Se agota la línea de crédito que Rajoy mantenía con el presidente valenciano. La estrategia de la confianza, decidida y defendida por el reducido círculo que rodea al líder nacional del PP, ha sido sustituida por la de exigir el escrutinio popular en las urnas. El deterioro de imagen que está sufriendo el partido por el 'caso Gürtel' exige medidas drásticas ahora que los populares sienten tan cerca su regreso a la Moncloa. La mascletá final se acerca. De hecho, el almuerzo de Alarcón ha sido la última escenificación de un guión en el que no cabe, según fuentes de Génova, la posibilidad de que Camps no adopte las decisiones que se esperan.
"Hay corruptelas asociadas a prácticas prevaricadoras y es necesario ser duro porque la situación ha llegado a un punto insostenible". Uno de los hombres de confianza de Rajoy admite lo que hasta ahora los colaboradores más próximos al presidente del partido trataban de eludir aduciendo que era la Justicia quien debía valorar si existía o no delito. Agitando la bandera de la ética, intentan situar al 'jefe' en las antípodas de los tejemanejes de su parqué temático valenciano.
Una táctica que comenzó a fraguarse cuando el Tribunal Superior de Justicia de Valencia colocó la pelota en el tejado de Génova al archivar el caso —archivo que hoy ha sido recurrido ante el Supremo por parte de la Fiscalía—, pero que se ha intensificado al conocerse las conversaciones de Vicente Rambla —vicepresidente de la Generalitat— y Ricardo Costa —secretario general del PP valenciano— recogidas en el informe policial desestimado por los tribunales, pero que apuntan a la existencia de una presunta trama de financiación ilegal.
"Es preciso tomar medidas contundentes y aclarar lo que ha pasado. La imagen del partido en Valencia está comprometida. Es justo que Camps responda a la confianza que Rajoy ha depositado en él durante tanto tiempo. Debe ejercer su responsabilidad. Camps puede parecer frágil, pero posee una gran fortaleza interior, presume de ser una persona profundamente religiosa y con unos valores éticos. Nadie dice que sea fácil, pero no se puede seguir mirando hacia otro lado. Costa tiene una labor de supervisión directa, de control de la gestión del partido y si no se ha realizado, tendrá que responder por ello". Así de claro se expresa un diputado muy cercano al presidente del PP. No es que Camps haya ganado el pulso. Simplemente se le ha concedido tiempo para que parezca que toma sus decisiones por propia iniciativa.
"En Valencia existe una estructura territorial tan fuerte que no es posible imponer una decisión, hay que dar un margen de autonomía para que se tomen las medidas precisas dentro del Gobierno y del partido. Lo ideal es que se adelanten las elecciones. No hay que tener miedo, porque tenemos todas las papeletas para ganar y sería positivo que Camps fuese ratificado en las urnas. Además de la auditoría y de la comisión de investigación, hay que actuar con contundencia y rapidez.", señala la misma fuente. La reunión de ayer al mediodía entre Camps y Rajoy fue la representación de un pacto para salvar la dignidad porque, como apunta otro diputado popular, "en política te puedes equivocar, meter la pata, protagonizar enfrentamientos con compañeros y luego rectificar. Pero la corrupción, no se perdona".
Y como ejemplo del perfecto político surge enseguida la figura de Alberto Núñez Feijoó, el estrenado presidente gallego, marianista a tope, al que se está tratando de promocionar para contrarrestar el tufo valenciano. "Dio una lección de ética cuando durante la campaña se cargó a gente suya implicada en casos de corrupción. Él es muy consciente de que hay que acabar con estas irregularidades y puede pedir bien alto a otros que no titubeen porque él ya lo ha hecho", explica uno de los ideólogos del partido, empeñado en proteger al jefe supremo desligándole de Camps y acercándolo al 'modelo Feijoó'.
Cuando saltó el 'caso Gürtel', los abanderados de Rajoy le daban al entonces delfín valenciano un año como mucho. Nadie olvida que fue uno de los primeros barones en dar un paso al frente cuando se pedía la dimisión de Rajoy tras perder las últimas elecciones. Pero la deuda se considera que ya está pagada. 'Ric', el hermano pequeño de Juan Costa —el único hombre que se atrevió entonces a erigirse como alternativa a Rajoy— y que no dudó en entregar en mano los votos de los compromisarios de Valencia al cuestionado presidente, también contaba con que se le debía ese favor. Sin embargo, parece que tendrá que utilizar la misma bandeja de plata en la que colocó la cabeza de su hermano para ofrecer la suya. El juego político es así de cruel.
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