, milicia estudiantil religiosa.

"Votaré a Ahmadineyad porque ha retornado a los valores fundamentales de la Revolución Islámica", comenta firme Mohammad Reza Baqeri, de 24 años, y miembro del grupo. Ellos también forman parte de la compleja sociedad iraní y están convencidos del savoir faire de tinte populista del presidente con los más desdichados y, cómo no, de la rígida doctrina de los intocables ayatolás. Así se explica también que las escuelas coránicas de la ciudad sagrada de Qom, donde se formó el líder de la revolución Ruhollah Jomeini, no dejen de recibir miles de nuevos estudiantes cada curso.

Estos días, sin embargo, las calles de Teherán no son para el denso y caótico tráfico que gobierna el asfalto ni para las patrullas religiosas, son para jóvenes como Masoud y Hussein, que disfrutan de la laxitud de los cuerpos de seguridad en los días previos a la elección presidencial.

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