Seguro que el presidente de Martinsa-Fadesa, Fernando Martín, no le desearía ni a su peor enemigo el día que ha pasado hoy. La suya ha sido una jornada de auténtico infarto. Primero, la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) anunció la suspensión cautelar de la cotización en bolsa de su compañía y 12 horas después, el Consejo de Administración anunció la suspensión definitiva de pagos. Y todo esto en una semana complicada. Porque hace tres días las acciones de la inmobiliaria cayeron cerca del 34% y estaba previsto que este martes se anunciase cuántos trabajadores iban a verse afectados por un expediente de regulación de empleo (ERE).
Por su curriculum —entre otras cosas fue secretario de la Unión de Centro Democrático (UCD) de Valladolid hasta 1982 y aunque sólo por dos meses se adecuó al perfil de empresario-futbolista al convertirse en presidente del Real Madrid tras la dimisión de Florentino Pérez— debería estar acostumbrado a enfrentarse a todo tipo de situaciones y parece que nada le corta. Pero el problema en el que Martín está ahora inmerso es diferente porque se ha quedado sin solución. Después de más de cinco horas de reunión el Consejo de Administración de la empresa inmobiliaria no ha logrado sacarla a flote. Por eso Martinsa-Fadesa ha decidido instar un Concurso Voluntario de Acreedores "como mejor modo de evitar un empeoramiento de la situación de crisis que pudiera devenir irreversible y repercutir gravemente en sus acreedores", según dicta la nota de prensa facilitada. Y esto, aunque suene diferente, no es más que una clásica suspensión de pagos.
Sin haber conseguido el apoyo del Instituto de Crédito Oficial (ICO) y sin ningún banco que la vuelva a refinanciar (hace sólo dos meses que recibió 4.000 millones de euros para afrontar su deuda pendiente de 5.100 millones), Martinsa-Fadesa afronta la mayor suspensión de pagos de la historia de España. Ahora queda por ver, cuál es su futuro y el de su presidente. Y parece, según Ernesto Akerman, analista de GVC, que éste no va a ser nada esperanzador. "La deuda de 5.000 millones de euros es demasiado elevada" y ahora mismo la situación de crisis inmobiliaria y el descenso de la compra-venta de vivienda "no garantiza una rápida recuperación" del dinero invertido. Por eso, "no sería de extrañar que no hubiese ninguna empresa candidata a la compra".
José Carlos Díez de Intermoney asegura que esto no es más que el principio de lo que puede pasar. "Estamos ante un reajuste residencial" y la crisis del ladrillo empieza a notarse en constructoras e inmobiliarias. Ni la suspensión de pagos, ni la refinanciación de Martinsa-Fadesa ha sido exclusiva dentro de este sector. Hace poco Colonial tuvo que recurrir a esta alternativa y aún así sigue cayendo en bolsa.
Lo peor que le podría pasar ahora a Martinsa-Fadesa, y tampoco es tan descabellado, es que no encuentre un 'comprador' y finalmente termine por liquidarse. Entraría en una situación complicada, aunque tampoco estaría sola. En ese limbo ya tiene posibles compañeras de viaje como Llanera o Lábaro.
La situación abre el debate de si el Estado debería actuar en situaciones como ésta igual que ha ocurrido en Estados Unidos. Este fin de semana, el Gobierno de Bush ha tenido que intervenir para evitar la quiebra de Fannie Mae y Freddie Mac. Los analistas creen que esto no podría pasar en España, porque según asegura José Carlos Díez, "no tiene nada que ver". En primer lugar, "la deuda de Martinsa-Fadesa es de 5.000 millones de euros y la de las americanas es de 5 billones de dólares. Además, entre estas dos compañías tienen el 50% del negocio hipotecario estadounidense y la española no representa ni el 5% del nuestro", asegura.
Pero esto no es lo más importante. Akerman insiste en que Martinsa-Fadesa es "sólo una inmobiliaria" y en España hay cerca de 4.000. Las dos estadounidenses son empresas reaseguradoras y son propietarias de casi seis billones de dólares en hipotecas por lo que "al gobierno de Bush no le queda otro remedio que intervenir", sobre todo porque "está comprometido por ley". Aún así, el anuncio de la intervención no ha sido la solución, o por lo menos de momento, porque según los periódicos americanos las compañías siguen bajando en el parqué neoyorquino.
Sin la posible intervención del Estado ni una nueva financiación, el futuro de Martinsa-Fadesa está ahora en el aire. ¿Será ésta la última vez que la compañía de Fernando Martín entra en problemas? O quizás, ¿esto es sólo el principio de la crisis o no la primera señal de que se está tocando fondo?
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