Vuelta al fútbol de pago. Un nuevo modelo de televisión donde los contenidos más atractivos serán de pago y la televisión en abierto en España será mala e hipercomercial, saturada de telerrealidad, tertulias y talk shows. Un nuevo negocio de pago y multiplataforma para las cadenas. Los efectos de la aprobación de la TDT de pago son conocidos. Pero también deja efectos secundarios para la audiencia, los políticos y los medios.
Los espectadores están enfadados. Acabó la fiesta del fútbol gratis impuesta por La Sexta la temporada pasada para ganar la guerra a Prisa. Pero además cuesta cumplir la promesa de fútbol más barato que en la era del monopolio de Sogecable. No hay descodificadores ni equipos preparados para la TDT de pago y las primeras jornadas de Liga han sido un caos hasta que Mediapro y las plataformas se han puesto de acuerdo sobre el pago por visión. Y en los bares, lo mismo. Esperando el nuevo servicio y las nuevas tarifas de Gol TV.
La promesa de fútbol más barato, empañada por las prisas.
¿Solución? Aumento de las altas en Imagenio, la televisión por internet de Telefónica; en las plataformas de cable y en Digital Plus, contradictoriamente beneficiada —al menos temporalmente— de las urgencias en la puesta en marcha de la nueva plataforma de pago.
Una televisión de pago efímera. El año pasado resistió la crisis en número de abonados, aunque bajó el pago por visión por la oferta de fútbol gratis y creció la compra de películas. En el primer trimestre del año la tele de pago se resentía. Digital Plus seguía perdiendo abonados y empezaba a caer el cable. Sólo la televisión por internet y en el móvil siguen creciendo. El mercado de la convergencia aumenta y la TDT es una tecnología que durará poco, a la espera del tendido de las redes de nueva generación que permitirán ofrecer servicios interactivos, alta definición y paquetes atractivos para los ciudadanos premium.
En el recuerdo, el fiasco de la fusión entre La Sexta y Cuatro. No hubo reconciliación entre Mediapro y Prisa. En la recámara sigue el urgentísimo decreto aprobado por el Gobierno para permitir las fusiones entre cadenas. Es lo que pasa cuando se legisla a ritmo de operaciones que luego se frustran. Pero ahí está, para una nueva concentración de las televisiones cuando el pluralismo se reduce a elegir a quién se le compra el programa.
¿Y la prometida y reclamada ley general audiovisual que pondrá orden en el lío televisivo? Los partidos volvieron a reclamarla hoy en el Congreso, pero la reclamada ley no avanza. Todos presionan. Unos para rebajar el poder de la futura autoridad audiovisual y otros para fortalecerla. Casi todos para ordenar el sector, unos protegiendo a las cadenas y otros apostando más por la convergencia con las telecomunicaciones.
La pelea ha noqueado también la renovación de la Comisión del Mercado de las Telecomunicaciones (CMT). Su presidente y cuatro vocales están pendientes de designación desde diciembre de 2008. Y la cosa va para largo. A la batalla entre PSOE y PP por los nombramientos, agrupados con los cambios en la Comisión Nacional de la Energía y la de la Competencia, se suma el deseo de la CMT de convertirse en un regulador como la Ofcom británica, con poder sobre telecomunicaciones y audiovisual. Pero la vicepresidenta del Gobierno, María Teresa Fernández de la Vega, y un sector del Ejecutivo y del PSOE prefiere una autoridad audiovisual independiente. Uteca, la patronal de las teles, está con la CMT y teme mayor injerencia política si se crea otra comisión.
Resultado, la acusación de todos: debilidad del Gobierno e imprevisión para crear un modelo audiovisual sin legislar a golpes. Primero con la reforma de 2005 para ampliar los canales analógicos con el nacimiento de La Sexta y Cuatro, y el reparto de la TDT. Luego con la reforma de la nueva RTVE sin anuncios. Y ahora con una TDT de pago que cambiará el modelo televisivo, los ingresos de las cadenas y, por tanto, la futura financiación de RTVE.
El efecto secundario más chocante para muchos es la caza de Zapatero por Prisa. Las acusaciones de Juan Luis Cebrián y los duros ataques editoriales e informativos de El País confunden a muchos votantes socialistas, lectores fieles del diario, que han visto y oído de las terribles presiones del autoproclamado periódico independiente –ahora global- que no duda en convertirse en paladín de los intereses de su empresa cuando toca a rebato.
No cuela. Muchos lectores se han sorprendido de que la crítica, incluso a destiempo, arrecie cuando la votación de la TDT se acercaba. El resultado es una pérdida de credibilidad de El País que juega a ser como El Mundo sin la fuerza de choque necesaria ni las destrezas de un Pedro J. Ramírez. ¿Beneficiados? Quizá Público, el diario de Mediapro, nacido para ser alternativa a El País y que puede recoger a algunos desencantados del giro de su periódico tradicional. Y en tiempos de caída de la difusión, cuando El País encabeza las pérdidas, una fuga de lectores es fatal.
El precio de la TDT de pago es muy alto para muchos.
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