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Herrero, muy en novillero, herido grave en tarde de poco contenido artístico

EFE
Actualizado 26-09-2009 22:46 CET

Javier López Madrid.-  Javier López

Madrid, 26 sep (EFE).- La cornada de pronóstico "grave" que sufrió el novillero Javier Herrero marcó el arranque de la Feria de Otoño, una función de muy poco contenido artístico, hoy en Las Ventas.

FICHA DEL FESTEJO.- Novillos de Montealto, bien presentados y de juego desigual. El mejor, el sexto. Primero, segundo y quinto, nobles aunque bajos de raza y sin clase. El tercero, a la defensiva. Y el quinto, con mucho genio, desarrolló peligro.

Javier Herrero: pinchazo, estocada trasera y tendida y descabello (silencio tras aviso); y tres pinchazos, media atravesada y descabello a cargo de Pablo Lechuga (silencio).

Pablo Lechuga: estocada atravesada que "hace guardia" y seis descabellos (silencio tras aviso); y estocada corta y caída (silencio).

Thomas Jouber: estocada atravesada que "hace guardia", nueva estocada y descabello (silencio tras aviso); y estocada y descabello (silencio tras aviso).

En cuadrillas, Iván Romero saludó montera en mano tras banderillear al quinto.

En la enfermería fue operado bajo anestesia general Javier Herrero de "herida en tercio medio cara interna de muslo izquierdo con una trayectoria hacia dentro de 20 centímetros que produce destrozos en los músculos abductores y contusiona vasos femorales bordeando el fémur. Pronóstico grave. Trasladado a la Clínica La Fraternidad".

Antes de romper el paseíllo se guardó un minuto de silencio en memoria de Francisco Rivera "Paquirri", al cumplirse hoy el XXV aniversario de su muerte en la plaza de toros de Pozoblanco.

La plaza tuvo tres cuartos de entrada en tarde espléndida.

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AMARGO ARRANQUE

No empezó bien la Feria de Otoño. La novillada con la que se abrió el ciclo no funcionó. Los novillos de Montealto no fueron colaboradores ideales. Los hubo de todo tipo: nobles, sosos, descastados, peligrosos... Pero ninguno se prestó lo suficiente. Tan sólo uno, el sexto, y a medias.

Pero tampoco la terna de jóvenes espadas fueron capaces de resolver. El único que puede salvarse de la quema, Javier Herrero, fundamentalmente por buen sentido del sitio y las distancias que tiene.

Y fue precisamente él quien protagonizó el pasaje más gris de la tarde: una cornada grave en el muslo izquierdo en el prólogo de faena al jabonero cuarto, "un pájaro" como suele decirse, que tras avisarle en varias ocasiones, e incluso voltearle ya en los inicios de su labor, le lanzó por los aires, haciendo presa en el suelo.

Este mismo novillo, de muy malas ideas, desmontó al picador que "hacía puerta" en el primer encuentro con el caballo, y para colmo le dieron una lidia desastrosa. En la muleta "midió" constantemente, embistiendo con mucho genio, sin dejar desahogos y "metiéndose" por los dos pitones.

Herrero le plantó cara a base de firmeza y tragar una barbaridad. Puso mucha voluntad, muy en novillero, jugándose la cornada en cada pase. La plaza, un hervidero de nervios. Y la faena, sin ningún pasaje artístico relevante, tuvo su emoción.

Tras la cornada quiso volver Herrero a la cara del animal para estoquearlo, pero fue imposible. Visiblemente herido, acabó desvaneciéndose en los brazos de su cuadrilla. Lo mató finalmente Lechuga como pudo.

Antes, en el que abrió plaza, novillo noblote pero justo de raza, Herrero instrumentó una labor con algunos momentos entonados como el comienzo de faena intercalando estatuarios y ayudados por alto, y una tanda con la mano derecha, dando mucha distancia, de muletazos templados y por abajo. Voltereta en las postrimerías. Y mal al matar.

Lechuga no tuvo su tarde. Su primero, sin clase, sin embargo tuvo algunas buenas embestidas que no supo aprovechar. Pegó solo una serie de muletazos templados y de buen trazo, pero, demasiado despegado, la labor nunca llegó a coger altura.

Con el quinto no hubo sintonía alguna. Novillo de nuevo sin clase, pero al que Lechuga tampoco llegó a someter, cortándole siempre el viaje, sin terminar los muletazos.

Jouber hizo lo más destacado de su actuación frente al sexto, el mejor novillo de la función, aunque acabaría apagándose. El francés lo toreó bien en el inicio de faena con tres tandas a derechas de buen aire. Pero el trasteo, como el animal, pronto perdería fuelle.

En el tercero anduvo bloqueado. No le salió nada de lo que intentó. Faena fría y de poco poso, siempre con la muleta retrasada y "fuera cacho". Cierto también que el novillo, manso y a la defensiva, tampoco fue propicio.

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