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Sin decir adiós

  • En recuerdo de Antonio Vega
Por PALOMA CONCEJERO*
Actualizado 12-05-2009 17:53 CET

Te fuiste sin decir adiós y pensé poder vivir sin tus besos ni tu ternura.

Pero luego no fue así. Hoy quiero verte. Bañarme en ti

'Asustado estoy'. Antonio Vega. 1987

Casi no lo creo. Varios sms de amigos me dan la noticia: Antonio Vega se ha ido sin decir adiós. Sólo la enfermedad ha conseguido bajarle de un escenario prácticamente al mismo tiempo que de la vida. Hasta sus últimos días pensó en conciertos y canciones. Tan frágil y poderoso. Su corazón habría resistido un poco más, pero le fallaron los pulmones. Tantas veces contemplé su figura como a punto de romperse que pensé que al final era sólo el aspecto desgastado de un alma indestructible. Otros se iban. Nos quedaba él. Y estrechaba sus manos fuertes o besaba sus frías mejillas y deseaba profundamente que siguiera entre nosotros.

Mi primer recuerdo de Antonio Vega llega de una pegatina del Superpop, Nacha empezaba a despuntar. Yo era apenas una adolescente y quedé fascinada por aquella mirada desafiante y su pantalón pitillo rojo. Destacaba ya, muy por encima de todos sus compañeros de avatares. Poco después escuché su canción y aun antes de que dijeran su nombre yo ya sabía que era él quien la cantaba. Nunca supe por qué. O quizás sí porque en la canción se adivinaba al mismo tímido descarado de la fotografía. 'La chica de ayer'... dicen ahora que es el himno del pop español. Sí, debe serlo. Aunque para tantos y tantos como yo esa canción guarda algo más importante: retales de muchas tardes y noches y más pequeñas historias.

Y me acuerdo de Antonio contando, sencillamente, que ésa fue su primera, la primera que escribió, casi un ejercicio con acordes de principiante. Me comenta la ilusión que supuso escucharla por la radio y que la cantase la gente. Créeme, insiste, jamás, jamás, pensé que la historia pudiera llegar tan lejos. Y después se ríe y me explica que hoy por hoy en los conciertos prácticamente abre paso a un duelo cantante-público por ver quién la canta más alto hasta que llega a un punto en que calla porque pierde hasta la afinación. Me emocionan sus palabras. Me emocionaban siempre. No importaba lo demacrado o triste que pareciera, ante el periodista siempre brillaba, por encima de cualquier otra cosa, el poeta, el hombre sincero. Sincero al reconocer que nunca era realmente consciente del lugar al que llegaban sus canciones. Sé, aseguraba, que son la banda sonora de otras vidas, también de la mía. También sé que un día te dicen adiós, se emancipan y se marchan a vivir con los demás. Es el sino de un genio. Como tú, Antonio. Reconociendo que también te asustaba ese poder, que a veces alguien se te acercaba para confesar que una canción tuya salvó su vida. O le empujó a hacer algo insospechado. Claro, a mí también me pasó y te escuché cantar en mil momentos difíciles porque tu voz ha viajado conmigo a ¡tantos lugares!, incluso, hasta un quirófano desde la intimidad de unos cascos. Lástima que esas mismas líneas que, a menudo, plasmaban tus demonios y obsesiones ayudaran a tantos y no hayan podido salvarte a tI.

Llamo a un viejo amigo común, le recuerdo noches emocionantes en el Clamores. El viernes estuvo contigo en el hospital. Tenías ganas de hablar, pero te mostrabas más decaído que otras veces. Tampoco él pensaba que te fueras a marchar, en el fondo tan pronto, porque ya habías superado otras muy críticas situaciones. Germán sabe que no volverá a reservar para tu camerino unas fantas de naranja y unas palomitas. Tras el escenario de este querido local, nunca había una gota de alcohol ni evidencia alguna de otras oscuras adicciones. Quién ocupará ahora tu lugar en el calendario porque... a finales de mayo tenías que volver a cantar en el más viejo club de tu ciudad.

Y me revuelvo al pensar que no podrás estrenar allí tus nuevas canciones, que no habrá próxima gira, ni más maquetas, ni siquiera de las que te gustaba construir más allá de un estudio de grabación porque muy pocos sabrán que ésta era otra de tus grandes pasiones, construir, con tus propias manos, pequeñas o grandes estructuras en tu casa de la sierra. Hacer andar por ellas un tren. Ponerle alas a un avión. Te entregabas ensimismado a ese afán de pegar y ensamblar piezas, en completo silencio, sin permitir que nadie entrara donde tú te encontrabas. El mismo lugar desde el que han visto la luz tus poemas y canciones. Desde donde has sido azotado por tantos avatares. Tocado por la gracia y la desgracia. Víctima y cómplice, como un ser humano más, de tantos aciertos como errores.

Ahora que tu cuerpo nos ha dicho definitivamente adiós me pregunto dónde irán a parar tus fotos descoloridas, los únicos recuerdos que guardabas de un pasado intenso y único. Lo demás lo fuiste regalando o dejando por ahí: todos los vinilos de Nacha Pop, portadas de revista, tus primeras guitarras... Sí sé dónde habitarán para siempre tus canciones, esos pequeños tesoros con los que has salpicado nuestras vidas de sencilla importancia. Y alguien volverá a enamorarse o a sufrir desamor, conocerá la depresión, padecerá románticas paranoias o simplemente pondrá fin a una fiesta con tu música..

Porque somos muchos los que desde hace décadas recopilamos secuencias de nuestras vidas gracias a tus grabaciones. Y me viene a la cabeza, inmediatamente, cuánto de la tuya describe una de tus favoritas. Y parece que te estoy escuchando, otra vez. Tan grande...

Pierdo el norte, me vuelvo torpe, cansado

Aún recuerdo cómo fue, cómo te perdí

Fui un ingenuo, fui tan iluso

Yo pensaba resistir, confiaba en ser capaz de olvidar así

Voy a ciegas dando tumbos, sin dirección

Te fuiste sin decir adiós, y pensé poder vivir

Sin tus besos ni tu ternura

Pero luego no fue así

Hoy quiero verte, bañarme en ti

Asustado estoy en un rincón, desarmado y con temor, vuelve

Asustado estoy y lo peor tiritando sin control, vuelve

Qué calores, sinsabores, qué soledad

Intento todavía hallar esa oportunidad

Que me salve, que me devuelva aquí

Tengo miedo de no ser feliz,

De castigarme, de culparme a mí

Asustado estoy en un rincón, desarmado y con temor, vuelve

Asustado estoy y lo peor tiritando sin control, vuelve.

Y además


* Paloma Concejero Moreno es periodista especializada en cultura y música.

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