En estos tiempos en los que los fabricantes de cámaras de fotografía se esfuerzan por lograr modelos con sensores y objetivos de alta calidad, muchos casi nunca imprimen sus fotos en papel. Esto no deja de ser paradójico, pues lo cierto es que si sólo muestras tus fotos en internet o en la televisión, por muy Full HD que ésta sea, con una cámara de dos megapíxeles, como la de muchos teléfonos, tienes suficiente para exhibirlas en una pantalla.
Es cierto que la calidad del color o la óptica juegan también un papel importante a la hora de mostrar imágenes en una pantalla, pero la inmensa mayoría de cámaras compactas y muchos móviles que hacen buenas fotos, como el Nokia N96, te permitirán mostrar fotografías en una pantalla y sacar alguna que otra copia a papel con calidad.
Lo primero que debes saber es que, si tienes la intención de disparar una foto bien estudiada para imprimirla con calidad, por ejemplo un retrato, y tu cámara es capaz de realizar tomas en bruto, formato RAW, debes dispararlas así. Esto también es recomendable cuando vas a mostrar la imagen en una pantalla, pero las condiciones de luz son complicadas porque hay luces extremas, como sucede en tomas hechas a contraluz, o porque sencillamente la luz es escasa. En ese caso, cabe disparar en RAW y luego procesar la imagen para mejorar sus detalles.
Un archivo RAW no es otra cosa que los datos sobre la imagen que ha captado la cámara y que se almacenan directamente en la memoria, sin que la cámara haya procesado con su software interno valores como el balance de blancos o la exposición. Es, por tanto, el equivalente en digital al negativo de la fotografía analógica. Cuando la cámara almacena en Jpeg una foto, esos valores ya han sido establecidos por nosotros con antelación, si hemos disparado en modo manual, o por la propia cámara, si hemos disparado en modo automático.
El Jpeg conlleva que el margen para editar una foto mediante un programa de tratamiento de imágenes queda mermado, pues se basa en un algoritmo de compresión con pérdida de información. Podemos tocar todo lo que queramos un archivo RAW, que siempre podremos volver a los valores originales, sin perder ni la más mínima calidad, pero si abres una foto que ya ha sido comprimida en Jpeg, la editas, y la vuelves a grabar en ese mismo formato acabas de perder información visual en la misma. Cuantas más veces sometas un archivo Jpeg a ese proceso, más calidad perderá. Por ello, si editas una foto en Jpeg, guarda siempre el original, es tu negativo.
En definitiva, puede decirse que disparamos en JPEG cuando no vamos a editar a posteriori una imagen, o si sólo realizamos unos ajustes mínimos, y disparamos en RAW cuando queramos lograr un acabado más personal, y normalmente de más calidad, procesándola en el ordenador. En cualquier caso, dispares en un fomato o en otro, intenta que la fotografía técnicamente sea lo más correcta posible en el momento de hacerla.
Si nos guiamos por la pauta de alcanzar la máxima calidad técnica posible con nuestro equipo fotográfico, y nos olvidamos de cualquier motivación artística subjetiva, puede decirse que una buena toma es aquella que tiene una gran riqueza de matices y de colores, sea ésta realizada en blanco y negro o en color. Para saber esto de forma objetiva, tenemos que recurrir al histograma, que no es otra cosa que una herramienta de medición de los tonos de una imagen.
El histograma puede consultarse en algunas cámaras antes de hacer la foto y después de hacerla. Si tu cámara dispone de esta función, úsala, lo mejor es hacer bien la foto en el terreno. Si no lo usaste al hacer la foto, o la toma es irrepetible, puedes consultarlo desde el programa de edición y modificar la imagen hasta que este sea óptimo —ver imagen sobre estas líneas—.
Por otra parte, para obtener imágenes con gran variedad de detalles, es crítico que al disparar lo hagamos con el menor valor ISO posible, pues en verdad esa es la sensibilidad 'real' de nuestra cámara. Cualquier imagen captada con unos valores ISO superiores a los mínimos permitidos, supone que la cámara debe amplificar la señal luminosa, lo que motiva una pérdida de calidad que genera ruido. Este será más o menos tolerable en función del equipo con el trabajemos.
Por ejemplo, he aquí una foto tomada con un teléfono Sony Ericsson C905 a 400 ISO y otra realizada con una cámara réflex profesional EOS 5D Mark II con el mismo valor ISO. En ambos casos, se ha rebasado el valor ISO mínimo de las cámaras. Las diferencias serían apabullantes si hicieramos ampliaciones en papel fotográfico, pero si las publicamos en un blog, apenas hay diferencias entre la una y la otra.
Por ello, si disparas con un móvil, hazlo con la sensibilidad mínima permitida, si es que puedes ajustar ese valor. Si disparas con una cámara compacta de consumo, no sobrepases los 400 ISO; y si disparas con una réflex, normalmente no tendrás problemas para hacerlo a 800 ISO, aunque en este segmento las diferencias son muy grandes (algunas se comportan bastante bien en valores de incluso 6400 ISO). Recuerda: si hay poca luz siempre puedes usar el trípode o apoyar la cámara sobre una superficie estable para disparar sin flash y con sensibilidades bajas —ver imagen superior—.
Al editar fotografías, la profundidad de color es clave, pues según sea ésta mayor o menor podremos trabajar con más o menos flexibilidad con nuestras imágenes, sin deteriorar mucho su calidad. El ojo humano no puede diferenciar entre una imagen con una profundidad de color de 8 o de 16 bits, pero el ordenador sí.
Si tu cámara es capaz de almacenar las fotos con una produndidad de 16 bits, estás de enhorabuena, por lo general sólo las réflex pueden hacer esto. Algunos programas, eso sí, son capaces de convertir más o menos bien imágenes de 8 a 16 bits, pero ten en cuenta que de lo que no hay difícilmente se puede sacar.
Es posible diferenciar un aumento de calidad cuando trabajamos con imágenes de 32 bits, pero ninguna cámara es capaz de captar fotos así a día de hoy. Para obtener una imagen con esa enorme profundidad de color, debes usar la técnica del Alto Rango Dinámico —HDR—. En esencia, ésta consiste en hacer una misma foto a partir de varias tomas, normalmente realizadas en RAW, con un diafragma idéntico, pero variando de forma proporcional la exposición.
Debe usarse trípode y el motivo debe ser completamente estático, pero una vez que obtenemos las imágenes existen diversos programas, como Photoshop, que las fusionan en una única imagen con una impresionante variedad de tonos. Las posibilidades de edición de estas fotos son muy grandes. Eso sí, mucho ojo al usar esta ténica si no quieres que tus fotos queden con un color más propio de una película de dibujos animados. En internet encontrarás muchas páginas que abordan la forma de usar esta técnica.
La pauta es destruir la menor información posible de la imagen al editar. Por ello, si disparas en RAW, utiliza el programa de edición que incorpore tu cámara para estos archivos, pero si usas Photoshop, edita tus imágenes con el plug-in Camera Raw; descubrirás que es genial. Si usas este programa de Adobe, también puedes trabajar con archivos en Jpeg y TIFF sin alterar demasiado la información que contienen.
Por otra parte, Picasa 3 no destruye información hasta que exportamos la foto con todos los cambios que hemos aplicado en ella. Además, permite visualizar el histograma y trabajar con los archivos RAW de algunos fabricantes, y por supuesto con los Jpeg. Si empleas Photoshop, puedes usar las denominadas capas de ajuste, que permiten también aplicar cambios a la imagen sin destruir información. Otras dos buenas opciones son Adobe Photoshop Lightroom y Apple Aperture.
Como estamos hablando de que logres buenas fotos en color o en blanco y negro, y no fotomontajes, las herramientas que debes de usar serán aquellas que te permitan variar los valores de tono, brillo, y saturación de una imagen; siempre observando los cambios en el histograma de la imagen.
Estas correccciones pueden hacerse en la totalidad de la foto, que es lo más normal, o sólo en alguna de sus partes. En este último caso trabajaríamos con una aplicación que nos permita editar mediante máscaras para hacer retoques sobre zonas puntuales de la imagen. También cabe aplicar algunas correcciones puntuales para eliminar imperfecciones de la imagen motivadas por la aparición de polvo en la lente de la cámara o algo similar.
En definitiva, se trata de que proceses tus fotos como lo harías en un clásico laboratorio de fotografía analógica, sin desnaturalizar la imagen y con el propósito de mostrar con calidad la instantánea que has captado; que al fin y al cabo es lo que cuenta.
¿Alguna duda? Quizá podamos ayudarte.
Si quieres firmar tus comentarios puedes iniciar sesión »
En este espacio aparecerán los comentarios a los que hagas referencia. Por ejemplo, si escribes "comentario nº 3" en la caja de la izquierda, podrás ver el contenido de ese comentario aquí. Así te aseguras de que tu referencia es la correcta. No se permite código HTML en los comentarios.
Lo sentimos, no puedes comentar esta noticia si no eres un usuario registrado y has iniciado sesión.
Si ya lo estás registrado puedes iniciar sesión ahora.