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Birmania y China: dos dictaduras con catástrofes, pero con distinta respuesta

Por SOITU.ES
Actualizado 16-05-2008 13:04 CET

Mayo ha azotado con la máxima crudeza el sudeste asiático. El ciclón 'Nargis' arrasó Birmania, y pese a las imágenes de destrucción, las cifras oficiales no reconocieron más de 50.000 muertos hasta el 16 de mayo, situando los nuevos datos en torno a 78.000 víctimas (mientras la ONU barajaba 100.000 casi una semana antes). En China, el peor terremoto de los últimos treinta años también ha sembrado de luto la región de Sichuán. Aunque ambos países están regidos por férreas dictaduras, la forma de afrontar estas catástrofes naturales ha sido muy distinta.

La cobertura informativa

Algo está cambiando en China. La opacidad y estricta censura que el régimen comunista aplicó en pasadas catástrofes naturales y crisis políticas -la última, las protestas internacionales por la situación del Tibet- han dado paso a una prolija cobertura informativa en los medios chinos. El canal estatal CCTV interrumpió rápidamente su programación para dar cuenta del terremoto y sus secuelas y han sido constantes las imágenes dramáticas de muertos y heridos. A ello ha contribuido el hecho de que China sea una potencia mundial abierta ya a la economía de mercado. Empresas y medios de todo el mundo estén instalados allí y tienen más facilidades de movimiento para dar a conocer lo que ocurre, y ahora más, con la cercanía de los Juegos Olímpicos.

La información del devastador ciclón 'Nargis' se ha dado con cuentagotas. La Junta Militar birmana ha retrasado todo lo que ha podido la información sobre muertos y heridos. Según denuncian la ONU y varias ONGs, las autoridades han desinflado la cifra de víctimas (Birmania habla de 43.318 muertos, mientras que Cruz Roja los eleva hasta los 127.990). Los militares han impedido la entrada de cooperantes extranjeros, salvo los de países con gobiernos amigos (Bangladesh, China, India o Tailandia) que puedan contradecir la 'versión oficial'. Los medios de comunicación estatales no ofrecen más imágenes y datos que los que permite la Junta. Las imágenes más dramáticas de cadáveres flotando han sido distribuidas por el movimiento opositor Free Burma Rangers (FBR), que opera desde Tailandia.

Las autoridades

La forma en la que están informando los medios chinos puede estar condicionada por la presencia en la zona del seísmo de numerosos miembros del Partido Comunista Chino, encabezado por el primer ministro, desde el mismo lunes. Wen Jiabao se ha fotografiado con víctimas y ha escuchado a vecinos quejándose de la situación. Hoy ha llegado el presidente Hu Jintao "para consolar a las víctimas e inspeccionar las labores de rescate". Se trata de dar una imagen, tanto al país como a la comunidad internacional -en menos de tres meses comienzan los Juegos Olímpicos-, de que el régimen tiene controlada la situación y se ha volcado con los afectados. Incluso ya se han abierto investigaciones internas para saber por qué se han derrumbado 7.000 escuelas con el seísmo.

Poco se sabe del general Than Shwe, jefe de la Junta Militar de Birmania, al que sólo se le ha visto estos días votando a favor de la reforma constitucional que él mismo ha promovido. Nada de acercarse a la zona devastada, ni escuchar los lamentos de su pueblo. Todo lo contrario. Los militares, según la oposición y observadores internacionales, han recrudecido la represión con los disidentes, que denuncian el "fraude masivo" del último referéndum constitucional que consolida el régimen. Además, la dictadura dio una muestra más de su insensibilidad al no suspender una gala con actuaciones de artistas en la que se animaba a participar en la consulta constitucional, mientras medio país permanecía abnegado por el lodo.

La ayuda internacional

También en este punto existen claras diferencias. China rápidamente pidió ayuda a la comunidad internacional para hacer frente a una de sus peores catástrofes de las últimas tres décadas. Incluso se han aparcado viejas rencillas con algunos vecinos como Japón o Taiwán, desde donde se ha enviado material y expertos en emergencias naturales. Pekín se apresuró el mismo lunes a agradecer "cualquier ayuda económica o material" que se recibiese. No se han puesto obstáculos a los cooperantes extranjeros, ni a los fondos llegados desde todo el mundo, ni los aviones con ayuda.

Birmania tardó varios días en admitir el dinero que organismos internacionales y algunos países le ofrecían. Eso sí, impidió al mismo tiempo la entrada de cooperantes extranjeros y ONGs especializadas en hacer frente a catástrofes, en un intento de gestionar en exclusiva los recursos (o confiscándolos). Incluso los militares impidieron que médicos, enfermeros y voluntarios birmanios pudieran acceder a las zonas afectadas. Esta actitud fue denunciada por la ONU, que recriminó con dureza la "frustrante" actuación de la Junta, que trata de hacer frente a toda la crisis con los miembros del Ejército. Ante esta situación, algunos políticos han planteado la opción de imponer la ayuda humanitaria, aunque sea por la fuerza.

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