Kabul.- Angustiados por la amenaza talibán de cortarles los dedos si votan, los ciudadanos afrontan el reto de acudir a las urnas el día 20 en la provincia de Helmand (sur de Afganistán), donde miles de soldados extranjeros han participado en tres operaciones especiales para facilitar el proceso electoral.
"Los talibanes nos han advertido de que si votamos y encuentran a gente con tinta en el dedo tendremos problemas", confesó a Efe por teléfono un líder tribal del distrito helmandí de Marja, de nombre Sultán.
Los afganos están obligados a dejar la huella dactilar al acudir a las urnas para evitar fraudes, pero la tinta usada impregna el dedo durante tres días.
"Nuestro consejo de notables ha preguntado a la Comisión Electoral afgana si era posible votar sin que quedara tinta en los dedos, pero no aceptó", explicó Sultán, quien dijo que "muchos lugares están bajo influencia talibán" en Helmand, por lo que la insurgencia puede cumplir sus amenazas.
Consultado por Efe, el portavoz de la Comisión Electoral, Noor Mohammad Noor, explicó que la toma de huellas dactilares es inevitable porque está pensada para evitar la duplicación de votos.
"Las fuerzas de seguridad nos han asegurado que ofrecerán la seguridad suficiente para que la gente vote", declaró.
El pueblo "debe confiar en las fuerzas de seguridad y no preocuparse. Deben ir a los colegios electorales y votar", insistió.
Pero otra fuente de la Comisión Electoral expresó a Efe sus temores de que muchos de los 220 centros electorales de Helmand permanecerán cerrados o prácticamente vacíos de votantes.
El pasado 2 de julio, unos 4.000 marines estadounidenses encuadrados en la OTAN y 650 miembros de las fuerzas de seguridad afganas lanzaron una gran operación para arrebatar a los talibanes sus principales bastiones en el centro y el sur de Helmand y garantizar la seguridad de cara a las elecciones.
Otros 500 militares del Reino Unido -país que este fin de semana rebasó las 200 bajas en el conflicto afgano- comenzaron otra ofensiva sólo nueve días antes al norte de la capital de Helmand, Lashkar Gah.
El pasado día 12, el Ejército estadounidense lanzó otra operación con 400 marines y 100 soldados afganos en el distrito de Now Zad, situado en el tercio septentrional de Helmand.
El objetivo de las tropas internacionales era embolsar a los talibanes a lo largo del río Helmand, que cruza esta extensa provincia de norte a sur y alrededor del cual se encuentran los principales campos de cultivo y núcleos de población.
Desde julio, los mandos militares de EEUU y de la OTAN han informado de frecuentes redadas en las que se han incautado de toneladas de opio, aunque no han ofrecido demasiados detalles sobre las víctimas en el bando talibán o los avances militares.
El enviado especial de EEUU para Pakistán y Afganistán, Richard Holbrooke, aseguró ayer en Islamabad que "los resultados de las operaciones en el sur afgano hablan por sí solos" y garantizó que los militares continuarán golpeando a los talibanes en Helmand.
Pero el mes de julio, que coincidió con el inicio de la gran ofensiva sobre esta provincia, fue el más sangriento para los soldados extranjeros con 76 bajas, según la organización independiente estadounidense "icasualties.org".
Muchas de ellas se han registrado en ataques en Helmand y la vecina Kandahar, así como en el tercio oriental del país, donde permanece desplegado un amplio contingente de la coalición liderada por EEUU y, por separado, de la Fuerza Internacional de Asistencia a la Seguridad (ISAF), bajo mando de la OTAN.
Hoy mismo la ISAF informó de la muerte de un soldado estadounidense y de otros tres militares cuya nacionalidad no especificó en dos explosiones en el sur afgano.
Al margen del esfuerzo militar, las autoridades confían en que los líderes tribales movilicen al electorado y algún candidato, como el ex ministro de Finanzas Ashraf Ghaní, ha visitado Helmand.
Pero la posible baja participación en esta región y otras del sur y el este fronterizas con Pakistán arrojan dudas sobre el resultado electoral, ya que en ellas reside la mayoritaria etnia pastún, cuyo voto fue fundamental en la victoria del presidente afgano, Hamid Karzai, en 2004.
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