San José.- El presidente de Costa Rica, Óscar Arias, no ve avances reales en la crisis hondureña pese al regreso al país del depuesto presidente Manuel Zelaya, debido a la intransigencia del Gobierno de facto que encabeza Roberto Micheletti.
Arias, quien es mediador en el conflicto, dijo en una entrevista con la emisora local Monumental que "las cosas están mal. Pueden sentarse a negociar de nuevo, pero no se ha movido una pulgada el Gobierno de facto desde que llegó el primer día a San José don Roberto Micheletti", aseguró.
"Todavía no hay ninguna posibilidad de que admitan la restitución de Zelaya antes de las elecciones (de noviembre)", lamentó el gobernante y Premio Nobel de la Paz desde Nueva York, donde asistió esta semana a la Asamblea General de las Naciones Unidas.
"Los candidatos (presidenciales hondureños) han hablado con Micheletti y con Zelaya y quieren volverse a sentar a la mesa a dialogar", dijo el gobernante.
"Eso es bueno -continuó-, pero no quiere decir que haya flexibilidad, deseo o voluntad de ceder un poco y cumplir con una de las cosas más importantes que contempla el Acuerdo de San José, que es el regreso de Zelaya como presidente constitucional".
El mandatario costarricense indicó que por el momento no tiene intención de viajar a Honduras para continuar con sus labores de mediación.
"No he pensado en ir a Honduras, no quiero ir en estos momentos. Me parece que el trabajo previo lo deben hacer los cancilleres (en una misión de la OEA), pero la última noticia es que el Gobierno de facto no los quiere dejar entrar", dijo.
Arias inició un proceso de diálogo entre las partes poco después del golpe de Estado del 28 de junio pasado y para resolver la crisis propuso la firma de un documento que llamó el Acuerdo de San José, sin embargo, el punto de la discordia sigue siendo la negativa del Gobierno de facto a permitir el regreso de Zelaya al poder.
Zelaya fue detenido y expulsado del país por militares el 28 de junio, y horas más tarde el Congreso nombró en su reemplazo a Micheletti, hasta entonces presidente del Legislativo y cuyo Gobierno no reconoce la comunidad internacional.
El destituido mandatario regresó sorpresivamente a su país el pasado lunes y se encuentra refugiado en la sede de la embajada de Brasil en Tegucigalpa.
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