Las críticas a la caza de focas en Canadá comenzaron en los 50, cuando, según la International Marine Mammal Association (Asociación Internacional de Mamíferos Marinos), los científicos comenzaron a expresar su preocupación sobre los impactos de la caza de focas de Groenlandia. Los cálculos hablan de un descenso en la población de focas arpa de entre un 50% y un 66% entre 1950 y 1970. Entre 1983 y 1995, la persecución legal y las críticas internacionales redujeron la caza a 51.000 individuos entre 1983 y 1995, aunque, según Greenpeace, la cuota oficial fue de 186.000.