MADRID.- La revolución digital llega a las editoriales. Ha tardado. Los libros han resistido el embate del universo digital por la fortaleza del papel para la lectura. Pero la amenaza llega. Algunas editoriales comienzan a pensar un futuro digital donde los libros se pueden vender por capítulos o difundirse viralmente en otras webs.
Libros digitales en la pantalla. Pantallas para vender libros de papel. Desde la última Ley del Libro de 2007 ya no hacen falta 49 páginas para que un libro sea un libro, según el viejo criterio de la Unesco. Ahora se entiende por libro cualquier "obra científica, artística, literaria o de cualquier otra índole que constituye una publicación unitaria en uno o varios volúmenes y que puede aparecer impresa o en cualquier otro soporte susceptible de lectura".
Y el artículo 2 de la Ley aclara, por si acaso, que "se entienden incluidos en la definición de libro, a los efectos de esta Ley, los libros electrónicos y los libros que se publiquen o se difundan por Internet o en otro soporte que pueda aparecer en el futuro, los materiales complementarios de carácter impreso, visual, audiovisual o sonoro que sean editados conjuntamente con el libro y que participen del carácter unitario del mismo, así como cualquier otra manifestación editorial".
Pero el negocio de las editoriales sigue siendo el libro de papel. Pese a los muchos intentos de ebooks o libros digitales, ninguno ha triunfado por el momento.
Nadie ha conseguido todavía el iPod de los libros.
Amazon lo está intentando de nuevo con Kindle, pero ese cacharro tan feo tiene limitaciones de derechos y conectividad que ahuyentan a posibles consumidores.
Las editoriales comienzan a moverse a pesar de su lentitud y resistencia. Y la opción es el marketing digital y viral además de la puesta en marcha de modelos de promoción que en algunos casos repiten las experiencias de Amazon o Google Books y otras librerías y bibliotecas digitales.
HarperCollins y Random House relanzan estos días iniciativas que ya pusieron en marcha el año pasado sin mucho éxito.
HarperCollins, propiedad del magnate Rupert Murdoch, dueño de MySpace, Fox, The Times o The Wall Street Journal, lanza Browse Inside para recrear la experiencia de la consulta en la librería en internet.
En Browse Inside se pueden ojear electrónicamente los libros, como en esta obra de Paulo Coelho, pero además los internautas pueden incluir en sus páginas webs un widget con la promoción del libro.
Eso sí, nada de leer el libro entero ni llevarse los ejemplos a un portátil, móvil o PDA. Una iniciativa que imita cinco años después la de Amazon.
Random House quiere ir un poco más allá y presenta un widget donde poder consultar directamente algunas páginas de sus libros. La idea del marketing viral en este caso es que los lectores puedan ojear las obras desde esta herramienta incrustada en otras webs, comerciales o de seguidores de los autores.
Pero en Random House están atentos a lo que ha ocurrido en el mundo de la música y se lanza al experimento de comprobar si los libros pueden ser vendidos por capítulos. La misma revolución de iTunes, la tienda digital de Apple, cuando comenzó a vender canciones en lugar de álbumes.
Los libros son distintos. Muchos son difíciles de trocear y la ruptura de la obra completa puede alarmar a muchos autores, pero el método puede ser práctico para libros técnicos, obras de consulta, autoayuda, etc. Por eso empiezan por Made to Stick un libro sobre la viralidad y la pegajosidad (según la definición de Malcolm Gladwell) de ideas y productos.
Cada capítulo a 2,99 dólares. Un precio nada despreciable para una copia con muchas limitaciones para compartirla en varios dispositivos.
Random House también ha hecho el experimento de distribuir gratis Infected, la última novela de Scott Sigler, cinco días antes de su venta en las librerías. Una fórmula similar a la del grupo R.E.M. con su último álbum. Y las críticas han arreciado contra la limitación temporal y un mal entendimiento del marketing y de cómo funciona internet.
Pero los editores están contentos con la experiencia y defienden su convicción de que la iniciativa ha ayudado a vender más libros porque "un mp3 puede ser sustituto de un CD, pero un pdf no sustituye a un libro de tapa dura".
Los editores siguen buscando su fórmula de negocio en la Red mientras otros como We Book van un paso más allá y frente al escritor solo con su obra, enfrentado al vértigo de la opinión del editor, quieren convertir la escritura en una experiencia colectiva y participativa. "Escribir ama la compañía", es su lema para acabar con la soledad del autor.
Los libros abren sus páginas.
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