Protegido en la oscuridad, solo consigo mismo, el ser humano se permite el lujo de existir allí donde nadie puede verlo. No es como en el automóvil, en donde la mujer, o el hombre, se sienten igualmente a salvo, inaccesibles. Y actuantes. El conductor despierta al "übermensch", el superhombre que soñaba Nietzsche y que los falangistas presumían de ser entre las sábanas. Sólo él, encima de los otros (y las otras).
La butaca de un cine es diferente: uno puede ser uno, con los demás. Incógnito en la masa, pero individualizado. Es el voto secreto. La risa, que refuerzan las risas circundantes, pero de la que uno no tiene por qué avergonzarse, de la que no hay que rendir cuentas, que no es una risa responsable: ¿quién sabe que eres tú el que se ha reído? La risa solitaria nos delata. No responde a modas: donde otros no la ven, la persona, cuando ríe, es que ríe de verdad. ¿De qué se ríen?
En los últimos tiempos 'Rebobine, por favor', 'Hermanos por pelotas' o, por ejemplo, 'Asfixia', han sido sucesivos misterios. Sé que Alberto Moreno está en la nómina de a los que esos títulos divierten. Aprecio y respeto a Alberto Moreno, como no tengo por qué apreciar, pero respeto, a todos los que se ríen con Gondry, con McKay y con Gregg. Hoy (ayer) en Gijón hemos visto 'La historia completa de mis fracasos sexuales', de Chris Waitt. Se la voy a recomendar. Por el humor. Sin que tenga que ver con el borrar fronteras, supuestamente falsas, entre el documental y la ficción; ese naturalismo en el tratamiento, en el encuadre, en la iluminación (forzado o no, no es ahora el tema); esa voluntad de anular la pantalla, que convence o no convence, o sí convence a veces y otras no. Director de cine experimental pretende entrevistar a su agenda.
Poco que ver con 'Adoration' donde los temas son el terrorismo ejercido por la propia familia y frente al que no hay defensa o, pasando de lo doméstico a lo público, ¿por qué habría que respetar la vida individual si la naturaleza misma no la respeta? En otro orden de cosas (ayer mencionábamos 'El Satiricón') de si "se me levanta" o "no se me levanta". Cara al sol. O el humor inteligente y desmadrado –volvemos continuamente sobre ello: el hombre, la única criatura viviente que sabe que se muere-, o lo que, por lo menos, da para pensar. En Gijón, a día de hoy, ironía: los turcos ('Tres Monos') y, fuera de concurso, el armenio-canadiense Atom Egoyan.
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