MADRID.- Desconfianza, pánico, volatilidad, falta de liquidez... Éstas son las palabras que más se han repetido en las crónicas económicas del año que dejamos atrás. Pero sobre todo ha habido miedo, mucho miedo. El pánico reinante ha hecho que las previsiones realizadas a principios de 2008 se hayan quedado, doce meses después, en papel mojado. Nadie ha dado una.
Los periódicos y revistas especializadas se llenan ahora de páginas de recomendaciones sobre dónde meter tu dinero. Visto el éxito de las previsiones del ejercicio anterior, ¿podemos creernos lo que nos cuentan los analistas? Lo que aquí sigue es un recordatorio de cómo ha ido el año en los diferentes productos de inversión; de lo que pronosticaban esos expertos y de lo que ha pasado en realidad. De cara a 2009, tú decides lo que quieres hacer con tus ahorros.
Desde que en 2003 arrancó la tendencia alcista de los mercados, la Bolsa acumuló ganancias ininterrumpidas durante cinco ejercicios. Hasta que hizo crac. La quiebra de Lehman Brothers marcó un antes y un después en la economía mundial, pero sobre todo dejó su huella en el parqué. La semana siguiente a la quiebra, el Ibex 35 (el índice de referencia en España) registró la bajada y la subida más acusadas de su historia. Los inversores se lanzaron a buscar el dinero a la única parte donde lo daban rápido: la Bolsa (los bancos estaban cerrados a cal y canto).
Pero, hoy por hoy, la abundancia de liquidez se ha convertido en historia y el número de operaciones de compra-venta que se cruzan a diario cada vez es más ridículo. El miedo a que quiebren más 'intocables', o a que nos engañen más villanos como Madoff, asusta a cualquiera. Las malas recomendaciones se han cargado la credibilidad de las empresas a las que se paga por un asesoramiento fiable: las agencias de calificación de riesgo, y la de los servicios de análisis de los grandes bancos. Un ejemplo: días antes de la bancarrota de Lehman, ninguno de los analistas de UBS, Credit Suise, Citi, Deustche o JP Morgan recomendaban vender la acción del banco de inversión. Visto el poco tino que han demostrado tener, ¿qué nos creemos de cara a 2009?
Los analistas recomiendan (y mucho) invertir en Bolsa. Eso sí, se trata de una aventura no apta para cardíacos. "Si se tiene sangre fría y se es capaz de apartar el miedo, lo mejor es invertir en Bolsa, porque las acciones están a precio de ganga", asegura Manuel Romera, director del sector financiero del IE Business School. Eso sí, el economista Fernando Ballabriga advierte de que las inversiones bursátiles deben mantenerse "a largo plazo, entre cinco y siete años", porque no se descarta que el parqué pueda volver a registrar bajadas en 2009.
Otros que en 2008 se han pegado el batacazo han sido aquellos que confiaron en el llamado "oro negro". "El precio del petróleo alcanzará los 200 dólares por barril de Brent en dos años", decía hace tan sólo unos meses un informe del banco de inversión estadounidense Goldman Sachs. Lo cierto es que sólo se han cumplido ocho meses de esa previsión, pero todos los que le hicieron eco en mayo y junio (cuando el crudo superaba los 120 dólares), ahora, que apenas roza los 40 dólares, no aventuran estos máximos ni locos.
No fueron los únicos que erraron. A finales de 2007, cuando el oro negro rozaba los 100 dólares, un economista de Citi predijo que en los seis primeros meses de 2008 se esperaba "una caída hasta los 75 dólares". Sin embargo, el petróleo tocó su techo en julio, al alcanzar los 146 dólares/barril.
Las previsiones para el año en el que entramos no aconsejan invertir en petróleo. Según un informe de Merril Lynch, el precio se mantendrá alrededor de los 50 dólares. Visto lo visto, ¿chi lo sá?
Haber ganado o perdido en divisas. Ambas opciones son posibles según con qué moneda hayas jugado. 2008 parecía ser el año del euro frente al dólar. Cuando la crisis no era tan gorda, los europeos se lanzaron a viajar hacia Estados Unidos con un único objetivo: arrasar con las tiendas de la Gran Manzana. En mayo, por un euro conseguías ni más ni menos que 1,60 dólares. Ahora, aunque las tornas no han cambiado, un euro equivale a 1,42 dólares (aquí los analistas no han errado mucho, ya que vaticinaban un cambio de 1,38 dólares).
De cara al futuro, se recomienda invertir en la divisa estadounidense. La creencia generalizada de que EEUU saldrá antes de la crisis que el continente europeo hará que su moneda gane valor, recuerda José Carlos Díez, de Intermoney. Esto se conseguirá, explica Díez, porque los inversores que huyeron de allí volverán a casa a meter su dinero en empresas nacionales.
Aunque a principios de año casi no se mencionaba la libra esterlina, se ha convertido en la protagonista inesperada del cierre del ejercicio. Está en mínimos históricos frente al euro y se acerca, pasito a pasito, hacia la paridad. La fuerte recesión hacia la que parece abocado Reino Unido ha provocado que la moneda del 'God save the Queen' tenga menos adeptos que nunca. Pero, ¿cuánto durará esta previsión?
El estallido de la burbuja inmobiliaria ha hecho caer el mito de que el precio de las viviendas nunca baja, y hoy, ésta no parece ser la mejor opción para colocar los ahorros. "El mercado inmobiliario está todavía en plena caída, por lo que es mejor esperar un tiempo. Quizás a finales de 2009 haya mejores oportunidades", afirma Romera.
Algunos de los escarmentados con las caídas en picado de las inversiones en ladrillo y los vaivenes de la Bolsa se conforman ahora con no perder poder adquisitivo, o con que el Estado les guarde (y asegure) su dinero, aunque sea con una rentabilidad ínfima. La tormenta financiera ha provocado un trasvase de recursos muy importante hacia los depósitos bancarios y la deuda pública, por el grado de seguridad que ofrecen; e incluso hacia el oro.
Los depósitos bancarios vuelven a hacerse cargo de los ahorros de los españoles, una vez garantizados 100.000 euros por cuenta y titular por parte del Estado. La remuneración de estos productos, que oscila entre el 4,5% y el 10%, es el gancho utilizado por las entidades financieras para obtener liquidez con los recursos de los particulares. El consumidor, por su parte, saca provecho de una retribución más elevada de la que lograría por tener inmovilizado su dinero en una cuenta corriente o en una libreta de ahorro al uso. Sin embargo, no es oro todo lo que reluce, y conviene analizar minuciosamente la letra pequeña.
El plazo de duración de estos depósitos oscila entre un mes y un año; y es muy importante conocer la penalización que impone la entidad si el cliente retira la imposición antes del periodo pactado. Algunos bancos garantizan el reintegro de las cantidades depositadas en cualquier momento sin cargo alguno, pero otros manejan una comisión por cancelación anticipada. Además, para formalizar el depósito, hay entidades que exigen al consumidor cierto grado de vinculación (domiciliación de la nómina o recibos, emisión de una tarjeta de crédito, contratación de un plan de pensiones...); otros, limitan el producto a nuevos clientes.
Pero el recorte de los tipos de interés y las inyecciones de capital del Tesoro, harán que bancos y cajas tengan menos necesidad de captar dinero de los ahorradores, y que reduzcan las rentabilidades que ofrecen sus depósitos. Según los expertos, la tendencia es que la rebaja sea de un punto, y no mucho más, y se haga lentamente. Por si acaso, ya hay quien apela a la solidaridad o a los regalos "de alta gama" para atraer nuevos clientes. Es cuestión de echar números y resolver si compensa su contratación.
El escenario de crisis e incertidumbre también ha renovado el interés por la deuda pública. Letras, Bonos y Obligaciones —olvidados en las épocas de esplendor bursátil— exhiben como nunca su condición de valor refugio por excelencia. Una seguridad ligada al hecho de que el emisor de estos activos es el Estado, que en el caso español cuenta con la máxima calificación (triple A), y a la garantía de que el pago de intereses y la amortización de los activos están asegurados por ley.
En general, la emisión de deuda pública es un medio utilizado por el Gobierno para obtener recursos financieros y acometer diversos proyectos. Precisamente ahora, servirán para sufragar el plan de auxilio aprobado para ayudar a la banca.
Un inversor particular puede adquirir deuda del país de forma directa a través de la web del Tesoro, o acudiendo a una de las 22 sucursales del Banco de España. Actualmente, las Letras se emiten a 6, 12 y 18 meses; los Bonos a 3 y 5 años; y las Obligaciones a 10, 15 y 30 años.
En la última subasta, las Letras a 3 meses ofertaron un tipo del 2,55%; a 6 meses, del 2,16%; a un año, del 2,19%; y a 18 meses, del 3,9%. Los Bonos, por su parte, se emitieron a un interés del 2,93% (a 3 años); y del 3,31% (a 5 años). Mientras que las Obligaciones a 10 años se colocaron al 3,95%; y a 30 años, al 4,18%.
Estas rentabilidades no resultan muy atractivas, y los expertos indican que las nuevas subastas se colocarán con intereses aún más bajos, debido a la reciente rebaja de los tipos de interés y a la mayor necesidad de financiación estatal. Aunque todavía no hemos llegado a la situación extrema de Estados Unidos, cuyas últimas emisiones de deuda pública ofrecían una remuneración del 0,005%, o sea, prácticamente nada. Los expertos, sin embargo, no se atreven a asegurar que aquí no pueda pasar en los próximos meses. "Comprando deuda al 0% no ganas nada, pero te aseguras que tu dinero no va a mermar", explica Romera.
Otra alternativa para los más conservadores es el oro, que este año ha estado a punto de morir de éxito. El pasado octubre (en la época 'post Lehman'), los pequeños ahorradores se lanzaron en masa a comprar lingotes de oro. Los analistas afirman que el metal precioso es uno de los mejores valores refugio en épocas de incertidumbre y crisis. Sin embargo, durante esos días el precio del oro bajó de 913 dólares a 850 dólares la onza. ¿Por qué? La facilidad de convertir el oro en dinero líquido ha hecho que la gente invierta en él con expectativas de salir pronto.
Y en 2009, ¿qué? Según los analistas, podemos estar delante de un valor estrella. La fiebre del oro vuelve de verdad, dicen. Un informe de Citi anuncia que el oro podría llegar a los 2.000 dólares por onza como consecuencia de las medidas extremas que están tomando los Gobiernos. Tanto si funcionan como si no, el oro se va a disparar, aseguran. ¿Nos lo creemos?
Lo que está claro es que este año los expertos no quieren pillarse los dedos. "Cuando la incertidumbre lo inunda todo, es difícil saber dónde invertir", sentencia Ballabriga. Por eso no descarta que haya quien recupere las tradiciones más antiguas y vuelva a guardar su dinero bajo el colchón. En Estados Unidos se ha disparado la venta de cajas fuertes. Para muestra, un botón.
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