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Teherán se enciende

  • Seguidores de Mousavi denuncian fraude electoral en las elecciones de Irán
  • A lo largo del día no cesaron los incidentes con la policía (sigue los acontecimientos)
Por ORIOL ANDRÉS | CARLOS CASTRO (SOITU.ES)
Actualizado 13-06-2009 20:18 CET

TEHERÁN (IRÁN).-  Alrededor de una parada de autobús en Vali Asr, la avenida que cruza Teherán de norte a sur, se mascaba la revuelta. Tras haber sido dispersados por la policía ante la sede electoral de Mousavi, medio centenar de personas se arremolinaban en dos grupos discutiendo la estrategia. Fue cosa de segundos. De golpe, los curiosos transeúntes se convirtieron en una espontánea protesta que fue sumando cientos de seguidores a lo largo del medio kilómetro que logró recorrer. Después, empezaron los palos y las carreras.

Teherán ha vivido hoy una jornada postelectoral de fuertes choques entre las fuerzas de seguridad y varios miles de partidarios del candidato aperturista Mir Hussein Mousavi, que consideran fraudulentos los resultados de las elecciones. La ciudad ya despertó en un clima de calma tensa. La policía, con una presencia en la calle superior a la habitual, cerró la entrada a los centros electorales de Mousavi, donde a lo largo de la mañana se habían ido congregando sus seguidores. Pero no fue hasta mediodía cuando se dieron los primeros incidentes, que fueron de menos a más a medida que avanzaba la tarde.

"Estas elecciones han sido sólo un show", asegura Kayvan, un excitado estudiante, tras participar en la espontánea manifestación de Vali Asr, finiquitada abruptamente a golpes de porra. "Han fabricado los resultados", asegura una compañera suya. Las sospechas acerca de un posible fraude en las elecciones presidenciales del viernes es generalizada entre los opositores al actual presidente. "Los colegios electorales cerraron a las diez de la noche y cuatro horas después la agencia oficial de noticias ya daba a Ahmadineyad vencedor, con un resultado muy parecido al final", afirma Kayvan para aclarar sus sospechas.

Los focos de protesta se han expandido por varios puntos de la ciudad. En la plaza Vanak, miles de personas se concentraron para corear consignas. Al grito de "Ahmadineyad dictador, deja a nuestro país libre" o "esto no es mi voto", jugaban al gato y al ratón con la policía. A la entrada de la marcha, un joven repartía máscaras a los transeúntes de todas las edades que se dirigen a la concentración. "Son para que no nos reconozcan en las fotografías", nos aclara. Preguntado por si estaba asustado responde: "deberíamos estarlo".

El miedo a que con la reelección de Ahmadineyad vuelva a aumentar la represión es generalizado. De momento, hoy, tras unas semanas de permisividad ante las explosivas celebraciones y concentraciones preelectorales, las fuerzas de seguridad volvieron a cargar con contundencia contra los ciudadanos que quisieron protestar en la calle. Cerca del ministerio del Interior, donde teóricamente se realizó el recuento, hubo por la tarde uno de los peores enfrentamientos. Policías con palos de madera perseguían a los manifestantes por las calles e incluso dentro de las tiendas, mientras jóvenes con la cara tapada tiraban adoquines y piedras contra los agentes. En uno de esos dejes surrealistas que tiene esta ciudad, los tumultos no lograron parar el denso tráfico. Así, los conductores debían esquivar contenedores quemados a modo de barricada mientras manifestantes y policías se perseguían y se atacaban entre los coches.

Entre los cánticos más oídos, destacaba el de "Jamenei, no te necesitamos". Todo un aviso a las autoridades del país pues supone una vuelta de tuerca más del malestar popular en la capital. Las últimas semanas, las expresiones de descontento públicas se habían focalizado contra el presidente Ahmadineyad, pero ayer, como novedad, los manifestantes interpelaron directamente a la máxima autoridad del país —el líder supremo—, cuestionando así el sistema en su raíz. Mientras, de mano en mano pasaba un pasquín con un mensaje de Mousavi, que sigue sin reconocer los resultados: "Ha sido una sorpresa de resultado. La gente que ayer estaba en las colas sabe lo que ha votado y se pregunta porqué ha pasado esto. No nos dejaremos vencer. Es nuestro deber religioso revelar el fraude. (…) Tendrían que saber los que han traicionado a los votantes que Irán es de la gente. Pero ellos no tienen miedo de calarle fuego al país".

El cerco también se ha empezado a estrechar sobre el campo informativo. Varias webs y redes sociales dejaron de funcionar a lo largo del día para los internautas del país, entre ellos el popular Facebook. No fue lo único. Arezou, una periodista de 30 años que participó en la campaña de Mousavi, explicaba que la noche de ayer —"la peor de mi vida"— les amenazaron con cerrar hoy los periódicos más aperturistas. Finalmente no ha pasado nada pero el daño, afirma, ya está hecho. "Es una guerra psicológica".

Quienes se mantuvieron en un discreto segundo plano fueron los seguidores de Ahmadineyad. Sí bien se registraron algunos enfrentamientos entre ellos y los manifestantes, no fueron generalizados. Algunas banderas en los coches y unas pocas consignas a favor del presidente fueron las máximas expresiones que se oyeron. Pero claro, no necesitaban más, habían vencido.

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