Llevo días siguiendo el lío de los espionajes madrileños, y reconozco que no he entendido nada. Bueno, sí, una cosa sí he entendido: hoy en día cualquier indocumentado se dedica al espionaje. No tengo ni idea de quién paga estos informes (sólo sospecho, como todo el mundo), pero hay alguien que paga para que un propio siga a Fulano y descubra cosas como que "Fulano se reúne con un hombre gordito" o que "Fulano toma un café con un hombre canoso que lleva un maletín". Atención, señores, que tiembla el misterio. ¡Qué bochorno! Puede que hurgar en la vida de la gente no sea delito, ya veremos, pero si esto lo están financiando con fondos públicos, nos encontramos ante una malversación de tamaño Ronaldo recién vuelto de vacaciones.
Yo, en realidad, iba a otra cosa. Dicen que todos estos chanchullos son parte de la batalla por el control de Cajamadrid. Desde luego, la batalla existe: Esperanza Aguirre quiere mandar en la Caja, y Gallardón no quiere que su enemiga se quede con ese tesoro. No es la primera vez que hay bronca política por una Caja. Ya ha ocurrido (está en las hemerotecas) en Cataluña, en Andalucía y en casi todas partes.
Eso tiene una explicación: como las Cajas de Ahorros no tienen accionistas, no tienen dueño. Eso debe provocar en los políticos un ansia incontenible de controlarlas. Porque lo que sí tienen las Cajas de Ahorros es dinero, montones de dinero, una cosa que pone a mil a los políticos. Además, las Cajas de Ahorros dan créditos. La Caixa, por ejemplo, es el principal financiador de los dos principales partidos catalanes, convergentes y socialistas. Curiosamente, los dos partidos son morosos crónicos. Curiosamente, La Caixa nunca les ha embargado nada. Tres cuartos de lo mismo pasa en Madrid.
Para entendernos, las Cajas de Ahorros generan corrupción a su alrededor. No digo que sean responsables de la corrupción (ojo, señor juez, que no lo digo), pero tienen mucha a su alrededor.
Y yo me pregunto: ¿son imprescindibles las Cajas de Ahorros? Vale que hacen obra social. Vale que pagan bien a sus empleados, que acaban siendo los dueños efectivos. De cara al cliente, la verdad, yo no noto la diferencia con un banco. ¿Y si salieran a Bolsa (no necesariamente ahora, con la Bolsa en plan agujero negro) y con todo lo que se sacara se hiciera obra social de verdad? Estamos hablando de billones de euros, un dineral que, bien administrado y repartido, ayudaría a evitar muchas miserias de esta crisis.
No me digan que no se puede hacer. Si Esperanza Aguirre puede hacer una ley para mandar en una caja, también se puede hacer una ley para privatizarlas todas (recordemos que tampoco son públicas) y acabar con los líos, con las corruptelas, con los detectives chapuceros y con estos culebrones inacabables.
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