Enrique Bañuelos, paradigma del auge y pinchazo de la burbuja inmobiliaria española, renace de sus cenizas cual ave Fénix. Pero lo hace muy lejos de tierras españolas: Brasil es ahora su centro de operaciones. Allí ha montado una nueva sociedad, Veremonte, a través de la cual ya se ha hecho con dos compañías locales dedicadas al negocio del ladrillo. La prensa brasileña le ha bautizado como "el Donald Trump español", aunque también se le conoce como "el rey del ladrillo". Un rey que parece haberse cansado de un retiro que ya duraba dos años y ha decidido retornar a sus 'días de vino y rosas' por la puerta grande.
Su vuelta a los 'ruedos empresariales' sólo ha sido empañada por una acusación que finalmente ha sido archivada. En febrero, la Fiscalía Anticorrupción española le hacía salir de su retiro 'monacal' —autoimpuesto desde la debacle de Astroc, allá por 2007— con una acusación de presunto delito de uso de información privilegiada por comprar acciones de Fadesa días antes de que Martinsa lanzase su opa. Hasta entonces, se había mantenido 'missing', aunque mucho se había rumoreado sobre su paradero.
Seguramente ésta no era la noticia que Bañuelos esperaba para retornar a la vida pública, pero el rostro del que fuera la personificación del pelotazo inmobiliario español volvía a llenar las páginas de todos los periódicos del país con ella. No obstante, entre una cosa y otra, aparecieron otros titulares, con él como protagonista, que le interesaban mucho más. Eran esos que volvían a colocarle en el 'candelero' empresarial, aprovechando la presentación en sociedad de su nuevo proyecto en tierras brasileñas. Allí ha comprado en los últimos meses la inmobiliaria Abyara y la constructora Klabin Segall, posicionándose en los dos grandes mercados locales: Sao Paulo y Río de Janeiro.
Tanto es así que el prestigioso diario económico brasileño "Valor" describe las operaciones como "la jugada más osada del mercado inmobiliario" local. Y eso pese a las advertencias de la prensa carioca a los empresarios sobre la posibilidad de que "el español traiga consigo el efecto que en España terminó con la llamada 'caída del ladrillo'".
¿Cómo lo ha hecho? La mayoría creía que la debacle bursátil de Astroc no sólo le había desbancado de su título de "tercer hombre más rico de España", sino que le había dejado 'sin blanca'. Sin embargo, y pese a todo, Enrique Bañuelos, a sus 43 años, sigue escribiendo su nombre con las letras de oro de Forbes, pues es uno de los doce españoles que sobrevive a la crisis dentro de este famoso ranking, para el que es necesario contar con un mínimo de 1.000 millones de dólares, justo la cantidad que parece guardar la caja fuerte de este empresario.
Bañuelos ha sabido guardar para cuando llegasen las 'vacas flacas' y, como ya hiciera en sus comienzos en España, se ha rodeado de los contactos adecuados, ha encandilado a sus anfitriones con su sonrisa y su discurso, y les ha deslumbrado con un jet privado que, dicen, tiene hasta detector de misiles. "Tiene poca credibilidad, pero seduce a muchas compañías que están prácticamente sin salida y les ofrece una promesa de salvación", ha comentado algún empresario del sector a medios locales.
Hay quien dice que ha visto a Bañuelos paseando por los mejores salones de Río y Sao Paulo, de la mano de Israel Klabin, el octogenario patriarca de una de las más aristocráticas y adineradas familias brasileñas. Allí contactaba con empresarios interesados en vender sus compañías prácticamente a precio de saldo porque estaban aquejados por las deudas.
Como contrapartida, las empresas cuentan con importantes bolsas de suelo o con participaciones en distintos proyectos inmobiliarios. Y es que a Bañuelos no se le ha escapado el potencial de crecimiento del sector en Brasil, un país que tiene un déficit millonario de nuevas viviendas, donde "el precio de las casas crece a un ritmo del 15% anual", y en el que el mercado inmobiliario tiene todo el apoyo del presidente Lula da Silva, explica el experto inmobiliario Luis Pisano.
Hasta el momento, el nombre de Bañuelos sólo aparece en los titulares de prensa, pero no ha querido asumir el poder ejecutivo de las firmas adquiridas. En una de ellas mantiene al equipo existente, y en la otra ha colocado a un empresario local. ¿Habrá escarmentado de su experiencia al frente de Astroc o ésta es sólo una triquiñuela pasajera?
Y es que a este empresario valenciano siempre le ha gustado figurar. Surgió prácticamente de la nada. Con rapidez y sorpresa emergió en el sector inmobiliario valenciano a finales del siglo XX, creando la sociedad Terra Canet, origen de la inmobiliaria Astroc (actual Afirma). Aprovechando unas leyes urbanísticas valencianas ya derogadas, y con buenos contactos políticos, alcanzó el éxito con un modelo de negocio de compra de suelo rústico, tramitación urbanística y venta posterior del activo con fuertes plusvalías. Y se hizo rico.
Pero pronto la Comunidad Valenciana se le quedó pequeña, y Bañuelos decidió probar suerte en el mercado bursátil. Su debut en el parqué madrileño en mayo de 2006 fue de 'escándalo', convirtiendo al joven empresario en "la sensación empresarial". Raro era el día en el que él o su compañía no inundaban las páginas de los periódicos, ya fuera por las subidas estratosféricas del valor en Bolsa, por su incursión en Banco Sabadell como primer accionista individual, o por la presentación en la sociedad neoyorquina de la Fundación Astroc en pleno Central Park, con paella para 20.000 invitados incluida.
Había pasado de ser un simple vendedor de miel sin estudios a erigirse en el 'rey del ladrillo', el 'alma de las fiestas', llegando a codearse con la crème de la crème política y empresarial, y pasando a formar parte de los ricos con mayúsculas, esos que sólo aparecen en la lista de Forbes. Comía en los mejores restaurantes, viajaba en avión privado, e incluso fue elegido para formar parte del pequeño grupo de empresarios que acompañaron al Príncipe Felipe en su visita a la Casa Blanca cuando aún la ocupaba George Bush.
Sin embargo, en febrero de 2007 comenzó la pesadilla. La debacle bursátil de Astroc marcó el principio del fin de Bañuelos. En apenas dos meses, la inmobiliaria se hundió en Bolsa. El sueño quedaba reducido a pedazos y él, condenado al olvido. En julio de 2007 abandonaba la presidencia de la inmobiliaria, aunque todavía sigue vinculado a ella con el 16,5% del capital.
Entonces decía, a quien quisiera escucharle: "Seguiré trabajando, que es lo que he hecho toda mi vida". Los que le conocen, aseguran que no se parará aquí, e intentará formar un gran holding constructor brasileño controlado por él mismo. Se marchó de España con el rabo entre las piernas, pero regresa a los 'ruedos' por la puerta grande.
Puede interesarte:
Si quieres firmar tus comentarios puedes iniciar sesión »
En este espacio aparecerán los comentarios a los que hagas referencia. Por ejemplo, si escribes "comentario nº 3" en la caja de la izquierda, podrás ver el contenido de ese comentario aquí. Así te aseguras de que tu referencia es la correcta. No se permite código HTML en los comentarios.
Lo sentimos, no puedes comentar esta noticia si no eres un usuario registrado y has iniciado sesión.
Si ya lo estás registrado puedes iniciar sesión ahora.