MADRID.- "Están acojonados, vamos a ganar". Un profesor contrario al proceso de Bolonia habla con una compañera en la cafetería mientras leen el periódico. La noticia ha insuflado renovados ánimos en los grupos que protestan contra el controvertido plan de creación de un espacio universitario europeo: "Los rectores afectados por las revueltas piden ayuda al Gobierno".
Éste era el titular de una noticia publicada en El País de ayer, en la que se desvelaba el contenido de una carta confidencial enviada por los rectores de los centros más afectados por las protestas estudiantiles. En ella, piden ayuda al Ejecutivo para que intervenga y le advierten de que el movimiento anti-Bolonia no es un fenómeno pasajero y que puede tener "consecuencias imprevisibles". "Esperamos un recrudecimiento", decía el documento.
Este llamado proceso de Bolonia que tanta polémica causa consiste en una serie de transformaciones en la educación universitaria que culminarán en la creación de Espacio Europeo de Educación Superior en 2010. La homologación de los títulos, el fomento de la movilidad de alumnos y profesores y la creación de un sistema común de créditos son sus principales señas distintivas. Una de las ideas que subyace bajo la reforma es hacer del conocimiento un valor para el crecimiento y el desarrollo del continente. Este punto ha levantado ampollas entre algunos alumnos y docentes. Interpretan que se potenciarán únicamente las carreras y proyectos con utilidad práctica, que las empresas saldrán favorecidas y que se devaluará la formación en contenidos. Frente al alimento del alma, opinan que primará lo que repercuta en los bolsillos y el mercado laboral.
"Los rectores han estado jugando durante años a que existe un consenso de apoyo en torno al proceso de Bolonia y ahora se han encontrado con que no pueden disimular más el movimiento en contra", dice Carlos Fernández Liria, catedrático de Metafísica y pope de la lucha anti-Bolonia en la Universidad Complutense de Madrid. ¿Pero ha cambiado algo verdaderamente en el movimiento con respecto al año pasado? "Por aquí, se dice en broma que ha terminado la revolución kantiana, que es la de agotar la vía institucional, y ha empezado la spinozista, que es la violenta", observa Liria. "Entendiendo por 'violenta' llenar las aulas de globos para que no se pueda dar clase", se apresura a apuntillar. Este símil filosófico sirve para ilustrar un cambio que al parecer no sólo los rectores han percibido: "el movimiento se ha "transformado radicalmente".
¿Pero es realmente para tanto? A simple vista, la actividad de los anti-Bolonia, aunque ruidosa, no parece más populosa. "Pero ahora hay una mayor voluntad de coordinación", explica Pablo, uno de los estudiantes de la asamblea de la facultad de Filosofía. La situación se agrava en otras ciudades. En Valencia, otros siete nuevos centros están ocupados y en Barcelona más de 500 alumnos están durmiendo en seis facultades diferentes. Ahora, el objetivo es aunar fuerzas. Ponerse en contacto con los grupos que reivindican en todas las ciudades de España y coordinar acciones conjuntas.
Parece que la mecha está prendida y que, incluso en universidades donde tradicionalmente no ha habido mucha actividad reivindicativa, está empezando a surgir oposición. "Hasta estamos en contacto con gente de Cuenca que está empezando a moverse", explica Mónica, una estudiante de primer curso de Comunicación Audiovisual que se encuentra encerrada en el vestíbulo de la facultad de Ciencias de la Información. Para ella, la importancia del movimiento de protesta que se barrunta en los pasillos no está en el número, sino que el tiempo se acaba. "Es ahora o nunca", afirma. "Ahora estamos viendo a gente que nunca se había interesado por este tipo de cuestiones y que, aunque no participa en los encierros, viene a interesarse por qué es eso de Bolonia".
Mientras, la respuesta a la petición de los rectores no se ha hecho esperar: el Ejecutivo empezará a actuar en defensa del proyecto de reforma de la educación superior de forma inmediata, según informa también el diario 'El País'. La intervención del Ministerio de Ciencia e Innovación se traducirá en dos reuniones sobre el tema y sendas declaraciones institucionales en favor de Bolonia. El Gobierno, al parecer, incluso está dispuesto a repasar algunos de los aspectos más polémicos de la reforma, como los procedimientos de la Aneca, el centro que evalúa y aprueba las nuevas titulaciones.
A pesar de la sensación de victoria que se respira, otros estudiantes prefieren mantenerse cautos y no dejarse contagiar por el optimismo que ha inyectado la preocupación de los rectores. "Me parece patético", sentencia Víctor José Moreno, uno de los cabecillas del movimiento en Filosofía. "Lo único que pedimos es que vengan a debatir públicamente con nosotros y, en lugar de hacerlo, piden ayuda al Gobierno. Yo prefiero seguir trabajando, la verdad". Acto seguido, se apresura en coger unos papeles y vuelve a sentarse en el corro donde una veintena de estudiantes debaten acaloradamente. Son las 20.30 y la facultad está semi desierta, pero a ellos todavía les queda una larga noche de trabajo.
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