La liberación de cuatro rehenes secuestrados por las FARC ha vuelto a poner sobre la mesa el caso de Íngrid Betancourt. Dos de los el ex congresistas liberados, Gloria Polanco y Luis Eladio Pérez, han alertado sobre la grave situación de la política franco colombiana que, según sus palabras, sufre del hígado, está "muy enferma" y agotada física y moralmente.
Íngrid Betancourt es una política colombiana de origen francés que lleva seis años secuestrada por las FARC. El 23 de febrero de 2002, cuando era candidata a la presidencia de Colombia por el Partido Verde Oxígeno, se dirigía a un mitin en San Vicente del Caguán. Fue interceptada por unos guerrilleros. Desde entonces ha estado prisionera en la selva.
Comentamos el futuro de la ex candidata a la presidencia con la periodista especialista de Caracol Radio en el conflicto armado colombiano, Yanelda Jaimes.
Luchadora incansable, se ha convertido en el rostro del drama vivido por las más de 400 personas secuestradas por los rebeldes. "Es el símbolo de la desgracia", sintetiza Jaimes. Al igual que Clara Rojas y Consuelo González de Perdomo, Betancourt forma parte del grupo de más de 40 secuestrados 'políticos' que las FARC pretenden canjear por alrededor de medio millar de guerrilleros presos en un intercambio humanitario.
Después de que se completara la operación de rescate de los cuatro últimos rehenes, las FARC anunciaron que no se producirán más liberaciones "unilaterales". La condición que ponen los rebeldes para seguir entregando secuestrados es que el Ejército colombiano se retire de Pradera y Florida, dos municipios del suroeste del país, para continuar con la operación.
La pelota parece estar ahora en el tejado del Gobierno Colombiano. Sin embargo, en ninguna de las dos operaciones de rescate se ha llevado a cabo un despeje militar efectivo. El presidente colombiano, Álvaro Uribe, siempre se ha mostrado contrario a negociar con la guerrilla y prefiere optar por una táctica militar de liberación de los prisioneros (a "sangre y fuego"), aunque su política en este sentido ha sido muy criticada por los familiares de los secuestrados, ya que pone en riesgo su seguridad. Incluso Francia le ha pedido contención para asegurar que los rehenes no corren peligro.
Para Jaimes, el canje humanitario se encuentra ahora mismo en una especie de 'impasse' y ha vuelto al punto inicial. La incapacidad de llegar a un acuerdo a este respecto por las posiciones "inamovibles" de las partes retrasará sin duda futuras liberaciones.
"Hay mucha incertidumbre en el ambiente", indica Jaimes. "Betancourt juega sin quererlo un doble papel: se ha convertido para la guerrilla en el escudo de presión para conseguir cualquier cosa y, al mismo tiempo, un símbolo que ejerce muchísima presión sobre ellos". "Están entre la espada y la pared", añade.
El presidente del gobierno francés, Nicolas Sarkozy, ha hecho de la liberación de Íngrid Betancourt, una vieja reivindicación del país galo, un asunto de estado. Sarkozy ha reconocido sobre este asunto que se trata de una "obsesión" para Francia y ha reiterado que hará todo lo que esté en su mano para lograr que sea puesta en libertad.
Hoy mismo el presidente francés se ha mostrado dispuesto a viajar a la frontera entre Venezuela y Colombia y ha pedido al presidente Hugo Chávez, cuyo papel junto al de la senadora Piedad Córdoba ha sido determinante en el canje humanitario, que use toda su influencia para salvar la vida de Betancourt.
"Francia pesa", indica Jaimes. "Que esbocen su preocupación ha generado un poco de ruido". Según la periodista, la intervención diplomática de Sarkozy podría, además de hacer presión para lograr la liberación, para bajar los niveles de tensión entre el ejecutivo colombiano y las FARC y, sobre todo, hacer ruido y conseguir que los rehenes no se sientan "olvidados por su gobierno". "La indiferencia los mata más que el propio cautiverio", dice Jaimes.
"La vida aquí no es vida, es un desperdicio lúgubre de tiempo". Así describía Íngrid Betancourt su situación de cautiverio en una carta que se incautó entre otras pruebas de supervivencia el pasado diciembre a tres guerrilleros detenidos. También se hizo público un vídeo en el que la imagen de la política hablaba por sí misma: se veía a una Betancourt apagada, demacrada, delgada y triste.
Según sus compañeros de cautiverio, Betancourt sufre de hepatitis B y está próxima a su fin. Los rebeldes la tratan "sin piedad" y vive encadenada y rodeada de personas que no le hacen la vida fácil y que descargan su cólera sobre ella.
El primer ministro francés, François Fillon, ha declarado esta mañana, tras conocer la información transmitida por los compañeros de cautiverio de Betancourt, que su muerte es cosa de semanas. Se ha llegado a especular con la posibilidad de que se esté exagerando el estado de gravedad de su salud para agilizar su liberación.
La periodista de Caracol Radio no lo cree así. "En los últimos tiempos lo que se ha sabido de ella es que está muy deteriorada físicamente, decaída y afectada. Se trata de un mensaje importante que se puede interpretar desde dos lados: como una realidad y como un modo de presión. Según Jaimes, que Betancourt pueda correr el riesgo de morir es una de las mayores preocupaciones en el país. "Si muere, morirá el símbolo que arrastra a los otros rehenes, será un golpe muy duro y desmoralizante para Colombia".
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