Las Polaroids fueron durante la etapa analógica el gran símbolo de la fotografía social para las masas. Pero con la digitalización este icono perdió el monopolio de la 'instantaneidad' hasta desaparecer —estamos a la espera de que el Imposible Project resucite su magia—. La prioridad para la industria fotográfica ha sido durante años desarrollar productos que lograsen fotos digitales de mayor calidad, pero esto está cambiando. Las 'cámaras sociales' se imponen.
El fotógrafo Chase Jarvis acaba de lanzar el libro 'The Best Camera Is The One That’s With You' (La mejor cámara es la que llevas contigo). Este viene acompañado de una aplicación diseñada por él para exprimir la modesta pero popular cámara del iPhone, y de una red social en la que mostrar al mundo nuestras fotos. La idea fundamental del libro es tan sencilla como cierta: La cámara que usemos no es tan importante como que la tengamos siempre a mano y estemos predispuestos a no perdernos una buena foto.
El número de megapíxeles de una máquina era hasta hace poco el principal factor al que muchos se aferraban a la hora de comprar una cámara. Pero este mito, que en parte no era otra cosa que una burda estrategia de marketing, ha ido cayendo poco a poco en desgracia. Uno de los grandes, Olympus, decía este mismo año que se descolgaba de esa absurda competición por lanzar máquinas con una resolución cada vez mayor. Sólo una minoría necesita cámaras de más de 12 megapíxeles. Sin embargo, son muchos los que quieren máquinas que les faciliten la labor de mostrar sus imágenes públicamente.
Llevamos casi dos siglos reuniéndonos en torno a álbumes de fotos. Con las cámaras digitales y los teléfonos móviles este rito se degradó, sobre todo por la pereza que supone clasificar miles de fotos digitales y mostrarlas como se merecen. No hay nada tan penoso como observar una foto en una pantalla diminuta y de poca calidad como la de una cámara de fotos o un móvil. Pero esto cambió con la llegada del iPhone, la cámara digital social por antonomasia hoy día.
Las dos grandes cualidades que hacen del iPhone una máquina social de fotos son su conocida capacidad para mostrar en tiempo real al mundo nuestras imágenes y su pantalla: grande, táctil, y de calidad. En un mismo aparato hacemos fotos, las editamos con facilidad, y las colgamos en la red o las mostramos con una calidad superior a la de muchos marcos digitales. Algunos siguen ya los pasos de Apple en el mundo de la fotografía.
Sony lanzaba a primeros de año en Estados Unidos la Cyber-shot Digital Camera G3, una cámara de fotos que venden con el gancho de ser 'un marco portátil de fotos' —cuenta con una pantalla táctil de tres pulgadas y media muy similar a la del iPhone—. Pero su función principal es que permite enviar vía wi-fi fotos a las principales redes sociales. Por lo demás es una cámara compacta estándar de 10 megapíxeles y zoom óptico de cuatro aumentos, y además algo cara. Ahora mismo se vende por 419 dólares.
Con un enfoque distinto, pero compartiendo el objetivo de concebir una cámara social, Nikon ha puesto a la venta la Coolpix S1000pj, que incorpora un proyector integrado para mostrar las fotos y los vídeos que hagamos con ella en una pared. Aunque oficialmente es capaz de generar una imagen de hasta 40 pulgadas de diagonal, su función estrella no está recibiendo críticas muy buenas. La culpa al parecer hay que buscarla en el gran consumo de batería que conlleva el proyector y en que su calidad a cierta distancia decepciona.
Por su parte, Polaroid acaba de poner por fin a la venta en Estados Unidos la PoGo por 200 dólares, que ya comentamos en su momento. La máquina, de cinco megapíxeles de resolución, imprime copias en papel de 76x51 mm. Ha levantado cierta expectación mediática, sobre todo por ser una Polaroid. Pero no está nada claro que logre suscitar la misma emoción que cuando popularizaron la fotografía social en todo el mundo con sus modelos analógicos, entre otras cosas porque la cámara almacena las fotos en su tarjeta de memoria y por tanto se pierde el concepto de 'copia única'.
Los desarrolladores de software y las redes sociales cumplen también un papel al socializar nuestras fotos. Google acaba de lanzar la versión 3.5 de Picasa, su programa de catalogación y edición de imágenes. En él se desarrolla por fin plenamente la función de reconocimiento de rostros y el geoposicionamiento de las mismas usando Google Maps (ya no es necesario recurrir a Google Earth).
Aunque ambas cosas las habiamos visto en iPhoto 09, el nuevo Picasa incluye una característica que amenaza con propagarse a otros programas: sincroniza los rostros de todas las personas que aparecen en una foto con nuestra agenda de contactos. Para ello es necesario disponer de una cuenta de Gmail, aunque una vez que la usamos podemos importar datos desde Outlook o iCal. Una característica que sin duda volverá locos a los que entienden que una fotografía es ante todo un documento social.
Algo parecido ya lo habiamos visto en iPhoto 09, que permite publicar en Facebook fotos con las etiquetas de los que aparecen en ellas. Sin embargo, este etiquetado no vinculaba los retratados con sus identidades en esa red social. Picasa se convierte por tanto en un sofisticado fichero visual de contactos. Aunque hoy por hoy el único sitio que le saca un verdadero partido a esto es la propia red social de Picasa, es de esperar que los desarrolladores de aplicaciones expriman en breve esta nueva función.
Con semejantes ingredientes lo que parece claro es que los laboratorios fotográficos corren el riesgo de perder cada vez más clientes. La fotografía social digital avanza con timidez, pero parece que inexorablemente. ¿Seguiremos revelando fotos?
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