Ni rastro del Pacto. Zapatero incluyó la posibilidad de alcanzar acuerdos en su discurso matutino pero por la tarde ya se le debía haber olvidado. "La verdad es que Zapatero no se lo ha planteado a Rajoy, pero es que el líder del PP iba buscando bronca desde su primera intervención. No le interesaban las medidas. Ni tan siquiera ha estado dispuesto a reconocer que estaba de acuerdo con las medidas que en origen eran propuestas suyas como la rebaja en el impuesto de sociedades o los 2.000 euros para comprar coche", reflexiona el todavía virtual 'número dos' del grupo socialista, Eduardo Madina.
A una gran mayoría de los diputados el debate les ha parecido interesante en términos generales y tan duro como corresponde a un momento como el actual. Los calificativos "duro" (José Luis Ayllón), "sólido" (Miguel Sebastian), "muy destructivo por parte de Zapatero" (Soraya Saenz de Santamaría), "muy vivo e intenso" (Federico Trillo) o "Zapatero ha estado muy bien" (José Blanco) se multiplicaban. Cómo si fuese la primera vez que escuchaban a Rajoy y Zapatero.
Obsesionados por el enfrentamiento personal, ambos líderes han recurrido a sus vicios habituales, a pinchar al contrario donde más le duele, sin abordar problemas tan reales como qué pasa con los parados a los que se les está acabando el subsidio. Aunque algún miembro del Gobierno apuntaba en el patio del Congreso una posible medida para subvencionar la contratación en lugar del paro. El propio Zapatero, en respuesta a Gaspar Llamazares, aseguró: "Está en fase de diálogo con sindicatos y empresarios. Será necesario también un diálogo con las comunidades autónomas. Quiero tranquilizarle en el sentido de que estamos trabajando alguna hipótesis de responsabilidad compartida». Incógnita sin despejar.
Se radicaliza el personalismo. Zapatero y Rajoy se cruzan insultos y descalificaciones, y se escudan en que es imposible hablar con el otro dado el nivel de bronca que genera para evitar alcanzar acuerdos, ni tan siquiera puntuales. El presidente del Gobierno sabe que a su rival le exaspera que le recuerde que perdió las elecciones, que alentó teorías alternativas sobre el 11-M, que su partido es de derechas, que jalea los datos del paro y que aboga por el recorte de prestaciones de desempleo y derechos de los trabajadores y lo usa indiscriminadamente.
Rajoy también conoce los puntos débiles de Zapatero y por eso insiste en que rectificó la política antiterrorista tal y como le sugirió el PP, o nombra a Almunia, Sevilla y Fernández Ordoñez para recalcar que coinciden con el PP en la preocupación por las pensiones. Y mientras se tiran dardos, los ciudadanos observan su manifiesta falta de interés por encontrar puntos de coincidencia. Un poco más de responsabilidad, eso que no se cansan de pedir a los españoles para salir de la crisis.
Sonsoles se quejaba de que no había manera de escuchar nada con el jaleo que estaban montando los diputados en sus escaños. Se sabe por su gesto contrariado, señalándose los oídos con los dedos para que José Bono, el presidente de la Cámara, lo solucionara. De su animada conversación con Esperanza Aguirre mientras Zapatero y Rajoy se dedicaban un piropo tras otro, no se sabe mucho.
Sólo Marcelino Iglesias, presidente de Aragón, ha sido testigo del diálogo entre ambas pues, sentado a la derecha de Aguirre, participaba de las confidencias. El calor apretaba tanto que la presidenta de la Comunidad de Madrid ha tenido que quitarse la chaqueta y el padre de Zapatero ha necesitado que le abanicaran.
¿Qué sería un Debate sin gresca? "Ustedes no saben leer", ha sido la frase dedicada por Rajoy a la bancada socialista que casi provoca el abandono del hemiciclo por parte de los diputados socialistas. Al final se ha quedado en un conato de protesta, pero los ánimos se han encendido en los escaños. Los comentarios en alto, las risotadas, los aspavientos y las descalificaciones te trasladaban a un bullicioso mercado de principios del siglo XX o a una corrala atestada de humanidad y frustraciones que se solventaban a viva voz.
Es habitual que primero se anuncien las medidas y luego se informe a los interesados, pero no deja de sorprender que ni los ministerios implicados puedan explicar en qué consisten las medidas que Zapatero acaba de desgranar. Miguel Sebastián, ministro de Industria, reconocía a soitu.es que "todavía no nos ha dado tiempo a comunicar a las comunidades autónomas el plan de ayudas de 2.000 euros por la compra de un automóvil". Esperanza Aguirre ha dicho que no lo sabía y Nuñez Feijóo se ha mostrado contrario. Por eso ha convocado el jueves una reunión en Industria con todos los consejeros para informarles.
El ministro de Educación, Ángel Gabilondo, admitía desconocer el coste que tendrá dotar a 420.000 estudiantes de 5º de primaria con un ordenador personal para continuar trabajando en casa. La que sí sabía algo de lo suyo era la titular de Vivienda, Beatriz Corredor, que apuntaba que la reducción de las deducciones por adquisición de vivienda tiene como objetivo fomentar el alquiler y dar "las mismas oportunidades" a los que apuesten por la compra, como por el alquiler.
Para José Blanco y Jordi Sevilla el anuncio más interesante de los realizados por Zapatero era sin duda el de reducir la deducción por la adquisición de vivienda a partir de 2011 hasta hacerla desaparecer, excepto para las rentas más bajas. "La deducción se ha demostrado perjudicial, tanto en la compra como en el alquiler, porque al final acaba repercutiendo en el precio", asegura Sevilla. "Creo que va a lograr el efecto deseado, que se dinamice la compra" apostilla el ministro Blanco. Jose Andrés Torres Mora, uno de los asesores más influyentes del presidente, también apunta la modificación de la deducción de la hipoteca en el IRPF como la decisión de más calado. Joan Herrera, de ICV, aunque cree que "las medidas llegan tarde" señala este mismo anuncio porque "ya lo planteamos nosotros hace cuatro años, sin que el Gobierno lo tuviera en cuenta".
El portavoz de CIU en el Congreso debe estar tan harto de que la mayoría del hemiciclo desfile ante sus ojos justo cuando a él le toca el turno, que hoy se ha vengado. Justo cuando el patio y los pasillos eran un hervidero de políticos y periodistas comentando la jugada, nada más acabar el debate entre Rajoy y Zapatero, él lograba impactar en medio de los corrillos. "... los contenidos de mi intervención no serán un simple balance, sino de hecho, los de una moción de censura". "Moción de censura" ha sido durante unos momentos la palabra mágica.
Los diputados populares que permanecían en sus escaños, avisaban a los de fuera: "qué fuerte, esto refuerza nuestras tesis". El sueño de muchos se ha evaporado rápido al comprobar que se trataba sólo de una forma de expresar el profundo desacuerdo. En las intervenciones posteriores, que algunos socialistas seguían con el morbo de presenciar como Erkoreka se enfrentaba a ZP después de perder el Gobierno vasco, el portavoz del PNV se ha arrancado con un "¿Quo vadis, Zapatero? ¿A dónde va usted y con quién, señor Zapatero?" antes de dar caña al presidente. Joan Ridao, de Esquerra Republicana, tampoco se quedo corto , mientras que el rapapolvo de Joan Herrera, ICV y Gaspar Llamazares, IU, fue mucho más suave.
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