Ahora que Barack Obama ya ha pronunciado el "I do solemnly swear that I will faithfully execute the office of President of the United States...", el mundo entero le mira ya (si no le miraban antes) esperando a que se ponga a repartir bolsas rebosantes de dinero. El 44 presidente de Estados Unidos tiene, según reconocen economistas y analistas políticos, la misión de salvar la economía de su país y con ella la del resto del planeta. La confianza en él juega ahora un papel decisivo.
"Obama no va a proponer ningún milagro para la recuperación, eso que quede claro, pero la economía ahora sólo se entiende con la confianza y él, por ahora, tiene toda la del mundo", explica el consultor político y autor del blog The War Room Iván Redondo. La confianza será entonces una de las dos claves del éxito del nuevo presidente de los Estados Unidos y muy necesaria para que la recuperación económica sea una realidad. Gayle Allard, profesora de Economía del IE Business School, asegura que "el efecto Obama va a animar los mercados" y eso creará un clima favorable para la recuperación. Por el momento, ni el parqué de Wall Street ni las Bolsas europeas han aplaudido al nuevo presidente. El Ibex 35 ha sufrido una caída del 2,57% y Wall Street ha cerrado con una caída del 4%.
Obama tiene claro que él es la pieza esencial para que los mercados se llenen de esperanza y así lo ha transmitido en su primer discurso como presidente. Barack ha dicho que aunque superar la crisis no será fácil y tomará tiempo, los estadounidenses han escogido la esperanza en lugar del miedo. Sin embargo, a partir de ahora también habrá muchas decepciones. "Se espera mucho de él y el efecto de sus planes va a ser limitado", continúa Allard. La economista recuerda que Obama "no es la panacea" porque la crisis que está padeciendo el mundo, y en especial Estados Unidos, es muy profunda. Aún así "es necesario porque supone un balón de oxígeno" en un mundo ahogado por la recesión.
Un de los primeras tareas en las que se centrará Obama a partir de hoy será la de intentar poner en marcha el paquete de estímulo económico que pretende crear tres millones de puestos de trabajo en los próximos dos años. En que "el movimiento tiene que ser rápido" coinciden varios economistas. Para conseguir que el plan se ratifique en febrero, el director del Consejo Económico Nacional, Larry Summers, y el jefe de Gabinete del presidente, Rahm Emmanuel (para los seguidores de 'El ala oeste de la Casa Blanca' este es como Leo McGarry al inicio de la serie), llevan varias semanas recorriendo los pasillos y los despachos del Congreso para ganar las adhesiones de los congresistas.
No las tienen todas consigo. Una de las propuestas del plan de estímulos fiscales (estimado en unos 825.000 millones de dólares), además de promesa electoral, es la de rebajar los impuestos a las clases medias y bajas. La puesta en marcha de esta iniciativa coincide con el agotamiento de las rebajas fiscales a las clases altas que instauró Bush hace dos años.
Según diferentes medios de comunicación estadounidenses, algunos senadores y congresistas condicionan su apoyo a que se universalicen las rebajas de impuestos. Es decir, que las clases altas también se incluyan. Además, según se recoge en The New York Times, "los líderes republicanos están poniendo obstáculos a las leyes encaminadas a estimular la economía al tiempo que pretenden ser los adalides de una deliberación prudente en el Congreso".
Paul Krugman, el economista más bloguero de la historia y actual premio Nobel de Economía, confía plenamente en que el plan pasará el filtro del Congreso y del Senado. Lo que le atormenta es el cuándo, y así lo reflejaba hace unas semanas en The New York Times:
Ésta es mi hipótesis de pesadilla: el Congreso tarda meses en ratificar un plan de estímulo, y la legislación que acaba aprobándose es demasiado cauta. Como consecuencia de ello, la economía se hunde durante la mayor parte de 2009, y cuando el plan empieza por fin a surtir efecto, lo hace sólo con fuerza suficiente para frenar la caída, no para detenerla. Mientras tanto, la deflación se instala, y empresas y consumidores empiezan a basar sus planes de gasto en la perspectiva de una economía permanentemente deprimida; y bien, uno puede ver en qué desemboca esto.
Allard coincide con su colega en que el plan se aprobará y en que lo importante es moverse deprisa. Ya lo dijo el propio Obama hace un mes: "Si no actuamos con rapidez y audacia podríamos experimentar una recesión económica mucho más profunda". Hoy lo ha ratificado en su discurso al recordar a los estadounidenses que para combatir la crisis se necesitan medidas audaces y se harán. La rapidez será por tanto la segunda clave del éxito de Obama.
"En esta crisis, hacer muy poco es más peligroso que hacer demasiado", ha dicho últimamente Larry Summers. El hombre del presidente, su mano derecha en asuntos económicos, es consciente de que el macroplan que pretenden aprobar en febrero, que supone un 6% de la riqueza del país, puede quedarse corto nada más arrancar.
Paul Krugman también recogía la semana pasada el guante echado por Obama en un artículo publicado en El País. El nuevo presidente de Estados Unidos dijo que quiere oír ideas sobre "cómo gastar dinero de manera eficiente y eficaz para hacer que arranque la economía". Pues bien, Krugman, aparte de dar consejos como ampliar los seguros para tener asistencia médica (en Estados Unidos la sanidad es muy restringida), avisó al presidente que su inmenso plan se quedará más bien corto y no solucionará los problemas de Estados Unidos.
Según Krugman, Obama conseguiría más "incluyendo en su plan mucha más inversión pública, lo cual será posible si adopta un punto de vista más a largo plazo". El premio Nobel de Economía, un keynesiano de pro, cita el primer informe que los ya habitantes del ala oeste de la Casa Blanca han redactado sobre el impacto del plan. Él y otros economistas coinciden en decir que el informe evidencia las carencias del plan. Después de ser ejecutada la inversión, en el último trimestre de 2010, el paro estará en el 7%. El mismo nivel en el que está ahora.
Krugman no es el único que piensa que el macroplan no será suficiente si se quiere evitar una depresión duradera. Ben Bernanke, actual presidente de la Reserva Ferderal (el banco central estadounidense) y principal responsable de que los tipos de interés entre el 0 y el 0,25%, opina que los estímulos fiscales previstos no serán suficientes para ayudar a la economía estadounidense a salir de la crisis si no se toman otra medidas, como la compra de activos de los bancos. Los expertos consultados por soitu coinciden con las ideas de éstos dos.
Acusado desde el principio de falta de experiencia, Obama ha sabido rodearse de los mejores para que complementen sus carencias. Su equipo económico, al que ha querido darle una importancia vital, son los mejores de la clase. Timothy Gaithner, Rahm Emanuel, Christina Romer, Larry Summers, Paul Volcker y Mary Saphiro entre otros son, según el consenso de la mayoría, los mejores de los mejores. "Es un equipo de superestrellas elegido de forma conservadora en el sentido que ha heredado al 50% del equipo de la administración de Bill Clinton", confirma Iván Redondo.
Este equipo intentará a partir de hoy vender lo mejor posible el 'New Deal' de Obama ahora que a Estados Unidos cada vez le quedan menos balas en la recámara que tirar. La nacionalización de algunos bancos e hipotecarias es un hecho (Obama es también a partir de hoy un banquero), los tipos de interés ya no se pueden bajar más y Bernanke hace más de un mes que decidió poner a funcionar la máquina de hacer billetes. "Ya no pueden tirar de política monetaria así que lo mejor que podría hacer es ampliar la política de gasto fiscal para salir cuanto antes de la crisis", reconoce Allard.
En el caso de que atendiera a los economistas keynesianos (corriente que parece seguir) se encontraría con un gran pero. ¿Cómo se pagará toda esta financiación? "La inversión estatal tendrá un alto coste y esto se traducirá en que su deuda sea vista en los mercados como de peor calidad. Esto encarecerá aún más el déficit y así poco a poco", explica la economista. Con los planes de rescate incluidos, la deuda superará el 60% del PIB a finales de 2010, el nivel más alto desde que el país afrontó el pago de las deudas de la segunda Guerra Mundial. Aún así, todos los economistas consultados coinciden en que hay que volver a recuperar fuertemente a Keynes (y que el Estado siga gastando) para evitar que Estados Unidos se sumerja en una depresión y se lleve consigo a medio planeta.
La confianza, el otro factor clave del fenómeno Obama, puede "desmoronarse a partir de hoy [Obama ya ha avisado de que cometerá errores] porque el mito se ha humanizado", sostiene el consultor político Iván Redondo. Sin embargo, "si se tiene paciencia y el nuevo presidente consigue ser rápido en la aplicación de su política económica el mercado captará el mensaje", sentencia. ¿Lo conseguirá?
Tal y como dice hoy Miquel Roca (uno de los padres de nuestra Constitución) en La Vanguardia, debería conseguirlo porque "necesitamos que Obama tenga éxito. Se lo deseamos para él y para los estadounidenses, pero desde Europa, nuestra esperanza en su gestión es —casi— nuestra última esperanza".
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