Los 72 colosos que giran sus palas en el parque eólico marino de Nysted, en aguas de Dinamarca, suponen toda una proeza. No ya por levantar aerogeneradores con torres de 110 metros en mitad del mar, sino por todas las complicaciones que implica hacer funcionar una central eléctrica en este entorno. Un ejemplo: en Nysted hubo que conectar el parque con tierra por medio de un cable submarino de 11 kilómetros de largo y 800 toneladas (con un diámetro de 20 centímetros) que se encargó a una empresa de Londres. En el mar todo se vuelve más difícil.
Con ocho hileras de nueve aerogeneradores de 2,3 MW cada una, el parque eólico de Nysted suma 165,5 MW de potencia para generar electricidad "limpia" y es a día de hoy la mayor instalación de este tipo en el mundo. Si bien rivaliza por este título con el parque de Horns Rev, también en Dinamarca, que cuenta con 80 turbinas de 2 MW, es decir, 160 MW de potencia. Este país de descendiente de los vikingos no ha sido sólo pionero en la eólica moderna, sino también el más valiente para lanzarse al mar.
La dificultad de llevar los molinos de viento al agua es tecnológica, pero sobre todo económica. La inversión del parque de Nysted alcanza los 250 millones de euros, de los que sólo un 48% corresponde a las máquinas. ¿Por qué optar por esta alternativa si resulta bastante más cara? Como responden desde el parque danés, los motivos son dos: primero porque un parque eólico marino produce de media 1,5 veces más que uno similar en tierra y segundo porque las mejores localizaciones en tierra ya están ocupadas.
Se sabe del gigantesco potencial eólico de los amplios y ventosos mares. Y aunque el desarrollo de estos parques offshore ha sido mucho más lento de lo esperado, se cree que esto puede empezar a cambiar. El año pasado se instalaron 357 MW nuevos de eólica marina y ya son 1.471 MW en el mundo, todos en aguas europeas. No es mucho si se tiene en cuenta que sólo en Aragón, sobre tierra firme, hay más de 1.700 MW. Ahora bien, como inciden los organizadores de la próxima conferencia europea de energía eólica offshore en Estocolmo, se han dado pasos significativos en Europa para incrementar próximamente el número de aerogeneradores en los mares: la iniciativa alemana 'Research at Alpha Ventus' (RAVE (PDF)), para lanzar una serie de proyectos offshore que comienzan con el parque Alpha Ventus; los planes en Escocia para desarrollar 6 gigavatios de eólica marina en sus aguas, el anuncio de los Países Bajos de un plan para instalar también 6 GW para 2020. Es más, el plan de rescate económico europeo frente a la crisis incluía una partida de 500 millones de euros para proyectos eólicos marinos, la mayoría en aguas profundas.
En España, potencia mundial en eólica terrestre, no hay todavía ningún parque que haya saltado al mar, pero el camino en teoría está ya libre de obstáculos. El Gobierno aprobó por fin en abril el estudio del litoral con las zonas marinas aptas para levantar aerogeneradores (mapa en PDF). Aún así, aquí resulta todavía más complicado que en Dinamarca (y no sólo por las reticencias de Galicia a la regulación aprobada en Madrid). Una de las grandes ventajas del parque eólico de Nysted con respecto a otros lugares es la poca profundidad de las aguas donde están levantados las turbinas: entre entre 6 y 9,5 metros. Una de las claves del desarrollo a gran escala de esta tecnología está en encontrar soluciones que permitan levantar torres en aguas más profundas. Este es el objetivo, por ejemplo, de un proyecto para conseguir anclar aerogeneradores a 150 metros de profundidad en el Mar Cantábrico.
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