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Uribe, el gran vencedor en el rescate de "la joya de la corona"

Por EUGENIA REDONDO (SOITU.ES)
Actualizado 03-07-2008 17:13 CET

La "gesta" de Uribe y los servicios de inteligencia colombianos, que han permitido la liberación de 15 rehenes de las FARC, entre los que se encuentra la ex candidata presidencial Ingrid Betancourt, ha alcanzado "tintes épicos". La operación 'Jaque' contra las FARC (quién dice que no podría estar ya en marcha la operación ‘Mate’), tal y como ha sido relatada por el ministro de Defensa y el resto de actores, parece sacada de una película al más puro estilo hollywoodiense. Medios de todo el mundo señalan a Uribe como el héroe principal de esta historia y, para mayor regocijo del Gobierno, la epopeya ha contado con un espectador de lujo, el propio candidato republicano a la presidencia de Estados Unidos, John McCainn, que pasaba por allí casualmente, para reforzar los fuertes lazos que unen, ya de lejos, al presidente colombiano con los republicanos estadounidenses.

El que podría ser el próximo presidente de los Estados Unidos ha sido testigo del golpe de efecto magistral que ha empujado a Uribe a las cotas más altas de su popularidad. Así lo indican los expertos, que consideran que el antioqueño es "el gran ganador" de esta historia y que, sin duda, esta operación hará que se olvide cualquier error que haya cometido a lo largo de los seis años que lleva gobernando.

La suerte le acompaña. Dos de los momentos más tensos de su legislatura han coincidido con dos de sus mayores logros. Primero fue el "efecto Emmanuel", provocado por la repentina revelación del Gobierno colombiano que confirmó que tenía bajo su tutela al hijo de la compañera de secuestro, amiga y número dos de Betancourt, Clara Rojas, liberada en enero. Emmanuel apareció justo unas semanas después de que se ejecutaran las primeras condenas a congresistas acusados de tener nexos con los grupos paramilitares. Aunque el escándalo de la parapolítica había estallado un año antes, estos primeros encarcelamientos hicieron que el suceso saltara a las páginas de todos los periódicos, tanto dentro como fuera del país.

Las investigaciones estaban poniendo contra las cuerdas a personas muy cercanas a Uribe, entre ellos su primo, Mario Uribe, que está en prisión, cuando la entrada en escena del hijo de Clara Rojas eclipsó toda información referida al escabroso asunto de la parapolítica. De hecho, también por esos días, se producía en un roce sin precedentes cuando el mandatario colombiano demandaba a el presidente de la Corte, Cesar Julio Valencia Copete, que se negó a retractarse de unas declaraciones que hizo a El Espectador, en las que aseguraba que el propio Uribe se puso en contacto con él para hablar sobre su primo.

Pasada —o postergada— la tormenta de la parapolítica, la liberación de Ingrid Betancourt se produce casualmente en el punto álgido de lo que se ha llamado 'Yidispolítica', denominado así después de que una diputada colombiana, Yidis Medina, asegurara que fue sobornada para votar a favor de permitir la reelección del presidente Uribe (la ley sólo permite gobernar cuatro años seguidos en Colombia, pero se modificó un artículo para permitir la reelección del actual jefe de Estado). Medina cumple condena por cohecho y, hace apenas una semana, la Corte Suprema de Justicia declaró que la reelección de Uribe fue ilegal. Importantes líderes de opinión colombianos, como Luis Eduardo Garzón, columnista de El Espectador, creen que el rescate de Ingrid no debe ser una excusa para que no se respeten las reglas y se siga adelante con la investigación, independientemente de que este hecho haya despertado aún más si cabe, las simpatías de los colombianos por el presidente colombiano. Es más, según él "´éste es, precisamente, el nudo central de la crisis".

Un regalo en plena crisis

Si como bien decía Enrique Rivas, experto en las FARC del semanario El Espectador, Ingrid era "la joya de la corona" de las FARC, ahora lo es para el presidente Uribe. Las declaraciones de Betancourt han puesto el broche de oro a la operación. La primera reacción de Betancourt, cuyos familiares han sido los mayores detractores de Uribe y su política belicista, ha sido positiva para el Gobierno. Ingrid apoya al Ejército y sus maniobras para liberar a los secuestrados después la "operación impecable" -en sus propias palabras- que permitió su rescate.

Sin embargo, está por ver la postura de la familia una vez pasada la euforia inicial de haber podido abrazar a Ingrid de nuevo tras seis años de secuestro. "Uribe no tiene voluntad política para resolver el problema. Él no tiene interés en liberar a Ingrid. Ella es la única que puede vencerlo" en las urnas, decía no hace mucho Juan Carlos Lecompte, marido de Ingrid, haciendo alusión a un sondeo que colocaba a Betancourt como la segunda política más popular de Colombia, detrás de Uribe.

Como Lecompte, han sido muchos los que han insinuado que el dirigente colombiano nunca tuvo interés en liberar a la política franco colombiana, ya Betancourt sería la única política colombiana que podría hacer sombra al presidente Uribe. Su propia madre, Yolanda Pulecio, hacía estas afirmaciones.

De la misma opinión, la senadora del Partido Liberal colombiano Piedad Córdoba, mediadora entre el Gobierno y las FARC, explicaba en una entrevista concedida a la revista Cambio que la muerte de Raúl Reyes, número dos y mediador de las FARC, se produjo en un momento en que "la liberación de Ingrid ya había empezado a considerarse". Según Córdoba, "la muerte se produjo dos o tres días después de una reunión en Panamá con el comisionado Luis Carlos Restrepo, Daniel Parfait (ex embajador de Francia en Colombia y actual esposo de la hermana de Íngrid Betancourt y Noé Sans (asesor del Gobierno francés).Tengo entendido que la reunión se dio porque Restrepo les comentó que el Gobierno los autorizaba a hablar con Reyes para mirar cómo se podía dar la liberación de Íngrid".

Pero Ingrid ya está en casa y las FARC han quedado heridas de muerte. Si es cierto que miembros del ejército se lograron infiltrar en el secretariado, crece el riesgo de que se proceda a ajusticiar a cualquier guerrillero sospechoso de traición. Otro fantasma con el que la guerrilla tendrá que enfrentarse es la deserción. La muerte de Raúl Reyes, número dos y negociador, en marzo, y de su líder y fundador, Manuel Marulanda, tan sólo unos días después, así como la desmovilización de 'Karina', una de las rebeldes más buscadas, pueden provocar una pérdida de confianza entre las filas guerrilleras.

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