MADRID.- La televisión se ha enamorado de internet. ¡Horror! Es un abrazo mortal. Cuando la convergencia está más cerca que nunca los dueños de la tele no quieren perder su poder ante los magnates de la Red. Y vuelve la pelea con la televisión pública ahora que el servicio público se extiende por internet.
El iPlayer de la BBC es un éxito. Los británicos descargaron más de 42 millones de programas en los tres primeros meses del servicio de televisión bajo demanda, lanzado en diciembre pasado.
La televisión pública británica se reforma y abraza un futuro digital bendecido por Ofcom, la entidad reguladora de las telecomunicaciones y la televisión en el Reino Unido.
Y todos se han lanzado a degüello contra la BBC.
Los servicios de acceso a internet y las operadoras de telecomunicaciones, porque según ellos la pasión británica por los programas de la cadena está saturando las redes.
¿Quién pagará el ancho de banda necesario para poder disfrutar de los contenidos audiovisuales de la televisión pública?
Los servicios de acceso a internet, dice la corporación audiovisual británica. La BBC debería sufragar una parte de los costes, responden los servidores de internet.
En Estados Unidos se vive la misma discusión y se acusa a la televisión de amenazar internet con el aumento de tráfico de datos que supone. La Federal Communications Comission (FCC) acaba de fallar en contra de Comcast y otras empresas de telecomunicaciones que pretendían acabar con la neutralidad de la red y cobrar más a quienes se bajaran archivos o utilizaran servicios de banda ancha.
James Murdoch, hijo del magnate Rupert Murdoch y cabeza de la televisión BSkyB, la ha emprendido también contra la BBC. Acusa al iPlayer, desarrollado con fondos públicos, de "aplastar a un montón de competidores" al poner a la televisión pública británica por delante de las televisiones comerciales en el mercado de la convergencia entre internet y TV.
En España las televisiones esperan con atención el próximo relanzamiento de RTVE en internet. El presidente de la Corporación, Luis Fernández, anunció en el Congreso de Periodismo Digital de Huesca que la radiotelevisión pública pondría en la Red un millón de horas de programación gratis.
"Todos los ciudadanos podrán acceder a nuestro patrimonio audiovisual, todos los contenidos de los que tengamos derechos, bajo demanda y de forma gratuita", dijo.
El anuncio pone los pelos de punta a las televisiones comerciales, empeñadas en una batalla por conseguir del Gobierno la autorización para explotar la TDT de pago lo antes posible.
En España el servicio de televisión pública bajo demanda pionero es 3alacarta, de la TV3 catalana. Por ahora no ha tenido grandes repercusiones, ni de público ni en el resto de televisones. Nació en 2004 como proyecto de pago y a partir de mayo de 2007 amplió su oferta gratuita. Pero los siete días de programación gratuita no han encandilado a suficientes usuarios como para que las televisiones comerciales se preocupen.
El temor con TVE es mayor. Primero porque las televisiones han comenzado a apostar con fuerza por internet, porque la oferta de programas que puede ofrecer es inmensa y porque con 8,2 millones de líneas de banda ancha que llegan a un 18% de la población, según los últimos datos de la CMT, la televisión por internet ya tiene mercado en España.
Responsables de RTVE repiten el argumento de la BBC: los servicios de televisión por internet públicos estimularán el mercado, con los consiguientes beneficios para todas las televisiones. El resto de las televisiones preferirían no ser las últimas y el debate sobre los límites del servicio público de radiotelevisión en la era digital está abierto.
Desde hace años la televisión ha emprendido una disputa con internet sobre el control de los contenidos, los derechos de propiedad intelectual y un negocio que es cada vez más similar.
Las televisiones ven además cómo avanzan Google, Yahoo y Microsoft en el desarrollo de un mercado publicitario que será prácticamente el mismo cuando se apague la televisión analógica y toda sea digital, dentro de unos pocos años.
La batalla no ha hecho más que empezar.
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