Según Greenpeace, la caza de focas tal y como hoy la conocemos en el Atlántico comenzó en 1980. Estados Unidos prohibió en 1972 la importación de productos derivados de las focas, decisión reforzada en 1983, cuando la Unión Europea prohibió temporalmente importar pieles blancas, propias de las crías de foca. En 1989, esta prohibición se hizo definitiva.