México.- El embajador de Bolivia en México, Jorge Mansilla, afirmó hoy que el incidente provocado por un hombre de origen boliviano que secuestró un avión en la capital mexicana y amenazó con hacerlo estallar, no afecta "en absoluto" a la imagen de su país.
"No, en absoluto. Nos afectaría si fuera un asunto político, si fuera un asunto de catástrofe, pero es de delincuencia común, como dicen los periódicos", afirmó a Efe el jefe de la legación diplomática.
La Embajada se encuentra a la espera de que las autoridades mexicanas le confirmen la calidad migratoria del secuestrador, Josmar Flores Pereira, para proveerle protección consular, en caso necesario.
Por ahora, lo único que sabe el embajador es que hasta hace dos años Flores tenía una Forma Migratoria 3 (FM3), para extranjeros que residen en el país.
"Estamos a la espera de saber información sobre su comportamiento y estadía aquí en México", indicó Mansilla.
Según el diplomático, "en Bolivia ya no se sabe de él desde hace 16 ó 17 años, aparentemente nunca regresó", y existen sospechas de que durante ese tiempo consiguiera nacionalizarse mexicano.
"Pensamos que en 17 años él puede perfectamente asumir la nacionalización, una nacionalidad mexicana, y tener esta libertad de palabra y de movimiento con la que se manejó en Oaxaca", estado del sur del país donde Flores vivía con su esposa y sus tres hijos, ejerciendo de predicador.
El secuestrador nunca se registró en la embajada y tampoco es conocido entre la comunidad de bolivianos en el país.
La fuente explicó que los antecedentes penales de Flores en Bolivia son por "asalto callejero" y confirmó que estuvo en la cárcel.
"Su familia determinó que viaje aquí a México. Lo que queremos saber es porqué lo mandaron a México", indicó.
Josmar Flores Pereira acaparó este miércoles los focos de los medios nacionales e internacionales al amenazar a los tripulantes del vuelo 576 de la compañía Aeroméxico, entre el balneario caribeño de Cancún y la capital mexicana, con hacer estallar un explosivo, que resultó falso, si no le permitían hablar con el presidente Felipe Calderón.
La calma de la tripulación y la coordinación con la torre de control y las fuerzas especiales mexicanas permitieron que el incidente se resolviera apenas una hora después de que aterrizara el avión, sin un solo disparo y sin que muchos pasajeros tomaran conciencia de lo que realmente sucedía.
Al final, la bomba resultó ser un falso artefacto montado con tres latas de zumo de frutas y unos cables. Flores, con un pasado de adicción a las drogas y al alcohol y tendencias paramilitares, dijo que su intención era salvar a México de un gran terremoto.
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