Y entonces Ismael piensa: ¿La vuelta al mundo? Hay mucho en ese sonido que inspira sentimientos de orgullo, pero ¿adónde lleva toda esa circunnavegación? Sólo a través de peligros innumerables, al mismo punto de donde partimos, donde los que dejamos atrás, a salvo, han estado todo el tiempo antes que nosotros. Esta búsqueda en pos de uno mismo que es también una huida, pero sin duda un camino de conocimiento.
Esta cita tomada de 'Moby Dick' tal vez sirva, merced al sistema político estadounidense, para definir la suerte política de John McCain. Y es que, a diferencia de lo que ocurre en el sistema español, donde a pesar de haber caído en dos elecciones Mariano Rajoy sigue liderando el partido en la oposición, la presencia del republicano tras el resultado electoral pasa a diluirse entre los nombres de los otros 99 políticos que componen el Senado.
Efectivamente, el veterano senador por Arizona, tras haber tropezado también en dos contiendas electorales (en el año 2000 ya cayó en las primarias de su partido ante George W. Bush), no será el nombre destacado de la oposición y, además, puede despedirse de un nuevo asalto a la Casa Blanca. "Es el final de un largo viaje", ha reconocido el propio McCain, de 72 años, en su discurso de felicitación a Obama.
Tal vez, cuando McCain regrese a su butaca en el Senado (un lugar que ocupa desde el año 1987), pensará en este último proceso electoral. Tal vez, se siente al lado de senadores republicanos más jóvenes e intente trasladar ese "camino de conocimiento" del que se habla en 'Moby Dick': qué es lo que salió mal, qué es lo que pudo fallar en su campaña y qué es lo que debe mejorarse.
Desde luego, el veterano de Vietnam habrá de detenerse en algunos de sus errores más de bulto, como la ausencia de una idea fuerte, de una narración vertebradora (¿alguien sabría sintetizar cuál ha sido el contrapunto republicano ante la idea de 'change' (cambio) que ha vendido Obama?). Del mismo modo, entre los largos debates y las eternas votaciones del Senado, tal vez McCain se evada preguntándose hasta qué punto ha sido él quien ha llevado las riendas de la campaña republicana con brazo firme y hacia una dirección unívoca.
En resumen, el catedrático de Ciencias Políticas de la UNED, José Antonio Olmeda, nos explica que McCain tenía un buen perfil para haber llegado a ser un buen presidente, aunque su verdadera oportunidad le llegó a destiempo, pues su mensaje, su personalidad y su concepción de la política no han encontrado verdadero acomodo en las características y exigencias de la política contemporánea. En todo caso, McCain se ha despedido hoy por la puerta grande al pronunciar un discurso conciliador y elegante, reconociendo su derrota y felicitando al nuevo presidente de Estados Unidos.
Así pues, Obama no tendrá que batallar diariamente durante cuatro años contra quien ha sido representante republicano en estas elecciones. Y es que en la política estadounidense no existe una 'oposición a la española'. La principal diferencia es que los partidos políticos no son tan jerárquicos y su organización no es tan burocrática como en España, sino que su estructura es más laxa, según nos recuerda Olmeda.
La inexistencia de una asfixiante disciplina de partido (véase el caso PP-UPN, si alguien quiere hacer una comparación), hace que la oposición sea más difusa. La prueba más reciente en el caso norteamericano se encuentra en el plan de rescate económico urdido por Bush, ante el que republicanos y demócratas no mostraron, ni mucho menos, posturas unitarias.
Sin embargo, los resultados electorales dibujan un panorama muy favorable para los demócratas, al conseguir ingentes mejoras y hacerse con una amplia mayoría tanto en el Senado como en la Cámara de Representantes. Este hecho puede facilitar la implementación de las promesas de cambio de Obama y la promoción de la agenda legislativa de los demócratas. Sin embargo, esa misma laxitud de la que hablábamos hace que Obama tenga que lidiar ante diversos tipos de oposición: la que procede del partido republicano, la que se halla en el interior de su propio partido y la que llega desde los grupos de presión (muy poderosos e influyentes en Estados Unidos) y las demandas más particulares de los diferentes estados.
La candidata republicana a la vicepresidencia, Sarah Palin, tal vez acabe en el futuro presentándose a las primarias de su partido, sumándose así a un camino que ya han transitado algunos políticos que ejercieron de candidatos a la vicepresidencia, como el demócrata Al Gore. Hay incluso quien se frota las manos pensando en un futuro enfrentamiento entre Hillary Clinton y Sarah Palin para 2012.
Sin embargo, las posibilidades de la gobernadora de Alaska, a no ser que cambien mucho las cosas, estarían muy limitadas porque, dentro del partido republicano, representa básicamente a la derecha religiosa y más conservadora, un grupo con una base insuficiente para obtener la victoria en unas elecciones, según cuenta el profesor Olmeda. Y es que el sector moderado, tan necesario para ganar unos comicios, ha mostrado continuas dudas ante la capacidad de Palin para gobernar los designios de Estados Unidos.
En todo caso, el Partido Republicano "está obligado a reinventarse", en palabras de Olmedo, ya que su programa básico "se ha visto muy debilitado a causa de la crisis económica". El partido de Bush, McCain y Palin ha llegado a estas elecciones alimentándose aún de las rentas de una coalición que hace ya más de 20 años forjó Reagan, una coalición que incluía desde los "demócratas de Reagan" (miembros de la clase trabajadora pero con unos ideales conservadores) hasta los sectores de la derecha más extrema.
Es, por tanto, muy probable que se abra ahora un intenso período de reflexión en el seno republicano, liderado por 'think tanks' e influyentes blogs, que tendrán que dar respuesta a algunas de los dilemas que llevan un tiempo dividiendo a los republicanos. Por ejemplo, ¿es conveniente abrazar el neorrealismo o el neoconservadurismo en política exterior? Esta especie de autopsia de la derrota electoral, muy habitual en Estados Unidos, ofrece un nuevo foco de contraste con la política española. ¿Y es que quién recuerda un período serio de autocrítica y reflexión (no una lucha de poder disfrazada de debate ideológico) tras las derrotas en España?
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