Las Juventudes Socialistas de Rincón de la Victoria (Málaga) han decidido sortear un viaje entre aquellos jóvenes que acuden a las urnas con motivo de las elecciones europeas. Esta decisión refuerza el estereotipo de que los votantes se abstienen por pura desidia, algo de lo que se ha hablado mucho estos días. Pero, ¿es verdaderamente la abstención un fenómeno uniforme motivado por la indiferencia?
Para analizar este fenómeno hay que tomar en consideración el carácter opaco de la abstención, ya que tras ésta se esconden multitud de motivos que es imposible desgranar con exactitud ante la falta de estudios.
Pero si uno se esfuerza en mirar a través de esa opacidad puede encontrar diferencias entre una "abstención indiferente" (que se ha erigido en la versión oficial) y otra abstención activa o "beligerante" (que ni mucho menos debe considerarse antidemocrática), según la terminología de Josep Maria Vilajosana, profesor de Filosofía del Derecho en la Universitat Pompeu Fabra.
Este profesor reconoce que dentro de la abstención beligerante hay algunas conductas que, efectivamente, no son justificables desde el punto de vista democrático, como en el caso de alguien que no acude a las urnas porque es partidario de los regímenes autoritarios, lo que el autor considera un auténtico "suicidio ciudadano", ya que un régimen de este tipo implica acabar con el concepto mismo de ciudadanía.
Sin embargo, hay otro tipo de gente que se aleja de los procesos electorales como modo de manifestarse "en contra de una forma determinada de concebir la democracia" y porque, precisamente, "busca su mejora", según nos explica Vilajosana. ¿Contra qué se manifiesta esta gente?
¿Y por qué no votar en blanco? El voto en blanco se utiliza habitualmente bien para mostrar disconformidad por los candidatos, bien para expresar el descontento ante los programas electorales, o bien para protestar ante el modo en que se ha desarrollado la campaña electoral, entre otras posibles causas. Sin embargo, la abstención implica un grado más de distanciamiento sobre la concepción de democracia imperante, o ante los tejemanejes de la clase política, o para desmitificar el proceso electoral como piedra angular y única de la participación ciudadana.
A la vista de las generalizaciones que imperan sobre la abstención parece muy difícil que los partidos políticos hagan una lectura constructiva de ésta y que puedan replantearse algunas de sus prácticas. Mientras, los abstencionistas tal vez no tengan más remedio que seguir creyendo en una democracia más próxima a su concepción griega, la cual identificaba el verbo politizar con la participación en la vida en común. "Si bien son necesarios, no podemos restringir la democracia al término partido, ya que se puede ser democrático en la vida cotidiana, puesto que este mismo artículo es política, una conversación es política, reciclar es política, y hasta conducir bien es una forma de hacer política", nos recuerda Paloma García Picazo, profesora de Relaciones Internacionales en la UNED.
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