Esto lo veo cada vez más negro, y me desanimo. No tengo ganas de hacer nada. También es que soy muy perro. En la obra me lo decía el jefe: "Anatoli, es que tú eres muy perro". Y me lo dicen los de Soitu, porque llevo siglos sin enviar un papelito. Pues es verdad. Pero es que es difícil animarse. Primero, por la crisis, o la depresión, o lo que sea esto, que no se encuentra un curro ni a tiros y hay que enviar currículum hasta para pedir en el metro. Y segundo, porque España no es lo que era. Este país va a menos. Muy a menos.
Yo conocí una España que podía competir con cualquiera, al menos en algunas cosas. La corrupción, por ejemplo. Aquí hubo corruptelas de nivel mundial. ¿Se acuerdan? Qué tiempos. Bandas criminales pagadas por el Estado, jefes de la Guardia Civil que trincaban el dinero de los huérfanos, gobernadores del Banco de España que hacían negocietes bajo mano… Y la política también era otra cosa. Aquello de Irak y las armas de destrucción masiva que existían por cojones, la foto de las Azores, el acentillo texano de Aznar, las manis contra la guerra… Ya digo, otros tiempos.
Esto de ahora es muy cutre. No sé si han seguido últimamente las movidillas judiciales del PP: ¿les parece que con esto se puede ir por Europa? A mí que me perdonen, pero cuando se habla de crímenes de Estado y te dicen que el responsable es un 'Señor X', pues piensas, coño, qué horror, qué espanto, qué seria es esta movida. Ahora, en cambio, resulta que las corruptelillas están en la organización de fiestas mayores, verbenas y 'actos de partido', o sea, mítines y autocares de pensionistas. Y resulta que uno de los principales implicados se llama 'El Albondiguilla', otro es un tío que va a las bodas con el puro ya puesto, y el vértice de la trama parece que es un señor que trabaja de yerno del marido de la concejala Botella. Prueben a contar esto en el extranjero, y que les tomen en serio.
Por no hablar del espionaje y los informes secretos en Madrid: que si el tío lleva un coche con tal matrícula, que si aquel ha tomado un café con un señor gordito, que si lo sabemos todo sobre los viajes de Fulano. Y resulta que al tal Fulano no le conoce ni dios, ni falta que hace.
Ah, y las cacerías. Antes, las cacerías eran una cosa que se montaba para que los trepas pudieran hacerle la pelota a Franco, y para que Fraga pudiera pegarle un tiro en el culo a la hija del dictador. Ya hacia el final de la dictadura decayeron un poco y las cacerías eran tema de mucho choteo, como el de una película divertidísima, 'La escopeta nacional'. Con todo, eran cacerías de España franquista y cañí. Ahora resulta que las cacerías se montan para que el ministro de Justicia del PSOE coincida con el juez que está empurando a unos corruptillos del PP. Uy, qué feo. Y qué casposo.
Fíjense si lo veo mal, que empiezo a pensar en marcharme. Estaría dispuesto a aguantar la crisis y el paro. Las aventuras del 'Albondiguilla', en cambio, me superan. No puedo con tanta miseria.
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