Los eólicos alemanes se lanzan a la conquista del mar

Ya sea por las dificultades para seguir plantando molinos en tierra firme o porque los vientos más endemoniados soplan mar adentro, el hecho es que las empresas eléctricas alemanas parecen ya resueltas a echarse a la mar. Este verano comenzó la construcción de su primer parque offshore, pero pronto le seguirán muchos más.

El proyecto piloto se llama Alpha Ventus y se localiza a 45 kilómetros de la isla de Bortum, en aguas cercanas a la frontera con Holanda, donde el Mar del Norte alcanza 30 y 40 metros de profundidad. Doce turbinas de 143 metros de altura y mil toneladas de peso cada una, con rotores de 113 metros de longitud, gigantes como jamás pudiese imaginar el Quijote, obligarán a vientos de hasta 160 kilómetros por hora a producir 60 megavatios de electricidad (suficiente para abastecer 60.000 hogares). Con un costo de 180 millones de euros, el proyecto quedará completado en 2009.

La cosa tiene su intríngulis. Pues los parques eólicos construidos hasta ahora en el mar del Norte por países como Dinamarca o Reino Unido no se han aventurado tan lejos de la costa, ni por tanto en aguas tan profundas, circunstancia que obligará a los alemanes a fijar sus molinos al lecho marino con postes de acero reforzado. Su mantenimiento costará caro, pues los aparatos deberán lidiar con el efecto corrosivo de la sal y el embate de olas de hasta 15 metros.

Este es el primero de 30 proyectos destinados a los mares del Norte y Báltico (uno de los más ambiciosos se ubicará en aguas próximas a la isla de Helgoland, y suministrará electricidad a medio millón de hogares). De cumplirse las previsiones, en 2020 la aportación de las energías renovables a la producción eléctrica subirá del 12 al 20%; siempre y cuando el tendido de las líneas de alta tensión requeridas no tropiece con la oposición de ecologistas y vecinos, una posibilidad bien real en Alemania.

¿Por qué se ponen ahora en marcha los alemanes, tan amigos de las tecnologías sostenibles? Der Spiegel me da la respuesta: la nueva ley de energía aprobada en junio pasado por el parlamento germano elevó de 9 a 15 céntimos de euro el precio del kilovatio hora producido por los parques eólicos marinos. Por decisión política se ha creado un negocio muy suculento a la medida de las grandes empresas del sector. Y digo grandes porque el costo de los parques marinos les hace prohibitivos para las pequeñas y medianas compañías que dominan el sector eólico germano. Una muestra: detrás de Alpha Ventus se encuentra una firma familiar para los oídos españoles: Eon, el coloso energético, asociado a la firma Ewe y la sueca Vattenfalls.

Apenas el uno por ciento de la energía eólica generada en el mundo proviene del mar. Cabe pensar que, poco a poco, ese porcentaje irá creciendo. Este verano, Bélgica también se subió al tren al inaugurar un parque eólico a 30 kilómetros de la costa. Y en Estados Unidos muchos se preguntan si, en vez de extraer petróleo offshore, como quiere el presidente Bush, no convendría sembrar de aerogeneradores el Golfo de México y las costas este y oeste, cuyo potencial eólico el Departamento de Energía cifra en 900.000 megavatios, equivalente al total de la electricidad producida en el país.