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Llueve (cine) en Gijón

  • 'Asfixia', de Clark Gregg dio el pistoletazo de salida el jueves
  • 'Tres monos', de Nuri Bilge Ceylan y 'Nowhere Man' de Patrice Toye abrieron el Concurso
Por FEDERICO VOLPINI (SOITU.ES)
Actualizado 23-11-2008 11:52 CET

GIJÓN.- "SE TRASPASA". Basta con mencionar la cosa para que la cosa sea de algún modo. En una tienda de Gijón, el modo es una puerta a lo maravilloso: sólo ése puede ser 'El espejo mágico'. En la película de Nuri Bilge Ceylan (primer día del Festival, tras la inauguración el jueves con 'Asfixia') el título y lo que su director —y la prensa con él— dice sobre el título, es 'la cosa': 'Tres monos'.

Sus personajes no ven, no oyen, no hablan. Porque lo digan el director y el título. Sí hablan, aunque hablar sea ese flujo sin sentido que en la especie humana, y muy específicamente en la familia, sustituye a la comunicación; sí ven y poco importa que decidan mirar para otro sitio; sí oyen y lo que oyen, lo que ven, lo que hablan, determina sus acciones. Drama turco. "Otai", "Eyüp", se llaman: siglos después, "Ismail" todavía parece un añadido. Siguen siendo jinetes de la estepa. Los mongoles, sus primos, bebían la sangre de sus caballos. En las expediciones iban con diez o doce por jinete, saltaban de uno a otro y los sangraban abriéndoles con el cuchillo una vena en el cuello. Mejor que beberse la gasolina de los coches. Los turcos beben la sangre de sus fantasmas. El agua, en momentos cruciales: la fuente en la estación, la visión del hermanito ahogado, la ducha mientras suena el teléfono, la hermosa imagen con la que se cierra la película, también sirve a esta fábula lenta, desleída en el tiempo que se toman para contarla. Premio al mejor director en Cannes.

De 'Nowhere Man' ("isn't he a bit like you and me?"), no es fácil encontrar una colección de seres tan absolutamente carentes de interés. Hasta parecen incómodos de que la directora (y el espectador) se fije en ellos.

'Asfixia' recupera al pícaro y lo cruza con el enfermo de males 'a compartir' dentro de sociedades opulentas. Entre Encolpio o Ascilto y Holden Caulfield: "Hola. Me llamo Peter y soy un sexador de pollos compulsivo". Insufriblemente escatológica, el público rió, aplaudió y la comentó en la calle entusiasmado.

Ganas dan, de verdad, de cruzar el espejo.

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