VALENCIA.- El alcalde de Madrid nos explica la diferencia entre cuál era su situación antes y cómo ha cambiado en este Congreso. De ser considerado la peste por sus ideas progresistas -lo que se entiende por progresismo en el PP-, ha pasado a situarse a la derecha del padre, en el lugar que corresponde a un delfín.
La pareja Gallardón- Manuel Cobo entran juntos y en el Congreso. Felices, sin corbata, el jefe echa la mano por el hombro a su hombre de confianza en el consistorio, que a partir de ahora lo será también en el comité ejecutivo del PP. Un gol de los que se saborean directo a la portería de Esperanza Aguirre. Un episodio más en esta batalla a cielo abierto.
"No entiendo en qué ha variado la situación, tú antes ya estabas en el comité". Pido a Gallardón que me aclare su estrenado estatus. "Ahora estoy en el comité de dirección, un órgano nuevo de carácter operativo. Sigo estando también en el comité ejecutivo, cuya función es consultiva", explica. Lo que en cristiano significa que ha escalado posiciones y que forma parte de la 'crème de la crème rajoniana' con licencia para tomar decisiones, para actuar cuando la situación lo requiera, para marcar el camino.
Este es el hombre que se perfila más claramente como el delfín. El mismo por el que nadie daba un duro dentro del partido. No hace mucho un compañero de filas me explicaba que Gallardón vivía al margen de la formación. Ni se le quería ni se le odiaba, él hacía su vida y mantenía una relación distante y casi inexistente con el partido. Siempre se ha considerado el candidato que más votantes indecisos, de la denominada izquierda volátil, podría concentrar.
Satisfecho, relajado y vencedor. Ayer tuvo la ocasión de sentir el sincero y continuado aplauso que le dedicaron los militantes cuando Rajoy leyó su nombre. Sorprendía el entusiasmo en un auditorio tan distante con el nuevo equipo. Un auditorio que sólo se entregó cuando Acebes y Aznar hablaron. Un auditorio que ayer por la tarde dejó claro que Gallardón les gusta y que lo aceptarían mejor que al propio Rajoy, al que votaron con auténtica resignación. No se puede decir que esté muy integrado en el equipo de los sorayos, el único grupo realmente entusiasmado de la nueva etapa, pero si a el alcalde le conviene, sabrá ganarse su confianza en un pispás. Sus dotes como encantador de serpientes son famosas incluso fuera de los límites de Madrid.
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