Vete de boda con Anne Hathaway

Las tardes de lluvia y frío invitan al cine: he aquí las cuatro propuestas de esta semana. 'La boda de Rachel', del director de 'El silencio de los corderos', retrato de una tóxica atmósfera familiar; 'Los niños de Huang Shi', una historia de la guerra chino-japonesa de 1937; la mítica ‘Retorno a Brideshead’, basada en una hermosa novela y una serie de televisión extraordinaria, que te dejará satisfecho, y la chorrada que no podía faltar: ‘Hermanos por pelotas’.

'La boda de Rachel', de Jonathan Demme (por A.M.)

Parece que narra la realidad. No es una rareza que los jóvenes talentos del cine se atraganten con la fama mal digerida. Lo que podría haber sido en sus carnes, y no fue, lo cuenta Anne Hathaway, la ex princesa por sorpresa, que sirve de descacharrado maniquí en uno de los últimos flirteos de Jonathan Demme con la ficción. Ahora parece empeñado en convertirse en biógrafo fílmico de Neil Young. El sabrá. Es por esa misma querencia suya hacia la realidad por la que ‘Rachel’ adolece de ciertos vicios: la cámara fija atascada en interminables monólogos, el abuso de la música intradiegética (tara de melómano)… Pero no todo van a ser peros; quien firmara ‘El silencio de los corderos’ se saca de la manga una tóxica atmósfera familiar equiparable a la de los ‘Maridos y mujeres’ de Allen, una foto de inspiración Dogma decididamente maravillosa y a la no menos increíble Debra Winger, que se encontraba en situación de semirretiro.

'Los niños de Huang Shi', de Roger Spottiswoode (por A.M.)

Jonathan Rhys Meyers comenzó a despuntar más o menos a la vez que Ewan McGregor en ‘Velvet Goldmine’. ¿Alguien le recordaba?, ¿alguien que no sea un corajudo fan de ‘Los Tudor’? No me extraña, porque toda la ventaja que le puede sacar al escocés en el terreno de la sonrisa Profidén, la pierde en el campo de la actuación. ¿Nos encontramos ante un mal actor? Dejémoslo en que nos encontramos ante un actor plomizo y enfático que se toma demasiado en serio a sí mismo. Lo único que se puede decir bueno de él es que retuvo este papel de ‘misionero’ en la guerra chino-japonesa de 1937 y no se lo pasó a cualquier otro actor. Eso sí que es una obra social. Si quieren emociones nuevas, búsquense otra. Aquí encontrarán paisajes molones, catarsis y esforzado lirismo final, pero no emociones nuevas.

‘Retorno a Brideshead’, de Julian Jarrold (por F.V.)

¿Quién es nadie para apagar la llama de la fe?, esa llama vacilante, humilde, débil, que se hace fogonazo e ilumina no sólo la conciencia: el mundo, si es que el mundo, una apariencia que esconde lo que importa de verdad, no es inferior a la conciencia.

Evelyn Waugh se convirtió pronto al catolicismo. Le rondaba el caletre, que es lo que es el ser humano usa para entender. Fue un magnífico escritor, y ‘Retorno a Brideshead’, además de una hermosa novela y una serie de televisión extraordinaria, es una buena película, un tanto comprimida. Cuesta librarse del Rydell y del Flyte de la pequeña pantalla y de hecho el Flyte del cine hubiera parecido más en su sitio en un local de ambiente, pero las interpretaciones son extraordinarias, la historia fluye con momentos felices, y se sale del cine satisfecho.

Independientemente de cuál sea el mensaje.

‘Hermanos por pelotas’, de Adam McKay (por F.V.)

Llueve mucho bastante, con tendencia a llover más todavía. Las calles se convierten en torrentes por los que el tráfico se estanca, inútiles peces de metal varados en la pileta de la ducha. Tiene sus desventajas, pero también tiene sus ventajas: esta vez, que llegas tarde al cine y te ahorras 20 minutos de película. Camino de hacer listos a ‘Dos tontos muy tontos’. El atasco podría haber durado hasta que, todos inmaduros, inviables para el humor adulto, asistamos a la extinción de nuestra especie.

Regresión a la infancia que se presenta como inversión 'a futuro'. No es ‘Peter Pan’: es una chorrada.

*Federico Volpini y Alberto Moreno son nuestros colaboradores de cine.