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Pinar puntúa en una corrida complicada por los toros y por "el palco"

EFE
Actualizado 14-10-2009 23:55 CET

Zaragoza.-  Una corrida complicada por el nulo juego de los toros y por la intransigencia del "palco", que a la postre negó una oreja a Alejandro Talavante, dejó no obstante un trofeo para Rubén Pinar, premio a la tenacidad y el encanto torero, hoy en Zaragoza.

FICHA DEL FESTEJO.- Toros de Montalvo, serios y astifinos, desiguales de presencia, bajos de raza y algunos también en el límite de las fuerzas, de muy poco juego. Sin terminar de "romper", en parte se salvaron segundo y sexto.

David Fandila "El Fandi": dos pinchazos, estocada y descabello (silencio); y media tendida y tres descabellos (silencio tras aviso).

Alejandro Talavante: estocada (gran ovación tras ruidosa y mayoritaria petición, con bronca "al palco" por denegarla); y estocada y tres descabellos (silencio).

Rubén Pinar: dos pinchazos, estocada y descabello (silencio); y pinchazo y estocada caída con vómito (oreja tras aviso).

En cuadrillas, Basilio Mansilla y Miguel Ángel García saludaron en el sexto.

La plaza rozó el lleno en tarde excelente, como es lógico con la capota descubierta.

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BRONCAS CONTRA LA SINRAZÓN PRESIDENCIAL

Corrida puente entre lo que ha sido el meollo a base de figuras y el último tramo de la feria con toreros de menos nombre, aunque el tirón popular del "Fandi" en la taquilla garantizaba ambiente "extra" en el tendido. Quizás por eso actuó con extrema cautela el presidente de turno, un día después de la sinrazón de dejar a José María Manzanares sin la Puerta Grande tras una de las faenas más solemnes de la temporada. Una tozudez que no se entiende. Uno en contra de la mayoría.

Hoy a vuelto a repetirse. Perjudicado: Alejandro Talavante, sin trofeo en su faena primera, más que sobrada de arte, valor y otros postulados de grandeza.

Y si no llegó a afectar a Rubén Pinar en el sexto fue porque el presidente se retractó a tiempo, cuando empezaba a remolonear también a ver si pasaba la bronca en la petición de trofeo, cuando empezaron a reavivarse los rescoldos incendiarios de aquella en ésta nueva petición.

El otro problema, determinante, estuvo en los toros de Montalvo. Nada de bravura, ni movilidad, ni clase. Cero posibilidades para hacer el toreo.

Encierro complicado más por los quilos que por los pitones, y eso que los seis lucían desarrolladas y astifinas defensas. El toro que no se paró, terminaba frenándose. Predominó la falta de codicia, la sosería extrema. El que más se movió, el cuarto, tuvo también "su guasa". Pero quede claro asimismo que no hubo maldad en los otros cinco.

Volviendo a los toreros, estropeó la tarde la intransigencia del "palco", incapaz de valorar el esfuerzo y el mérito de Talavante en su primero. Faena aclamada de principio a fin, con la plaza entera desgañitándose en al petición del trofeo.

¿Acaso no dice el reglamento que la primera oreja se concede por petición mayoritaria?

Una cosa es velar por las exigencias que corresponden a una plaza "de primera", y otra es obrar con intransigencia tan extrema que en definitiva descalifica o hace de menos a la categoría de la plaza.

Importante Talavante en ese primer toro de su lote. Estuvo lo que se dice perfecto, desde los lances de recibo y hasta la estocada final, pasando por un quite por "sanjuaneras" y un trasteo de muleta de mucha exactitud, de excelente planteamiento técnico, de arrojo y temeridad por los terrenos que pisó, y de muy bella compostura en la interpretación.

Quietud y aguante, dejándose acariciar el bordado de la taleguilla con los pitones del toro, obligándole a pasar por espacios inverosímiles. El trazo firme y sentido, la figura relajada. Faena de mando y dominio, de temple y sentimiento.

No era casualidad la explosión del tendido en la petición de oreja. Y para dejar de hablar de la bronca al usía, señalar por último que influyó del todo para que en el sexto aflojara el pañuelo antes de soportar otro conato de escándalo cuando intentó hacer lo mismo a Pinar.

Un Pinar muy comprometido toda la tarde, volcado por supuesto en sus dos toros después de haberse hecho presente también en aquel de Talavante, en su turno, en un quite por ajustadas chicuelinas.

El toro del triunfo de Pinar, el sexto, andaba escaso de motor, por lo que había que ayudarle en los cites en corto y a media altura, y dándole las oportunas pausas entre series. Faena de inteligencia y entrega, embalada en el último tramo, en las cercanías, hasta la apoteosis con el parón.

Hubo oreja pese al pinchazo previo a la estocada, pues hubiera sido un pulso muy arriesgado del presidente otra vez sin argumentos contra toda la plaza.

No hay más que contar de la función. No respondió el lote del "Fandi", que ni estuvo lo brillante que acostumbra con las banderillas.

El quinto, segundo de Talavante, se agarró al piso de forma desesperante. Y el primero de Pinar, tercero de corrida, noble pero absolutamente vacío, no aportó absolutamente nada.

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