MADRID.- Todo empezó en agosto de 2007 en Estados Unidos, con la morosidad de las hipotecas subprime (de mala calidad). Pero lo que comenzó siendo una crisis financiera 'particular' se ha extendido como la peste por el globo terráqueo, y se ha trasladado al conjunto de la actividad económica, afectando a la liquidez de la banca internacional, al empleo, la producción y los precios.
La crisis que vive Estados Unidos es, según los analistas, "la más grave desde la Gran Depresión de 1929". El desempleo se ha disparado, los salarios han caído casi un 10% en términos reales y el sistema bancario se ha contraido. Todo ello ha provocado un desplome del mercado inmobiliario residencial, donde los precios de las casas han bajado un 4,8% interanual y los embargos se han incrementado un 121% en un año.
En Europa, la producción industrial ha caído un 6% en Holanda y un 5,5% en Suecia. Y la confianza de consumidores y empresarios se ha resentido en Alemania y Francia debido al mal dato de la inflación, que en el país germano ha alcanzado el 3,3% (la cifra más alta en 15 años), y en el galo ha llegado al 3,6%, batiendo el record de 1991. Pero la situación más dramática se produce en Reino Unido y España, donde la burbuja inmobiliaria ha estallado con mayor virulencia a modo de onda expansiva del terremoto estadounidense, llevándose por delante a las grandes compañías y destruyendo empleo.
Lo que más temen ahora las autoridades internacionales es que esta crisis se convierta en sistémica, es decir, que el conjunto de la economía mundial se colapse. Pero, ¿es esto posible? ¿Se puede repetir en España y el resto de Europa el patrón de Estados Unidos?
El informe sobre la estabilidad financiera mundial del Fondo Monetario Internacional (FMI) advierte de que los mercados financieros mundiales "siguen siendo frágiles, y los indicadores del riesgo sistémico permanecen en niveles elevados". Una de las mayores preocupaciones de este organismo es que continúen cayendo los precios de la vivienda, lo que podría provocar que su valor estuviese por debajo de las hipotecas y dañaría aún más las ya de por sí maltrechas economías familiares. Para evitar esta situación, el FMI considera necesario "frenar el declive del mercado inmobiliario"; una receta que, en principio, ofrece a Estados Unidos, pero considera extensible a España, Reino Unido e Irlanda.
El Gobierno de Bush ha tomado buena nota de estas sugerencias y ha decidido intervenir de forma efectiva en el mercado para intentar paliar la crisis. Así, se ha comprometido a garantizar unos 300.000 millones de dólares de préstamos inmobiliarios para dar un respiro a aquellos ciudadanos que no puedan asumir sus hipotecas. Además, la Reserva Federal (FED) ha intervenido socializando los riesgos y rescatando a Fannie Mae y Freddie Mac, los pilares del sistema hipotecario del país (en sus manos se encuentra casi la mitad de la deuda hipotecaria del país, que asciende a 12 billones de dólares), de un derrumbe inminente. El problema: la compra de la deuda de estas dos compañías le costará a los contribuyentes unos 25.000 millones de dólares, según la Oficina Presupuestaria del Congreso.
En España, sin embargo, el Gobierno ha decidido no acudir al amparo de las empresas con dificultades financieras, porque considera que el ajuste inmobiliario era necesario. Sin embargo, a partir de octubre, el Ejecutivo invertirá 300 millones de euros en la compra de suelo a empresas privadas para construir VPO. Además, En mayo se aprobó una rebaja fiscal de 400 euros, similar a la que impulsó Bush en febrero, que supone una devolución de entre 600 y 1.200 dólares (entre 385 y 770 millones de euros) . Sin embargo, las consecuencias para ambas administraciones son similares: para Estados Unidos, supone incrementar el déficit hasta niveles nunca vistos, y en España, los 6.000 milllones de euros que cuesta la medida provocará que el Estado cierre en déficit por primera vez en tres años.
Mientras tanto, el mercado inmobiliario español se encuentra paralizado después de años de efervescencia, con los precios a la baja y con profesionales en serias dificultades para hacer frente a sus deudas. Está situación repercute en el empleo, cuyas listas de parados no dejan de crecer, así como en el mercado hipotecario, donde la morosidad aumenta mes a mes. No obstante, el comisario europeo Joaquín Almunia descarta que en nuestro país pueda darse una situación similar a la vivida por Fannie Mae y Freddie Mac, ya que "las entidades financieras españolas son muy sólidas y solventes, están muy bien aprovisionadas y muy bien supervisadas por el Banco de España". Además, Almunia considera que las "condiciones hipotecarias" de Estados Unidos y España "son muy diferentes", pues aquí hay "un nivel de impago de hipotecas muy bajo".
Muy similar a la española es la situación que se vive en el mercado británico, donde ya se habla de "la mayor crisis inmobiliaria en 50 años". Los precios de las viviendas llevan cayendo cinco meses consecutivos, y en junio bajaron un 6,1% interanual, según el índice Halifax. La mayoría de los economistas considera que este desplome se mantendrá hasta finales de 2009 ó principios de 2010 como muy pronto. Mientras tanto, la inflación ha alcanzado el 3,8%, su nivel más alto en una década, aumenta el desempleo y se reduce drásticamente el número de hipotecas contratadas.
A este pesimista panorama que se dibuja en ambos países, se unen tasas de interés cada vez más altas, una crisis crediticia que se prolonga en el tiempo, la pérdida de poder adquisitivo, y precios del petróleo y los alimentos por las nubes. Por ello, la confianza de los consumidores cae en picado.
Las similitudes entre la crisis estadounidense existen, pero también son muchas las diferencias. La solución al problema está en manos de las autoridades económicas. ¿Conseguirán estos 'sabios' internacionales dar con la clave para acabar con esta crisis 'compartida'?
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