Decimos mal: no es rodando. La palabra correcta es grabando, pues no es cine lo que estamos haciendo, sino vídeo. De alta definición, pero vídeo, al fin y al cabo. Llevamos ya unos meses elaborando cinco documentales de una hora con los cocineros vascos más estrellados: Juan Mari Arzak, Martin Berasategi, Pedro Subijana, Andoni Luis Aduriz e Hilario Arbelaitz. Por supuesto, salen sus casas y cocinas: Casa Arzak, Restaurante Berasategui, Akelarre, Mugaritz y Zuberoa. Respectivamente.
El proyecto consiste en emitir próximamente todos estos documentales por las pantallas de ETB. Esperemos que todo vaya bien, y que tengamos el trabajo acabado y listo para la fecha. También emitiremos otros productos ajenos. (Adriá nos dice por teléfono que están ultimando un documental cojonudo, con gente de Girona. Que todo lo demás —incluido lo que hemos visto sobre él en la fracoalemana ARTE—, está ya obsoleto)
Nos vamos haciendo viejos y empezamos a contar los años que se amontonan sobre los hombros: hace más de 20 que trabajamos en televisión, y algo ha llovido desde entonces. Lo cierto es que en aquella época, empezaba la Nueva Cocina Vasca y nos tocó seguir de cerca a todos estos morlacos, cuando de meros trabajadores ocultos del fogón, pasaron a ser estrellas (en la cocina y en los medios). También nos tocó desvirgar en las pantallas al gran Arguiñano. Circunstancias de la vida.
Desde aquel pleistoceno guardamos con estos cocineros una amistad que no sabemos cómo calificar: somos amigos, pero nos observamos atentamente de reojo, como si nos pudiéramos proferir algún mal: no se acaban de fiar de los escritores, su herramienta no es la palabra. Definitivamente.
En aquellos tiempos, estaban necesitados de aparición pública, y en ello colaboramos. Hoy son estrellas rutilantes y ocupadas, con un séquito de colaboradores inmenso: jefa de prensa, jefe de laboratorio... Ríete tú de Madonna.
Pero para nosotros queremos lo que nos toca, y no para otros. Es una suerte entrar en sus vidas y cocinas para tratar de entenderlos. Alcanzar altares prohibidos para el resto de mortales, intimidades inesperadas y hallazgos increíbles.
Lo que más cuesta es diferenciar sus cocinas por escrito. Ni son iguales ni son lo mismo, pero es difícil ponerlo en letra. Al menos para nosotros. Será que somos torpes o muy poco hemos aprendido en todo este tiempo.
Seguro que iremos hablando de estas pelis en Glotonia, como ya lo empezamos a hacer en el antiguo blog. Tiempo al tiempo. Ahora toca no hacer el ridículo y dar el tipo, no defraudar al cliente ni a los amigos. No queremos documentales publicitarios, pero es imposible no ensalzarlos. Cada vez que comemos en sus casas, nos acordamos de Pedro Navajas: si naciste pa martillo, del cielo te caen los clavos. Caído o no del cielo, ellos son cocineros. No tienen otro remedio.
Y nosotros que lo veamos.
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