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Lo que queda del Madrid de Antonio Vega

Por ÁLVARO LLORCA (SOITU.ES)
Actualizado 13-05-2009 10:28 CET

Es muy probable que los más jóvenes tengan una idea distorsionada de aquello que fue la 'movida', en buena parte por el uso desmedido y a discreción de esa etiqueta. El paso del tiempo no perdona, y es factible que, directamente, haya más de uno que identifique 'La chica de ayer' con Enrique Iglesias, merced a una reciente versión que extenuó hasta a la siempre infatigable radiofórmula. O es posible que la gente piense que Alaska no es más que una petarda que se anda tropezando por los escenarios.

Pero también puede ser que esas personas acudan cada fin de semana, sin saberlo, a alguno de aquellos lugares que fueron emblemáticos durante los años ochenta en Madrid, frecuentados por el desde ya mismo añorado Antonio Vega, y que han sabido mantenerse como una referencia obligada en la noche malasañera.

  • El Penta. Hay una serie de lugares que logran una vida extra a través de la música. El caso más emblemático es el del Hotel Chelsea de Nueva York, al que hacen referencia en sus letras autores como Bob Dylan, Alejandro Escovedo o Leonard Cohen, junto a una larga nómina. Otro ejemplo delicioso y reciente es el de la 'Cole's Corner', una modesta esquina de Sheffield a la que el ex guitarrista de Pulp Richard Hawley dedicó un disco. En España tenemos el caso de El Amador, ese bar granadino donde Los Planetas iban buscándola. Y, por supuesto, El Penta...
  • "Luego por la noche al Penta a escuchar / canciones que consiguen que te pueda amar", cantaba Antonio Vega en 'La chica de ayer'. "Canciones que consiguen que te pueda amar". ¿Se puede decir algo más honroso de un bar y de la música misma? Actualmente, a la ventana del Penta se asoma gente de diverso pelaje, siendo uno de los bares más accesibles de Malasaña, en el que uno puede encontrarse cuarentones en camisa, miembros de la vieja guardia en cazadora vaquera, universitarios con la mochila a cuestas... Eso sí, es bastante complicado acudir al bar de la calle La Palma y toparse con una canción que uno no haya tatareado con anterioridad, síntoma de un bar que se encuentra un tanto acomodado en su propio estilo y fama. Desde luego, la noche de ayer transcurrió con soberana tranquilidad y sólo una vela, una flor y alguna canción desperdigada recordaban a Antonio Vega.

  • Vía Láctea. Si uno quiere sorprenderse y deleitarse con grabaciones difíciles y una estética de aire neoyorquino que ningún otro lugar ha logrado imitar, su lugar es 'La vía láctea', otro clásico que este año celebra su trigésimo aniversario. Desde el principio ha potenciado sonidos poco convencionales, como cuando subía a la cabina Kike Turmix, músico, promotor y enciclopedia de la 'movida' a quien se le atribuye la frase: "No me avergüenza confesar que nos hemos aprovechado de las instituciones a manta". Olé.
  • Nueva Visión. Una vez estuve en los baños del Vaticano y tenían aire acondicionado. Pues el Nueva Visión es todo lo contrario y están orgullosos de serlo. Johnny, el dueño de este club de fans de los Ramones, es un clásico del paisaje malasañero. Un buen día se permitió el lujo de amenazar a un amigo de quien esto firma con echarle del bar por llevar una camiseta de 'The Kiss'. Este tipo de cosas son las que dan personalidad a un bar y lo hacen recomendable.
  • Sala El Sol. Otros que andan de aniversario son los de la Sala El Sol, nacida también hace treinta años, e inaugurada, precisamente, por Nacha Pop. No es extraño que si uno abre hoy la página web de la Sala se encuentre con una emotiva imagen de Antonio Vega. La mejor prueba de la buena salud de este lugar, emplazado en la calle Jardines número tres, es precisamente su agenda de conciertos. Además, se trata de un buen lugar si uno quiere alargar la noche a ritmo de funk.
  • Escridiscos. Pero como no sólo de noche vive el hombre, también hay una tienda en la que los adictos a la 'movida' solían ir de compras. Hablamos, lógicamente, de una tienda de discos, que, a pesar de un par de traslados, aún hoy abre sus puertas en la calle Navas de Tolosa. Desde luego, esta tienda tiene un hueco en la lista personal de tres mejores tiendas de discos de la ciudad: Escridiscos, Radio City y Cddrome. ¿Cuál es la tuya?

Para aquellos aspirantes a matrícula de honor en 'antoniología' hay otros lugares donde, si bien no es posible tomarse una cerveza, también forman parte del imaginario que rodea a Antonio Vega, Nacha Pop y la 'movida'. Por ejemplo, el edificio Capitol, aquel que muchos recordarán por el anuncio de Schweppes y la mítica escena de 'El día de la Bestia'. Y es que este edificio es el que aparece en la portada del segundo disco de Nacha Pop, titulado 'Buena disposición'. Otro lugar de paso inevitable para un buen homenaje a aquella época sería, sin duda, la calle Espíritu Santo número 23, el lugar donde murió Enrique Urquijo, otro de los grandes protagonistas de entonces, y muy cercano en lo musical a Antonio Vega. Hoy una modesta pintada recuerda al cantante de 'Los Secretos', en un lugar que se ha convertido en la versión de la tumba parisina de Jim Morrison en clave malasañera, y donde se lee: "Enrique, te recordamos".

Para los más fans de Antonio Vega, uno podría acercarse a lugares como Pachá. ¿Qué tiene que ver Pachá con Vega? ¿Es una broma? Ni mucho menos. Resulta que el edificio que actualmente ocupa la discoteca, al margen de ser uno de los edificios más bonitos que pueden verse en los aledaños de Malasaña, fue en su día el teatro Barceló, donde en otoño de 1979 Nacha Pop ofreció uno de sus primeros conciertos multitudinarios, ni más ni menos que como teloneros de Siouxsie and The Banshees. La relación entre Nacha Pop y el directo también tiene una parada obligatoria en la Plaza de toros de Carabanchel, hoy Palacio de Vistalegre, donde el grupo de Antonio Vega teloneó a los Ramones en 1980.

Al margen de las salas y locales que se quedaron por el camino, como el Rock-Ola, el Marquee, el King Creole, la Sala Maravillas (hoy Sala Nasti) o el Elígeme, Malasaña está poblado de bares que frecuentaron los protagonistas de la 'movida', ese tipo de bares que se ven obligados a cerrar al menos un día a la semana para dar descanso a los clientes, y en los que hay que pedir perdón porque uno aparenta gozar de buena salud. Entre estos se cuenta 'El Palentino', toda una institución, y 'El Puerto', lugares por los que se dejaban ver los protagonistas de la época.

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