La mayoría de los libros están descatalogados y sólo una ínfima parte de todos los que se han escrito están a la venta. Eso es una lástima para los lectores que no pueden encontrarlos y para los editores y los propios autores que no pueden darles salida. Y a la vez, significa un enorme negocio para quienes han sabido ver este 'iceberg' cultural. Más en concreto, Google, que a través de Google Books está realizando la mayor digitalización de contenidos de la historia, sacando a la luz millones de libros 'sumergidos'.
"Que un libro esté descatalogado no significa que no tenga interés", explicaba esta mañana Santiago de la Mora, responsable europeo de Google Book Search. De hecho, rescatarlos puede ser un buen negocio, tanto para autores como para intermediarios. La compañía ha reunido a la prensa para explicar este negocio, además de los términos del acuerdo al que llegaron, el octubre pasado, con un grupo de editores y una asociación de escritores de EEUU y que deberán ratificar pronto los tribunales.
Complejísimo y con repercusiones para editores y escritores de todo el mundo, el acuerdo (resultado de una denuncia del sector) viene a reconocer que Google ha escaneado durante años libros de las bibliotecas estadounidenses sin tener en cuenta los derechos de autor que afectaban a las obras. Y vaya si han escaneado: de los 7 millones de libros en Google Books, uno pertenece al dominio público, otro a editoriales que han cedido sus derechos y la gran mayoría, cinco millones, a obras "huérfanas" a las que se les supone algún tipo de derecho de autor pero cuyo beneficiario no ha sido encontrado.
Si el acuerdo se aprueba, Google indemnizará con la prácticamente simbólica cantidad de 60 dólares al autor de la obra escaneada sin permiso. A cambio, las obras podrán ser visualizadas por los usuarios con mayor o menor grado de integridad y —aquí está parte del negocio— ser adquiridas directamente a través de Google. El 37% es para el buscador, el resto, para el propietario de la obra. Un algoritmo determina el precio por defecto de las obras huérfanas, para así ir recaudando "en favor del dueño" mientras es localizado por un registro independiente de la compañía. El titular puede modificar el precio en cualquier momento y optar entre las distintas modalidades de comercialización. Para el usuario de EEUU, la experiencia va desde una vista previa limitada para las obras sujetas a derechos de autor, a la descarga completa y gratuita de las obras de dominio público o a la posibilidad de adquirir el libro.
Como ya pasaron los tiempos en los que una decisión tomada al otro lado del mundo era ignorada en la otra, los editores y autores de nuestro país se pueden encontrar con que sus libros han sido incluidos en este acuerdo norteamericano. Cedro, la entidad que gestiona los derechos reprográficos, se está encargando de reclamar los derechos de los españoles al otro lado del atlántico. De momento —nos explican— la campaña que están realizando ha tenido bastante éxito. Más de 5.000 autores y de 300 editoriales (entre las que se encuentran prácticamente todos los grandes grupos editoriales) se han unido a la reclamación. Cedro posee unos 16.000 socios. En mayo sabrán si sus obras han sido digitalizadas sin autorización o no.
Preguntados sobre si sería posible un acuerdo similar al norteamericano en nuestro país, el responsable de Búsqueda de Libros en España, Luis Collado, ha reconocido que "si los tribunales lo respaldan, se intentará abrir al resto del mundo y se empezará a hablar con las sociedades de gestión de derechos y con las editoriales". También aquí, Cedro sería la interlocutora natural. Collado también ha explicado que Google está hablando en España con las editoriales para que "aprovechen" Búsqueda de Libros. "Muchas que se han unido, hemos digitalizado sus libros y los mostramos de forma limitada", afirma el directivo. "Cualquier tipo de editor y cualquier tipo de libro puede aprovecharse de las ventajas".
El responsable de Google no ha concretado una cifra de editoriales y aunque ha citado algunas como Siruela, una búsqueda en su propio sistema indica que no se han vuelto locas precisamente por dejarle a Google escanear sus fondos. Fuentes del sector cifran en apenas una cincuentena el número de editoriales adscritas en España a su programa. Collado reconoce que "en España los editores tienen cierto temor a la publicación en internet", pero que en los últimos meses su mente "está cambiando".
El recelo de los editores se debe en gran parte a la ausencia de muchos de ellos de una estrategia digital definida. "Las editoriales y las bibliotecas españolas deberían empezar a digitalizar sus fondos, y después ver si necesitan o no a Google", explica Javier Celaya, fundador del portal sobre cultura y nuevas tecnologías dosdoce.com. En la Federación de Gremios de Editores reconocen que el plan de Google ha preocupado mucho a los editoriales. En el fondo trata todo de los derechos de autor, la batalla perdida de las otras grandes industrias culturales, la música y el cine.
De hecho, "las grandes que al principio fueron con Google al final han acabado digitalizando sus propios fondos y creando sus plataformas, como Harper Collins, Penguin o Random House. Tienen sus tiendas donde se pueden comprar los libros en diversos formatos. Y luego, como una estrategia de promoción más, tienen algunas obras en Google". Cuentan con Google, pero no sólo con él. Para Celaya, aunque existe un lado positivo en el hecho de que Google saque a la luz todos esos libros descatalogados, existe un gran peligro en permitir un monopolio en los contenidos digitales. Para él, son el propio sector editorial y la administración pública quienes deben impedir "que una sola compañía determine el precio del conocimiento".
Google defiende que su herramienta es como una gran librería, un lugar donde pararse a ojear volúmenes que en lugar de ser presentados por un librero son descubiertos por la red. "La búsqueda de libros de Google es interesante ahora mismo para nosotros", explica Alfonso Prado, de la editorial Siglo XXI. Pero "debe ser un aspecto más dentro de la estrategia de cada editorial". Desde hace un par de días, unas 500 obras de su catálogo aparecen dentro del programa de Google. Google ha sido rapidísimo digitalizando, y lo hace de forma gratuita. Pero aunque en cualquier momento el editor puede romper la alianza, la copia digital sigue perteneciendo a Google para siempre.
Aunque el futuro es incierto algunos de los últimos movimientos indican que la discusión sobre los derechos de autor de los libros y el papel de Google, los editores y otros intermediarios no es inútil. Contra todas las previsiones, las aplicaciones de lectura triunfan en el iPhone, desde donde se pueden leer y adquirir libros de Amazon. Al mismo Google Books se puede acceder desde un iPhone o un móvil con Android. Los libros electrónicos de Sony podrán alimentarse de 500.000 títulos gratuitos proporcionados por Google. Puede que haya negocio, pero cuanto más tarde el sector del libro español —como dice Celaya— "más espacio habrá para que lo aprovechen terceros".
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