Zaragoza.- El diestro Rafael Rubio "Rafaelillo" dio la talla más que de sobra en la corrida de Miura que echa el cierre al capítulo de corridas de toros de la Feria del Pilar, al cortar una oreja de mucho peso, convenciendo y gustando, hoy en Zaragoza.
FICHA DEL FESTEJO.- Toros de Miura, desiguales de presencia y de juego también variado, destacando primero y cuarto. El tercero medio "se dejó"; y segundo, quinto y sexto, complicados.
Rafael Rubio "Rafaelillo": estocada casi entera y descabello (aviso y gran ovación tras leve petición); y estocada y dos descabellos (oreja tras aviso).
Jesús Millán: pinchazo, media tendida y descabello (palmas); y cuatro pinchazos (silencio).
Alberto Álvarez: pinchazo y estocada casi entera desprendida (silencio); y dos pinchazos y estocada caída (silencio).
En cuadrillas, Carlos Casanova saludó en el segundo y Manuel Ventosa "Venturita" en el tercero.
La plaza tuvo tres cuartos de entrada en tarde espléndida, con la capota abierta.
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"RAFAELILLO", CRECIDO DE VALOR, ARROGANCIA Y TORERÍA
El triunfo de "Rafaelillo" no fue en la medida de lo que mereció, ya que cortó una oreja que debieron ser dos, perdiéndose la Puerta Grande al levantar el puntillero al primero cuando prácticamente toda la plaza daba por hecho la oreja.
"Rafaelillo" triunfó por valiente, no hay duda tratándose de una corrida de Miura. Una valentía que encierra firmeza y tesón, ideas muy claras y sentido de la oportunidad. Además supo "venderlo", con arrogante torería. Muchas cosas muy buenas del torero de Murcia en sus dos toros.
De hecho, si no contara la magistral actuación de José María Manzanares con un toro de Salvador Domecq al que toreó lo que se dice de ensueño, negándole posteriormente la presidencia el doble trofeo para salir a hombros, "Rafaelillo" sería el torero que más cerca ha estado de la Puerta Grande en esta feria de Zaragoza.
También a "Rafaelillo" le cabe el honor añadido de que su triunfo ha sido nada menos que con una corrida de las de más respeto en la feria. Una "miurada", no haría falta explicar de impresionante fachada. Aunque también es verdad que su lote resultó a la postre el más manejable.
Pero, ojo, en la buena aportación de los toros tuvo que ver también sin duda la excelente disposición del torero. Toros, uno y otro, que "rompieron" para adelante porque de antemano "Rafaelillo" estuvo ahí muy de verdad, esperándoles, llevándoles y toreándoles, en el sentido más estricto de cada una de las tres palabras.
¿Quién le iba a decir a "Rafaelillo" que al ponerse de rodillas para recibir al primero con una larga cambiada "el miura" iba a responder? Claro que sí. Y a partir de ahí, lo del torero fue siempre querer, y poder.
Apertura con la muleta también de rodillas, y faena en lo fundamental midiendo mucho las fuerzas del toro. Series cortas el principio, y a más, a mucho más. La penúltima tanda por la derecha y la última al natural, sencillamente colosales. Exprimido el toro al máximo, el hombre se permitió hasta un ensayo de parón.
Fue buena la estocada, que dio con el toro en el suelo. Pero al no acertar el puntillero, ¡plas!, "el miura" otra vez de pie. Sonó un aviso, hizo falta un descabello y aquello se enfrió. Hubo petición de oreja, pero insuficiente.
Lo del cuarto fue un emotivo toma y daca resuelto a favor del torero a partir de una impresionante voltereta de la que por fortuna salió ileso. Creció el "ambiente", incluso arrancándose la banda.
Parecía que estaba todo el pescado vendido, cuando "Rafaelillo" insistió todavía más. Pases insospechados, lógicamente de uno en uno, de un mérito tremendo, con el toro revolviéndose. Hasta qué punto para que le dieron la oreja después de dos descabellos.
Millán no tuvo opción con un claudicante primer toro que al defenderse tanto por su acusada falta de fuerzas tomó los engaños muy frenado y con la cara siempre arriba.
El quinto, flojísimo de remos, muy protestado, apenas se tuvo en pie. Y menos mal, porque "por dentro" tenía toda la "guasa" de mundo. Ni un pase.
Tampoco Alberto Álvarez pudo resolver a pesar de su insistencia en sus dos toros. Noblón pero de media arrancada su primero, no terminó de pasar ni una sola vez.
El sexto fue "un regalo", pegando tornillazos y repartiendo gañafones a diestro y siniestro. El esfuerzo del torero fue grande, pero no tuvo recompensa.
Por Juan Miguel Núñez
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