WASHIGNTON.- Bernard Madoff, de 70 años, fue arrestado en su apartamento de Manhattan por agentes del FBI como máximo responsable de, probablemente, uno de los mayores fraudes de la historia de Wall Street. De momento se desconoce la cantidad que supone la estafa, pero la acusación estima que puede haber causado pérdidas de hasta 50.000 millones de dólares. Madoff reconoció ante miembros de su familia, horas antes de su detención, que su fondo de inversión era en realidad una estafa. Aunque ya está en libertad tras pagar una fianza de 10 millones de dólares, podría pasar en la cárcel hasta 20 años.
Madoff comenzó su carrera como socorrista en las playas de las afueras de Nueva York y pronto utilizó todos sus ahorros para fundar una compañía de inversión que ha durado más de cuatro décadas. La combinación entre grandes inversores, desde compañías internacionales hasta bancos o grandes empresas, y sus donaciones a organizaciones de caridad le hicieron ganarse el respeto de Wall Street.
El ahora autor del mayor timo de la bolsa norteamericana había implicado a gran parte de su familia. Tanto su mujer, encargada de una fundación benéfica con el nombre de la familia, como sus sobrinos, que trabajaban para el fondo de inversión y a quienes confesó la estafa, vivían del dinero de los inversores que ahora reclaman un dinero que no existe.
Madoff también era el hombre al que todo el mundo quería estrechar la mano en los círculos sociales más altos de Nueva York. Según han declarado amigos de la familia e inversores al New York Times, estaba considerado como un favor que alguien te presentara personalmente a Madoff. También había quien se registraba en uno de sus seis clubes de golf sólo para dejarse ver, confiando en conocer personalmente al ahora timador de Wall Street. Él, por su parte, rechazaba inversores como forma de añadir prestigio a su fondo de riesgo.
Uno de los pasos que llevaron a Madoff a su consagración en Wall Street, según explicó Forbes en 2000, fue su visión del papel que tendría la informática en las transacciones hechas en bolsa, cuando otras compañías todavía negociaban la compra-venta de valores por teléfono.
Madoff, antiguo presidente del Nasdaq, era la marca segura, fiable, el fondo de inversión al que acudir. Controlaba hasta 17.000 millones de dólares. Pero todo era una estafa basada en el 'esquema Ponzi': el fondo en realidad no tiene dinero, está hueco; Madoff utilizaba el dinero de nuevos inversores para pagar los beneficios de los anteriores.
A pesar de las sospechas que había despertado anteriormente en Wall Street, el arresto de Madoff ha sorprendido a muchos, dejándoles con la pregunta sin responder de hasta dónde llegarán las consecuencias de este fraude. De momento, ya ha cruzado la frontera de Estados Unidos: El Santander podría tener invertidos hasta tres mil millones de euros en el fondo de Madoff a través de Optimal. Respecto al BBVA, un portavoz aseguró que la entidad «no ha comercializado en su red de clientes minoristas o de banca privada en España productos gestionados o depositados en Madoff Investment Securities».
De momento, la compañía de Madoff no responde a llamadas telefónicas pero ha dejado un mensaje para los inversores: "En este momento, no estamos en disposición de proporcionar información sobre las cuentas de ninguno de nuestros clientes". Para los que quieran su dinero de vuelta, pueden dejar su nombre, su numero de cuenta y un número de contacto. El sustituto de Madoff, abogado de una firma neoyorkina Lee S. Richards, se encargará de retomar las cuentas y bienes de la compañía.
No han sido las sospechas, ni una investigación de varios años ni la confesión de uno de los muchos miembros de la familia que forman parte del negocio. Ha sido la crisis la que ha destapado el escándalo. En un momento en el que los bancos han agotado su crédito y las empresas necesitan liquidez para salir adelante, muchos que invirtieron en el fondo de Madoff han empezado a hacer llamadas pidiendo retirar sus beneficios. Pero el fondo estaba vacío. Madoff no tiene nada con que pagarles.
La estafa ha dejado al borde de la quiebra a grandes inversores, a otros fondos de inversión y organizaciones cuyos directores van a pasar el fin de semana pegados al teléfono, esperando una respuesta sobre cómo recuperar lo que invirtieron. Entre ellos también está el gobierno de una ciudad del estado de Connecticut cuyo fondo de pensiones para casi 1.000 bomberos, policías y empleados municipales dependía de la compañía de Madoff.
Pero entre los afectados también hay pequeñas organizaciones de caridad de la comunidad judía de Estados Unidos a las que Madoff donaba dinero todos los años —ganándose así el respeto como filántropo— y ahora se han quedado sin nada, desde escuelas públicas hasta bibliotecas o fundaciones y hospitales. Deborah Coltin, directora de una de las fundaciones que recibían dinero del fondo de Madoff, declaraba esta mañana a la cadena NBC que ha tenido que despedir inmediatamente a cinco personas. Su presupuesto de ocho millones de dólares dependía únicamente de las donaciones de Madoff. Ya no existen.
Tanto para los inversores como para Wall Street, el fraude de Madoff no ha podido ser descubierto en peor momento. La confianza en la bolsa norteamericana está por los suelos y las reclamaciones por parte de los ciudadanos para que haya mayores auditorías, y más fiables, dentro del mercado de valores, empiezan a oírse cada vez más alto.
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