No deja de ser increíble que la segunda cámara más utilizada por los usuarios de Flickr sea la del iPhone. Hasta hace poco su miserable sensor de imagen sólo era capaz de registrar imágenes de dos megapíxeles —el 3GS tiene tres megapíxeles y graba vídeo por fin—. Hemos puesto a prueba la cámara de la nueva criatura.
En el 99,9 por ciento de los teléfonos móviles no es el número de megapíxeles lo que motiva su pobre calidad de imagen. El problema son los sensores de imagen y las lentes que los equipan. El nuevo iPhone no es una excepción a esto, aunque en Apple lo cierto es que han sido honestos a la hora de limitar su resolución a tres megapíxeles.
Técnicamente hubiese sido posible dotar a la cámara de mayor resolución —incorpora una similar a la de una buena webcam—, pero para eso habría que haber cambiado drásticamente la arquitectura del teléfono, su diseño, y hacerle hueco a una electrónica y a una óptica más propias de una cámara compacta —como ha hecho Nokia en su serie N—. Se perdería por tanto su diseño extraplano.
Otra opción hubiese sido dotarle de un sensor similar al que incorpora pero con más megapíxeles. Pero ésa es la peor idea de todas las posibles. La regla es ésta y en Apple han sido buenos chicos y la han cumplido. ¡Si pones un sensor diminuto al menos no engordes la resolución de éste! De lo contrario las fotos terminan pareciendo un amasijo de píxeles.
Lo cierto es que pese a esa honestidad la cámara del iPhone resulta siendo pobre, muy pobre. No es de recibo que disparando una foto con las mejores condiciones de luminosidad posibles —en las que la cámara se ajusta automáticamente a una velocidad de disparo de 1/2000 y a una sensibilidad de sólo 70 ISO— veamos ruido en el azul del cielo. Ante este panorama no parece muy sensato pretender obtener ampliaciones con un tamaño de A4 —algo que teóricamente es posible con una imagen de tres megapíxeles—. Mucho mejor será el resultado si imprimimos las fotos a un tamaño de 10x15 o de 18x24 cm.
En lo que respecta al rango dinámico nos hemos llevado una sorpresa. No está del todo mal. Los píxeles de la imagen guardan más información de la que cabe sospechar —¿recoge aquí la cámara los frutos de no tener una resolución disparatada?—. El software de procesamiento para construir las imágenes en Jpeg que incorpora el iPhone es un tanto agresivo, pues tiende a crear fotos con un contraste alto —sombras profundas y zonas de luz muy claras—. Al editar una de las imágenes de nuestra prueba con Adobe Camera RAW —disparada a plena luz del día pero en una zona de sombra— comprobamos que no es complicado obtener un histograma equilibrado añadiendo exposición a la imagen —sin quemar las luces ni convertir en una tinta plana negra las sombras—.
El objetivo es una lente angular de focal fija y tiene una abertura de f 2,8. El enfoque automático no funciona del todo mal teniendo en cuenta la gran profundidad de campo que impone el diminuto sensor, aunque no se defiende demasiado bien en las distancias cortas. Para enfocar debemos situarnos al menos a unos 40 cm del objeto. Lo que es del todo imperdonable es que no hayan puesto un botón de disparo en la parte superior. La ergonomía del teléfono a la hora de hacer fotos es sencillamente una chapuza de campeonato
Respecto a la captura de vídeo que Apple estrena en el teléfono tenemos buenas noticias. Que se hayan decantado por utilizar un codec de compresión h.264, un ratio de captura de 30 imágenes por segundo, y una resolución de 640x480 píxeles se nos antoja un buen cocktail. El teléfono graba vídeo con una resolución limitada para los estándares de la alta definición, de acuerdo, pero es muy cercana a la de un DVD (720x576). El número de imágenes que filma en un segundo permite que los vídeos sean muy fluidos. Esto es importante pues muchos de los teléfonos y algunas cámaras de fotos a la hora de grabar vídeo lo hacen con una tasa de imágenes inferior a 24 fps, lo que provoca que al mover con rapidez el teléfono la imagen aparezca borrosa.
Pero la pantalla del iPhone es sin duda el mayor acierto de este teléfono en lo que respecta a sus funciones de imagen. Al fin y al cabo sólo una mínima parte de las fotos que se disparan con él terminan siendo impresas. La mayoría terminan siendo vistas en el propio iPhone. Por ello, que este tenga una pantalla de tanta calidad no tiene precio. El teléfono es el propio marco de fotos de su cámara. Su famosa interface táctil y la alta resolución de imagen de la pantalla —160 ppp, superior a la de un periódico impreso en papel— y su gran tamaño —3,5 pulgadas— hacen que de verdad merezca la pena esa cámara.
El geoposicionamiento de las fotos y las aplicaciones de la Apple Store también juegan una baza importante en lo que respecta a la posibilidad de jugar con nuestras fotos y vídeos —hay centenares de ellas en la sección de fotografía—. También es clave la posibilidad de compartirlas sobre la marcha en internet. Hay que tener en cuenta que los fabricantes de cámaras buscan una fórmula que haga de sus dispositivos dispositivos sociales.
En este sentido sólo los teléfonos de la plataforma Android pueden hacer competencia a la pequeña bestia de Apple. El HTC Magic por ejemplo cuenta con una cámara de 3,2 megapíxeles cuya calidad —por lo que podemos comprobar en estas fotos realizadas por Antonio Delgado— no está nada mal.
No sólo capturar una buena foto es importante, también hay que tener en cuenta que para muchos es clave enviarla a la red fácilmente y con rapidez. Esto explica lanzamientos como el de la Sony Cibershot DSC-G3, una cámara que permite conectarse vía wifi a internet y enviar nuestras fotos y vídeos a redes sociales. Su pantalla —de tanta calidad como las de las mejores réflex— es táctil y tiene el mismo tamaño que la del iPhone. Encima tiene un zoom óptico de 4 aumentos, 10 megapíxeles, y su sensor de imagen es bastante mejor que el de cualquier teléfono. Eso sí, cuesta 499 dólares en Estados Unidos y no creemos que puedas llamar a nadie poniéndotela en la oreja. Para eso debes seguir teniendo un teléfono.
Hubo un tiempo no tan lejano en el que Apple fabricó cámaras de fotos, pero pronto comprendieron que se habían metido en un terreno que no dominaban. Desde aquellas QuickTake hasta la cámara de este iPhone 3G S muchas cosas han pasado en el mundo de la imagen digital, entre otras que gran cantidad de fotógrafos utilizan un Mac para editar sus fotos. Pese a ello, se nota que en Apple siguen sintiéndose inseguros a la hora de ponerle una lente a uno de sus productos.
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