La Comisión Nacional de la Energía ha dicho que hay que subir la luz un 11%. Y como siempre, ha llegado el follón: asociaciones de consumidores, editorialistas, políticos… Unos por desconocimiento, otros por mala fe, y la mayoría con demagogia, todos ellos se han mostrado en contra de la subida (incluso el Gobierno, que trata de apuntarse el tanto de haber rebajado la subida del 20 al 11%). Las razones, las de siempre: que las economías familiares no pueden aguantar esta subida y que sólo sirve para que las empresas eléctricas se forren. Lo que pasa es que, al menos esta vez, estos argumentos son falsos: con esta subida, ni las familias van a pagar más, ni las eléctricas van a ganar más. De hecho, no sólo no hay razones para no subir las tarifas, sino que deberían subir más. Me explico a continuación.
La razón fundamental por la que la subida de tarifas no va a servir para que las empresas se forren es que, por una figura llamada déficit de tarifa, las empresas ya están cobrando todo lo que deben/pueden/quieren. Y por ese mismo instrumento, ya estamos pagando todos bastante más que esa subida del 11%, sólo que diferido en los próximos años.
El déficit de tarifa es básicamente la diferencia entre lo que cuesta de verdad la luz y lo que pagamos por ella en la tarifa. Es decir, una cosa es lo que el Gobierno deja que suba la tarifa, y otra lo que cuesta de verdad generar la electricidad.
Desgraciadamente (como explicaré más adelante), el Gobierno de turno siempre se empeña en mantener bajas las tarifas, aunque los costes de producción aumenten. Pero luego, como las eléctricas perciben menos por la tarifa de lo que les está costando producir la electricidad, el Gobierno les reconoce que hay un déficit en sus ingresos y les permite cobrar este déficit repercutiéndolo en la tarifa (pero para que se note menos, diferido a lo largo de una serie de años). En resumen: que, aunque el Gobierno se empeñe en decir que está manteniendo baja la tarifa, en el momento en que reconoce el déficit de tarifa ya está haciendo que las empresas cobren todo lo que les cuesta producir, y que todos lo paguemos, aunque como digo diferido. El déficit de tarifa lo que hace es aumentar la tarifa, pero a escondidas.
Si ahora el Gobierno dice que va a subir las tarifas, lo único que va a hacer es que ese déficit de tarifa, ese aumento escondido, aflore parcialmente (porque no va a eliminar totalmente el déficit), y por tanto, no vamos a pagar más que antes, ni las empresas van a cobrar más que antes. Eso sí, lo que haremos será pagar más parte de la luz cuando la consumimos, y no unos cuantos años después. Claro, esto de pagar a plazos entiendo que resulte atractivo, pero hagámonos una pregunta: cuando vamos a tomar el café del desayuno, ¿pedimos que nos lo rebajen, y que nos dejen pagar la diferencia en los próximos diez años? Supongo que las risas del camarero se oirían en China…Entonces, ¿por qué pedimos lo mismo para la luz? Porque al fin y al cabo, la luz, a las familias medias, nos cuesta lo mismo que un café al día…
Así que, para resumir lo expuesto hasta ahora: mientras haya déficit de tarifa reconocido, el aumento de tarifas no supone encarecer la luz, y el que diga lo contrario es que no tiene muy claras las cosas. La tarifa debería por tanto subir todo lo que haga falta para que desaparezca el déficit de tarifa (aunque esta subida podría ser todo lo escalonada que se considere conveniente para amortiguar sus efectos sobre la economía).
Otra cuestión es que queramos que el déficit de tarifa no se reconozca, y que por tanto el Gobierno o las empresas sigan subvencionando la luz, al permitirnos comprarla más barato de lo que cuesta producirla. Pero es que no creo que eso sea tampoco una buena idea, ni en términos de equidad ni de eficiencia.
Primero, porque subvencionar la luz tal como se hace ahora no es bueno para los que menos tienen, al contrario de lo que muchos argumentan: cuando se subvenciona la luz, los más beneficiados son los más ricos, que son los que más electricidad consumen. Por tanto, los menos ricos salimos perdiendo relativamente. Esto se arreglaría subvencionando sólo a los que de verdad lo necesitan, que no es lo que se hace ahora. La segunda razón por la que debemos pagar lo que la electricidad realmente cuesta es porque sólo así podremos ser conscientes de que la electricidad es un bien escaso, y cuya producción tiene importantes consecuencias sobre la sostenibilidad del planeta (cambio climático, agotamiento de recursos, contaminación local, etc.). Si cuesta menos de lo que debe, consumiremos más de lo que debemos, y el mundo será menos sostenible.
Por último, y para que conste: ni mucho menos estoy defendiendo la desastrosa gestión del Gobierno de este tema: eso de parar la subida de las tarifas antes de las elecciones, no sea que se pierdan unos cuantos votos, y justo a la vuelta, subirlas una cantidad respetable, me parece poco presentable. Lo malo es que, en las próximas elecciones, habrá ilusos que se vuelvan a creer promesas similares de nuestros políticos (aunque, por si sirve de consuelo, o al menos para provocar una sonrisa, léeros esta columna en inglés del Washington Post acerca de los políticos en EEUU).
*Pedro Linares es profesor de la Universidad Pontificia Comillas y miembro de la Cátedra BP de Desarrollo Sostenible.(Las conclusiones y puntos de vista reflejados en este artículo son responsabilidad únicamente de su autor y no representan, comprometen, ni obligan a las instituciones a las que pertenece).
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