Los titulares de los periódicos norteamericanos son contundentes: Obama está lanzado y la de hoy es su octava victoria consecutiva desde el empate en la crucial batalla del 'Supermartes', que dejó al senador por Illinois con más estados ganados y a la ex primera dama con un mayor número de delegados.
El nerviosismo empieza a hacer mella en las filas de la candidatura de Clinton. Tras su fracaso en las primarias de Maine, Hillary Clinton decidió sustituir a su directora de campaña, Patti Solis Doyle por su ayudante Maggie Williams.
Hoy, tras la derrota en las primarias de Potomac (Virginia, Maryland y Washington DC) ha sido su subdirector, Mike Henry, quien ha anunciado su dimisión.
A pesar de que los resultados son cada día más adversos para la senadora de Nueva York, no todo está perdido todavía. Aquí analizamos algunas de las dificultades que Clinton deberá afrontar de cara al futuro próximo de la lucha por la Casa Blanca.
Dinero no es precisamente algo que les falte a los Clinton, pero los dólares no son el maná infinito y, desde el 'Supermartes', Hillary no lleva una buena racha en lo que a recaudación se refiere.
Y es que Obama no sólo acumula victorias en estados, sino ceros en los talonarios. Mientras que la campaña del senador de Illinois recibe alrededor de un millón de dólares diarios, la de la ex primera dama se queda en la mitad, que no es poco, pero la deja en inferioridad de posibilidades a la hora de afrontar los 'caucus' que quedan pendientes, vitales para poder seguir pujando por la nominación demócrata.
La crisis abierta en la campaña de Clinton no es sólo producto de las victorias del senador por Illinois que, aunque significativas, no aportan tantos delegados como otros estados en los que todavía no se han celebrado primarias. Lo que verdaderamente está haciendo daño a la posición de Hillary es un estado de opinión favorable Barack Obama.
Las encuestas lo acercan de forma inequívoca a la Casa Blanca: según un sondeo del Instituto Ipsos y AP, si las elecciones se celebraran hoy, Obama ganaría a su rival, el senador republicano John McCain, obteniendo una ventaja más clara que la que podría conseguir Clinton.
Precisamente esta oleada de apoyo al mensaje de cambio del senador y su buena racha, con ocho victorias consecutivas, podría suponer un verdadero problema para Hillary en lo que ha sido su as en la manga desde que ha empezado a perder: los 'superdelegados'.
Hasta ahora, si la ex primera dama había mantenido su superioridad numérica en delegados, había sido gracias a estas figuras destacadas del Partido Demócrata, que tienen la libertad para votar a cualquiera de los candidatos en la Convención de agosto en Denver, donde se decidirá definitivamente quién es el candidato a la Casa Blanca. Las primarias de Potomac han terminado incluso con esta ventaja.
La influencia de los Clinton en el aparato del partido ha jugado hasta ahora a su favor, y un número mayor de 'superdelegados' han declarado su respaldo a la senadora. El desempate entre candidatos dependerá seguramente de ellos y, si Obama sigue arrasando, podrían darle la espalda a Hillary en el último momento.
Hay dos batallas absolutamente vitales para la senadora: Ohio y Texas, estados que aportarán a la Convención demócrata un total de 389 delegados, el impulso que podría relanzar a la aspirante en la carrera a la Casa Blanca.
En ambos, las posibilidades de ganar de Clinton son reales. Texas, con un importante electorado de voto latino, le es favorable. En Ohio hay un gran porcentaje de clase trabajadora que previsiblemente votará por ella. También Pensilvania y su población industrial podría brindarle su apoyo.
Sin embargo, según algunos analistas, la impresión de que Obama va por delante podría perjudicar en estas plazas a la senadora, ya que el electorado podría volcarse en el caballo ganador.
Si la ex primera dama obtiene la esperada ventaja que le darían Texas y Ohio, podrá seguir dando guerra. El punto de no retorno de Clinton posiblemente quede definido en la cita electoral que le aguarda en ambos estados el próximo 4 de marzo.
En Estados Unidos cada vez se habla más de que el Partido Demócrata se va a ver abocado a acudir a una 'Brokered Convention', es decir, una Convención en la que ninguno de los dos ha conseguido durante el proceso de primarias y 'caucus' estatales el número necesario de delegados para obtener la nominación presidencial. El reñido empate entre ambos ha llevado al presidente del partido, Howard Dean, a plantearse "un arreglo" para evitar ir a Denver con un partido completamente dividido.
Una de las posibilidades que se baraja es que Clinton y Obama formen un equipo conjunto. Durante el último debate que ambos candidatos mantuvieron, ninguno de los dos cerró del todo la puerta a esta eventual solución que sería capaz de atraer votos desde todos los frentes: mujeres, latinos, afroamericanos, liberales, etc.
Pero llegados a ese punto, sería difícil convencer a alguno de los dos aspirantes para que accediera la vicepresidencia: si Obama acaba obteniendo más votos, probablemente no quiera asumir un papel secundario en favor de Clinton. Por su parte, para Hillary, que lleva años preparando su candidatura a la Casa Blanca y ha hecho de la experiencia su bandera, sería una opción poco natural (y, en cierto modo, humillante) acabar siendo la segunda de abordo del senador.
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