Hemos mejorado, pero todavía queda mucho por hacer. Los empresarios españoles cada vez responden menos al perfil del 'emprendedor analfabeto' de hace 30 años, aunque siguen a la cola. Por detrás, sólo Portugal. Es una de las conclusiones del informe "El capital humano y los Emprendedores en España", realizado por Bancaja, en colaboración con el Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas (IVIE).
Si nos paramos a pensar en los nombres de algunas de las personas más ricas de España y ahondamos un poco en sus biografías, no tardamos en llegar a una conclusión: las fortunas de muchos salieron de su trabajo pero no de su formación. Y con esto no nos referimos a la falta de esfuerzo, sino a la falta de formación. Al fin y al cabo, la gran mayoría de los españoles que ocupan un puesto en la lista Forbes de los hombres más ricos del mundo son empresarios que pusieron en marcha sus negocios en la década de los 70. Hace 30 años el número de emprendedores —que se atrevieron a poner en marcha una empresa— era muy similar al actual, poco más de tres millones. La diferencia es que antes el 84,4% de ellos carecía de estudios, o como mucho tenía sólo los primarios, y un 4,7% era analfabeto. Es decir, prácticamente nueve de cada diez emprendedores ni siquiera tenían el nivel de enseñanza que era obligatorio para los jóvenes en esos momentos. Ahora, el 9,5% tiene estudios universitarios y sólo hay un 0,24% de analfabetos.
A pesar de la evidente mejoría, no son todo buenas noticias. La comparación del nivel de formación del empresariado español con el europeo nos deja en muy mal lugar. En una lista de quince países, encabezada por Austria, sólo superamos a Portugal en estudios secundarios postobligatorios. E igual de preocupante es el dato de los empresarios que pueden enseñar un título universitario. Y eso que países como Irlanda, Austria, Grecia, Portugal o Italia están en este capítulo están por debajo de España.
Los resultados del informe reflejan cómo está evolucionando la formación de los empresarios y directivos españoles, pero todavía vamos lentos. Sobre todo, porque aún siguen en activo empresarios de la vieja escuela. Entre ellos, el mismísimo Amancio Ortega, el hombre más rico de España.
Es bien sabido que el fundador de Inditex empezó trabajando en una pequeña tienda, y más tarde, con 17 años, junto con su tío José Antonio Caramelo, decidió hacer batas para bebés. De ahí a convertirse en el actual número 22 de la lista de Forbes, le ha costado muchos años de esfuerzo, pero ninguno de estudios. El hombre más rico de España lleva a gala que su universidad ha sido su profesión.
Lo mismo podrían decir otros, como el gallego Manuel Jove, que inició su andadura empresarial con sólo 11 años como carpintero en la empresa de imitaciones de muebles antiguos de su padre. A partir de ahí, levantó un imperio inmobiliario y creó Fadesa, que ha sido el mayor grupo inmobiliario independiente de España y del que supo deshacerse a tiempo para montar después, en 2007, la sociedad de inversión Inveravante. Si está en la lista Forbes de número 307 no es por su formación, más bien por su enorme ambición económica.
Luis Portillo, el ex presidente y primer accionista de Colonial y accionista de BBVA y Santander . Acabó convirtiéndose en un Rey Midas del ladrillo. Y lo mismo ocurre con el presidente de Marina d'Or, Jesús Ger. De él dicen que su poco sentido de la estética es inversamente proporcional a su espíritu ambicioso. Dejó atrás el negocio familiar de venta de colchones, para ir tomando posiciones en el inmobiliario y el del ocio en el litoral castellonense. Y construyó un imperio. Como Enrique Bañuelos, que de vendedor de miel pasó a ocupar, con sólo 40 años, el puesto 95 del ranking de Forbes.
Y la lista sigue. Ricos poco letrados hay muchos, y si no sólo hay que ver a Paco 'el Pocero'. A Francisco Hernando se le apoda así por sus orígenes. De madre churrera y padre pocero, el creador del Residencial de Seseña (Toledo) se dedicó a la recogida de cereal, fue repartidor de carne, trabajó como repartidor de agua entre los obreros de la empresa constructora Urbis y vació alcantarillas, pero nunca estudió. Y como él, Alfonso Gallardo, alías el Chatarrero, que empezó recogiendo chatarra con su burro y acabó construyendo un imperio en el sector de la siderometalurgia.
El éxito recabado con esfuerzo y sin estudios no significa que la tendencia siga siendo la misma que en 1977. La mejora del capital empresarial estos años ha sido sustancial. En 2006, más del 30% de los empresarios había cursado la educación secundaria obligatoria; el 21,9%, tenía estudios secundarios postobligatorios; el 7,4%, un ciclo formativo; el 5,9%, una diplomatura; y un 9,8% era licenciado o doctor. Y poco a poco los niveles van mejorando. En parte porque son los 'hijos de papá' o los sobrinos o los nietos los que cogen el testigo, por lo que se preparan a conciencia para ello. Por ejemplo, Marta Ortega, la hija del 'rey de la moda', cursó empresariales en el European Business School de Londres y actualmente asiste a un máster de negocios en este mismo centro.
Isidoro Álvarez, el presidente de El Corte Inglés, heredó el imperio tras la muerte de su tío, Ramón Areces, en 1989. Antes de coger el testigo se preparó a fondo. En 1957 se licenció en Económicas en la Universidad Complutense con altas calificaciones, y recibió el Premio extraordinario en Economía y Ciencias Empresariales. Además, mientras estudiaba trabajaba en la empresa fundada por su abuelo para ir conociendo el funcionamiento de la compañía.
Lo mismo, o más, Rafael del Pino Calvo-Sotelo. El hijo del recientemente fallecido fundandor de Ferrovial tiene un currículo propio del cargo de directivo que ocupa desde el año 2000. Es ingeniero y tiene un máster en administración de empresas en la escuela de negocios de Boston, el Massachusetts Institute of Technology (MIT).
Antes de heredar el negocio familiar, el dueño de Mercadona, Juan Roig, decidió licenciarse en Económicas por la Universidad de Valencia. Igual que los primos Entrecanales. Tanto José Manuel como Juan Ignacio (presidente y vicepresidente de Acciona) fueron a la universidad antes de heredar en vida el negocio montado por sus padres. El primero estudió Ciencias Económicas en la Universidad Complutense de Madrid, y el otro, Ingeniería Industrial en la Escuela Técnica Superior de Ingenieros Industriales de Madrid.
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