MADRID.- Antes de empezar: el papel nos gusta a todos, las pantallas son un infierno, nada puede sustituir la sensación de irse a la cama con un buen libro y todo eso. Pero como hoy es el Día del Libro (no de las librerías) y de momento (aunque nos encantaría) no tenemos que promocionar las novedades de nuestra propia editorial como el resto de medios, os damos algunas pistas para ejercer la sana práctica de descargarse lecturas gratis de internet.
Bajarse libros no significa necesariamente piratear. De hecho, es mucho más fácil (y recomendable desde el punto de vista de la calidad de las obras) mantenerse dentro de los límites de la legalidad. La razón es que el copyright de una obra literaria caduca tras unas cuantas décadas y después esta pasa al dominio público. Como la mayor parte de los grandes autores están bien muertos, el resultado es una red saturada de obras maestras. Un ejemplo de que la descarga de libros no tiene nada que ver con la de música es que El juego del ángel, de Ruiz Zafón, aún no ha sido fusilado, algo impensable en un bestseller sonoro.
Hay muchas razones para comenzar a descargar textos. Quizá estés estudiando filosofía y no tengas dinero para comprarte todos los clásicos de Gredos, aunque te encantaría. O vivas en un país en el que su precio sea prohibitivo. La red es perfecta para bajarse manuales y tutoriales, echar un vistazo a obras que se comprarán (o no) más adelante, descubrir nuevos autores, practicar otros idiomas o releer algo rápidamente. Es también el refugio de aquellos que han visto cómo las librerías se convierten en un Zara donde sólo la última moda está en las estanterías, y deben recurrir a la 'larga cola' de internet para satisfacer unos gustos no mayoritarios.
La abundancia de títulos es abrumadora: sólo leerse el contenido del Proyecto Gutenberg llevaría a una persona 68 años de su vida, a razón de un libro al día. En las redes de intercambio se pueden descargar 'packs' de libros que ocupan varios cds. Ningún soporte físico puede competir con esto.
Los contenidos reflejan los gustos de los internautas: abundan la ciencia ficción, la fantasía, la autoayuda, los manuales técnicos, las obras de referencia universitarias y también los títulos liberados bajo licencias Creative Commons por sus autores. Es complicado no chocarse con todo Stephen King, Asimov o los libros de Harry Potter.
En texto plano, html, PDF, lit o incluso como audiolibros, lo ideal es utilizar un dispositivo electrónico especial para ebooks para leerlos. Como utilizan tinta electrónica y no están retroiluminados, no cansan la vista y no tienen nada que ver con una pantalla de ordenador. Aunque en Estados Unidos comienzan a hacerse su sitio, con buenos lectores como el Kindle de Amazon o los modelos de Sony (arropados además por sus respectivas tiendas online), en España aún no han llegado al gran público, y menos aún un modelo de negocio asociado a ellos.
Algunos buenos sitios -y títulos- con los que empezar a llenar el disco duro de letras son los siguientes:
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